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LA MARIPOSA DE ACERO

Regresa Imelda Marcos con intenciones políticas. Pero un tifón del Pacífico enturbia su arribo.

9 de diciembre de 1991

FUERON CASI SEIS AÑOS DE exilio que terminaron la semana pasada, cuando Imelda Marcos llegó a Manila en un jumbo-jet especialmente fletado para la ocasión. Allí llegaron todos, desde los parientes que salieron con ella en 1986, hasta los guardaespaldas que contrató en Estados Unidos y que el Gobierno filipino no dejó entrar a su territorio.
Imelda regresó tras una batalla legal con la presidenta Corazón Aquino, quien por fin extendió la autorización correspondiente. Pero no pudo traer el cadáver de su esposo Ferdinando Marcos, fallecido en 1989 en Honolulu, la misma ciudad donde, en una cámara especialmente refrigerada, permanece en espera de su traslado a Filipinas.
Pero para ello, deberá contar con un cambio radical de la política del país asiático. De hecho, mientras permanezca en el poder Corazón Aquino, cuyo esposo fue asesinado por orden de Ferdinando, es muy poco probable que el cadáver de éste llegue a su morada final.
El frío recibimiento a la