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LAS ARMAS DE LOS MONJES NEGROS

La muerte de Calvi, después de sacudir a Italia, se vuelve ahora contra los Ingleses.

16 de agosto de 1982

La pregunta comenzó a penetrar en algunas mentes cuando la semana pasada se expandió la convicción de que el imperio financiero de Calvi sirvió de canal privilegiado para facilitar la venta de misiles y otras armas sofisticadas a la Argentina durante la guerra con Gran Bretaña. Calvi, el más importante banquero privado de Italia, apareció ahorcado bajo un puente de Londres a mediados de junio. Es inevitable que más de un malicioso sospeche ahora que a Calvi se lo cargaron los ingleses, montando una macabra escenograsfía ritual a la italiana para concentrar las sospechas en una mafiosa operación de "Vendetta".
No parece probable, sin embargo, que los servicios secretos de su majestad hayan decidido liquidar al banquero para cortar la fuente de un tráfico que les causa muchos fastidios, entre otras razones porque la Argentina no ha dado aún formalmente por terminadas las hostilidades. Pero el hecho de que entre las actividades de Roberto Calvi haya que incluir el tráfico internacional de armas, agrega nuevos contornos a un caso que amenaza descubrir un telegrama de potentísimos intereses, donde se cruzan las finanzas mundiales "Non sanctas" con políticos corrompidos y maniobras que manchan el pío prestigio de la banca del Papa con una parte negra de la masonería internacional, la mafia (con sus exhorbitantes excedentes de dinero ilegal) y los famosos mercaderes de la muerte, cuyas operaciones de compraventa de instrumentos bélicos implican el soborno de tantos gobernantes de este mundo.
Calvi fue descubierto ahorcado de un tinglado de tubos metálicos, debajo del puente "Blackfriars" de Londres el 18 de junio, una semana después que huyó de Italia al comprobar que su situación se había hecho insostenible. Los italianos están seguros de que Roberto Calvi fue atraído a Londres a una trampa mortal y fue asesinado por quienes él consideraba sus amigos y protectores, gente de muy alto nivel. Los cuatro o cinco personaJes ambiguos que orquestaron la fuga (bajo el mando del millonario Flavio Carboni, prófugo? tal vez son cómplices del homicidio.
En total, 1.275 millones de dólares habían sido tomados en el mercado del eurodólar por la filial luxemburguesa del Banco Ambrosiano y derivados hacia las sociedades fantasmas. Calvi exhibía como garantía de pago las "cartas del patronato" que enviaba al Ambrosiano, corazón del imperio Calvi, la banca del Vaticano. En ellas Marcinkus respondía por los pagos en nombre del prestigio blindado del "IOR", cuyo indudable patrón final es el propio Romano Pontífice.
Tantas montañas de dinero habrían servido a muchas cosas. A hacer buenos negocios pero también a sobornar poderosos, o a enjugar, en parte, las duras pérdidas que la Santa Sede sufrió cuando se hundió en la bancarrota el siciliano Michele Sindona, zar financiero de los años sesenta, que dejó un montón de arruinados.
Calvi fue un alumno de Sindona, que creció al amparo de los vastos músculos económicos de los católicos italianos, cuyo centro es (o era) el Banco Ambrosiano de Milán, llamado "La caja fuerte de los curas".

LAS ARMAS
¿Oyó usted hablar del Comité Montecarlo? En los lujosos hoteles y las espléndidas residencias del Principado florece el centro vital del tráfico internacional de armas, un va y viene de miles de millones de dólares que, por definición, significa también tajadas de vértigo para los intermediarios y sus intelocutores: los gobernantes o los revolucionarios que compran la mercadería. En estos ganglios se había implantado la logía masónica Propaganda Dos (P 2), dirigida por Licio Gelli, que desde Italia se había ramificado por otros países. El Comité Montecarlo nació como punto de encuentro entre los grandes maniobradores del negocio, que en su mayor parte eran "hermanos" de la P2. En el parlamento italiano, donde investigan las actividades de la P2, se acumulan indicios de que en torno al Comité populaba la flor y nata de los mercaderes de la muerte. En primer lugar el ex-hombre "CIA,, Samuel Cummings Presidente de la "Interarmas", la gran multinacional bélica. Pero también Miche Merehey, el argentino J.S. Fabri, el suizo Eduard Keller, el italiano Enrico Frittoli.
Otros italianos complicados con Ezio Giunchiglia, convocado por la comisión parlamentaria y enfermos de amnesia. Giunchiglia es funcionario del Ministerio de la Defensa y posee un "nos", la autorización de acceso a las informaciones nucleares. Según el diario romano "II Mensaggero", el argentino Fabri fue el mediador a través del cual se encaminaron hacia Buenos Aires, vía Perú, misiles y armas ultrasofisticadas para perforar el embargo impuesto por Estados Unidos y Europa occidental durante la guerra de las Malvinas.
El Banco Ambrosiano de Calvi se habría sumido al padrinazgo financiero de muchas de estas operaciones orientándolas hacia el Banco Andino de Lima, una de sus filiales, por supuesto. Argentina pagó a precio de oro este material bélico indispensable para la guerra. Pero hay que recordar que Licio Gelli y Humberto Ortolani, los dos grandes monjes negros de la P2, habían establecido íntimos contactos con Juan Domingo Perón y sus sucesores militares. La curiosidad de la prensa y el parlamento se extiende ahora a muchas de las multimillonarias operaciones de ventas de sistemas de la industria de armamentos italiana a la Argentina y a otros países latinoamericanos, donde según parece, los "sobres" de Gelli y Ortolani, se quedaban con su parte. La pista argentina lleva también, a través de negocios triangulares que incluían el petróleo, a la Libia del coronel Mahammar Kadafi, otro gran comprador de armas italianas. Todo regado, naturalmente, con abundantes sobornos, que las empresas justifican con la explicación de que en la industria bélica esto forma parte de la fisiología del negocio.

RODANDO AL VATICANO
Los investigadores están seguros de que la elección del lugar no fue casual y que el hallazgo del cuerpo de Calvi debajo del puente de los Monjes Negros representa una alusión al poder oculto del que el pobre difunto se creia conspicuo protagonista y gran protegido.
Es difícil saber si la alusión incluía a Monseñor Paul Marcinktls. Sobre su enorme y voluminosa figura, que en los viajes de Juan Pablo II el arzobispo norteamericano ofrece con generosidad como jefe de la seguridad del Papa, se ha descargado una tormenta que hace llover truenos de escándalo sobre las cuarenta y cuatro hectáreas de la ciudad del Vaticano.
Nacido cerca de Chicago, Marcinkus es de origen lituano y esgrime esta cepa del Este europeo para considerarse un perseguido político. Por otra parte, "El banquero de Dios" ha sabido exprimirle al Instituto para las Obras de Religión jugosos beneficios, que se concretan a fin de año en un cheque que salda a cero el déficit creciente de la administración vaticana.
Ese déficit llegó en 1981 a 236 millones de dólares, siguiendo una curva empinada que preocupa tanto al Pontífice como a sus colabores inmediatos, y a los quince cardenales de las grandes arquidiócesis no italianas en las iglesias que han sido constituidas en comisión para estudiar la manera de reordenar las finanzas de la sede de Pedro.
Se asegura que monseñor Marcinkus también hizo llegar consistentes donaciones para la ayuda al pueblo polaco después del golpe militar del General Jaruzelski, un gesto que el Papa apreció mucho.
Marcinkus tenía, además, un as en la manga que mostró a los tres comisarios de la banca de Italia que gobiernan hoy el Banco Ambrosiano.

¿CERA EL MONSEÑOR?
Cuando los tres fueron a pedir explicaciones, Monseñor les mostró -por intermedio de Luigi Mennini, el Administrador delegado del "IOR", que fue preso a raíz del "Crack" Sindona-una carta de puño y letra de Roberto Calvi en la que el banquero liberaba a la banca vaticana de los compromisos de garantía que se habían asumido a raíz de los U.S.$ 1.275 millones de préstamos a las sociedades -fantasmas latinoamericanas. A este punto, los funcionarios del Banco Central iniciaron un expediente de estafa: si Calvi había firmado esa carta, el "IOR" debía haberlo hecho público en su relación con el Banco Ambrosiano, cuyo directorio seguía convencido de que la banca del Papa era el escudo protector de las eventuales insolvencias.
Los diarios italianos desplegaron durante varios días las hipótesis más variadas, que coincidían en un punto: la suerte de monseñor Marcinkus estaba echada. Incluso se llegó a sostener que el sucesor había sido ya nombrado y que era Gionanni Cheli, un obispo que representa a la Santa Sede en las Naciones Unidas y que está considerado como uno de los Rolls Royce de la diplomacia en sotana y un hombre del grupo del cardenal Agostino Casaroli, secretario de Estado del Vaticano.
No es un misterio que Casaroli tiene atravesado en la garganta a Marcinkus por el desprestigio que está pagando la Iglesia. Pero de allí a sostener que el norteamericano hará pronto las valijas hay por ahora un abismo, que se llama la voluntad del Papa.
Julio Algañaraz (Roma).