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OLOF, EL QUE REGRESO DEL FRIO

Con el triunfo de los socialdemócratas revivirá el atractivo modelo del "Estado-benefactor".

25 de octubre de 1982

Los suecos han optado por la alternación política en las elecciones legislativas del 19 de septiembre, en las que unos seis millones de electores votaron por los 349 diputados que harán parte del Riksdag (parlamento) hasta 1985.
El Partido Social Demócrata, que había perdido el poder ante una "coalición burguesa" en 1976, después de 46 años de poder ininterrumpido, obtuvo el 45.9% de los votos, lo que le dio derecho a ocupar 166 curules, logrando así su mejor resultado desde 1970.
Los Conservadores, con el 23.6% de los votos (3.3% más que en 1979) corroboraron su constante progreso observado desde 1976, cuando habían logrado el 15.6%.
La polarización derecha-izquierda, que se constata así en la vida política sueca se está efectuando en desmedro de los partidos Centristas y Liberal. En ese sentido, las elecciones han constatado el retroceso del Partido Liberal, con un 5.6% en vez del 10.1% de 1979. Este partido hace 25 años era la principal fuerza de oposición a la socialdemocracia, con un 25% del electorado. Los centristas, encabezados por el primer ministro Thorbjoern Faelidin, totalizaron un 15.5% de los votos, en vez del 11% previsto por los sondeos, y no logró invertir la tendencia que les ha hecho perder el 9% de su electorado desde 1976.
El Partido Comunista Sueco propició la sorpresa de las elecciones al lograr mantener su porcentaje (5.6%) y conservar sus 20 diputados. En realidad, el aparato socialdemócrata habría invitado a una parte de sus electores a votar por el PC después de comprobar que éste, según los sondeos, podía situarse por debajo del límite reglamentario, un 4%, para hacer parte del parlamento. Los lazos estrechos que unen el PC a pujantes sectores sindicales y el apoyo que los dirigentes comunistas han otorgado tradicionalmente a la política socialdemócrata, habrían inspirado esa decisión.
Los candidatos del movimiento ecologista que se presentaban por primera vez, y los demócratas cristianos cuyos resultados fueron del 1.6% y 1.9% respectivamente, no podrán participar de la vida parlamentaria.
LA VICTORIA DE LA IZQUIERDA
Parece que la mayoría de los suecosas han preferido el programa de reactivación económica de los socialdemócratas para salir de la crisis, a la política de austeridad y rigor preconizada por la "coalición burguesa". Los Conservadores, Liberales y Centristas durante la campaña electoral habían planteado un saneamiento de la economía basado en cortes drásticos a los logros sociales, la reducción de los auxilios de la administración central a las regiones y la disminución de los impuestos que han convertido a Suecia en el país con mayor presión fiscal y más fuerte porcentaje de gastos públicos con respeto a su producto interno bruto.
Esta política que buscaba, según los socialdemócratas, desmantelar el mejor modelo de "Estado-benefactor", es la mejor vía para devolverle a cada sueco el "sentido de las responsabilidades", según los conservadores.
Los socialistas, por su parte, conscientes de las dificultades económicas que sufre el país se habían limitado a señalar que en caso de victoria su gobierno favorecería la reconquista del mercado interior que ha disminuido un 3%, el incremento de las inversiones industriales que ha decrecido en un 5.8%, la reducción de la deuda pública, que supera los 70.000 millones de coronas (un dólar USA equivale a 6.6 coronas) y el aumento en un 2% del presupuesto de los servicios sociales.
El desempleo alcanza a 166.000 personas, o sea al 3.7% de la población activa, según el gobierno. Para los sindicatos este índice es tres veces más alto. La inflación es de un 9 a 10%. Tales guarismos explicarían las propuestas moderadas de los socialdemócratas.
Olof Palme, quien vuelve al primer plano de la política sueca con el triunfo socialdemócrata, indicó que su partido restituirá el subsidio a los desempleados y revalorará las jubilaciones con respecto al aumento del costo de vida, pero no ofreció aumentar el nivel de vida que, según expertos europeos, disminuyó un 2% el año pasado. Los sindicatos y los trabajadores en general aceptarán esos sacrificios, piensa la cúspide socialdemócrata, si obtienen una mayor participación en la vida de las fábricas y un mejor control de sus inversiones. Para propiciar este cambio los socialistas suecos insistieron durante la campaña en la creación de "fondos económicos de los trabajadores", proyecto que ha sido ampliamente combatido por los sectores patronales desde 1975.