Home

Mundo

Artículo

PALABRAS CONTRA MEGATONES

Reagan modera su lenguaje antisoviético pero Moscú no le cree

20 de febrero de 1984

Diez meses después de hablar de la URSS como el "foco del demonio en el mundo moderno", el Presidente Reagan ha decidido disminuir considerablemente el tono de su retórica. De ahora en adelante el otrora "imperio diabólico" es una nación con la que Estados Unidos desea "establecer una mejor relación de trabajo, marcada por mayor cooperación y entendimiento" con el firme propósito de alcanzar la coexistencia pacífica.
Los discursos encendidos son cosa del pasado y al cabo de meses de cuasi-congelamiento en las relaciones entre las dos superpotencias, la Casa Blanca quiere demostrar al mundo que es la primera en tender la rama de olivo. Sin embargo, al cabo de tres años de escuchar a Reagan condenar los "abusos del comunismo", son muchos los que se resisten a creer que éste quiere hacer borrón y cuenta nueva.
Desde los pre-candidatos demócratas, hasta la agencia TASS, fueron numerosas las voces que denunciaron el mensaje conciliatorio pronunciado por el jefe del Estado norteamericano el pasado 9 de enero, más como una maniobra política dedicada a impresionar a los votantes que como un esfuerzo sincero de llevar a los rusos a la mesa de negociaciones.
Con la campaña electoral ya prácticamente en marcha las relaciones Este-Oeste constituyen uno de los puntos flacos del "candidato" Reagan y a los sufragantes no les gusta que el Presidente se mantenga diciendo bravuconadas que ponen nervioso a cualquiera. Por su parte, el gobierno continúa insisitiendo que la nueva moderación de Reagan obedece a un deseo honesto de mejorar el actual estado de cosas.
A su vez, el Kremlin no está todavía dispuesto a hacer las paces, tal como fue demostrado el miércoles anterior con ocasión de la "Conferencia sobre Confianza y Construcción de Medidas de Seguridad y Desarme en Europa" que se celebró en Estocolmo, Suecia. Allí, el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Andrei Gromiko, denunció a los norteamericanos por su "patológica obsesión armamentista" negando al mismo tiempo la posibilidad de una normalización de las relaciones entre los dos países, especialmente en el área que más le interesa a la administración Reagan: las conversaciones sobre desarme nuclear suspendidas unilateralmente por Moscú hace un par de meses como protesta al emplazamiento de los misiles de la OTAN en Europa Occidental.
Según los soviéticos todo conducto de comunicación está bloqueado mientras los Pershing sigan apuntándoles. "Habiendo iniciado la instalación de los misiles, Washington ha hecho las negociaciones inoficiosAs", agregó Gromyko. Pese a que los asesores de Reagan confían en que los soviéticos acabarán cediendo en el futuro cercano y egresando a Ginebra una vez que se den cuenta que no hay planes para retirar los proyectiles aliados, un sector amplio de los especialistas sostiene que la furia del Kremlin va en serio. En particular, se comenta que ante la prolongada enfermedad de Andropov los militares han llenado el vacío, adoptando una línea de intransigencia. Adicionalmente, fuentes periodísticas en Moscú dicen que en el seno del Politburó se ha desarrollado una profunda desconfianza hacia Reagan debido a la cual los líderes soviéticos preferirían esperar el resultado de las elecciones de noviembre en los Estados Unidos para tomar una decisión de fondo.
Inclusive se anticipa que el reintegro de Andropov a sus funciones -esperado para inicios de febrero- no va a ocasionar ningún cambio favorable en la situación. Tal apreciación parece ser confirmada por la instalación de por lo menos diez nuevos misiles soviéticos en Alemania Oriental y Checoslovaquia, en respuesta a las medidas de la OTAN.
El endurecimiento de la URSS no es placentero en absoluto ni para el mismo Reagan ni para sus aliados europeos. Con todo, no se puede desconocer que el Presidente norteamericano tiene algunos ases más bajo la manga que bien jugados le pueden ganar la partida.
Otra alternativa ya emprendida es la de jugar la carta de China pretendiendo una acercamiento mayor entre Pekin y Washington; con tal objetivo fue aceptada la visita del Primer Ministro chino Zhao Ziyang quien estuviera en la capital norteamericana hace unos días renovando los "vínculo de amistad" entre las dos naciones Para corresponder la atención, Reagan se dispone a viajar al país oriental a mediados de abril en un movimiento que debería producir una reacciór soviética positiva.