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Elegido en 1960, John F. Kennedy se convirtió en el segundo presidente más joven de Estados Unidos, después de Theodore Roosevelt. Ejerció como Presidente desde 1961 hasta su asesinato en 1963.

ANÁLISIS

Palabras de Kennedy cobran vida 50 años después de su posesión

El 20 de enero de 1961 John F. Kennedy pronunció un discurso en su posesión como presidente de Estados Unidos con algunas metáforas que hoy siguen teniendo fuerza en una nación en busca de visión y propósito.

Liz Sidoti, AP
20 de enero de 2011

Cincuenta años después que John F. Kennedy pidiera a los estadounidenses que se sumaran a una generación dominada por un liderazgo nuevo y el patriotismo, algo es perfectamente patente: la actualidad no se parece a la mítica era de Camelot, como fueron apodados los años del malogrado presidente.
 
De ser pronunciada por un político de actualidad, la famosa frase de Kennedy de "No pregunten" podría ser tildada de una soflama socialista a favor de más gobierno. Su idílica ensoñación de un mundo unido, dispuesto a "explorar las estrellas, conquistar los desiertos, erradicar las dolencias, explorar la profundidad de los océanos" podría ser rechazada por los cínicos como quimeras carentes de datos específicos.

Hoy Estados Unidos es una vez más una tierra dividida. Esta semana, al cumplirse medio siglo del discurso inaugural de Kennedy, quizá el más famoso de ese tipo en la historia del país, cabe pensar: En el 2011, ¿qué conceptos del magistral discurso siguen vigentes?

"Desgraciadamente, en el ambiente de hoy, los discursos suelen afirmar 'No pregunten lo que pueden hacer por su país, pregunten lo que pueden hacer por su partido''', afirmó Mark McKinnon, ex asesor tanto de demócratas como republicanos y que recientemente ayudó a fundar el grupo no partidista No Labels (Sin etiquetas).

El discurso inaugural de 14 minutos y con un contenido dominado por la Guerra Fría, modelado por un ex combatiente de la Segunda Guerra Mundial y destinado a un país en vísperas de una revuelta cultural, está ciertamente desfasado. Aquí, como en la mayor parte del mundo, el ambiente político ha cambiado.

Empero, algunas de las metáforas más relevantes en el discurso de Kennedy — una antorcha pasada a una nueva generación, el clarín que vuelve a sonar — siguen teniendo fuerza y frescura en una nación en busca de visión y propósito.

Un sondeo de Los Caballeros de Colón-Marista difundido el miércoles indicó que la mayoría de los encuestados creen que los ideales principales descritos por Kennedy — entre ellos el servicio y la libertad — siguen dominando las creencias de los estadounidenses pese al correr de tantos años.

Pero, también perviven muchos de los temores y angustias.

Los estadounidenses siguen preocupados por la importancia de su país. La mayoría sigue creyendo que su nación está destinada a la grandeza. Siguen buscando un mapa que marque el futuro, por muy divididas que sean sus soluciones.

"Kennedy intentaba escribir palabras que resistieran el paso del tiempo", opinó Richard Tofel, autor de "Sounding the Trumpet: The Making of John F. Kennedy's Inaugural Address" (El sonido de la trompeta: La redacción del discurso inaugural de John F. Kennedy). "El idealismo y el optimismo no siempre están de moda, pero siguen destacándose y sigue teniente verdadera fuerz".

El discurso, sostiene Tofel, sigue teniendo vigencia en parte porque Kennedy creía "en una sincera comunión con la nobleza del servicio público".

¿Es posible esgrimir hoy el mismo argumento? La recuperación económica es débil, el desempleo elevado. El país libra dos guerras y los campos políticos están profunda, y con frecuencia, airadamente divididos. La confianza en los líderes políticos para solucionar los problemas nacionales ha disminuido. Los cambios ocurren cada vez con mayor rapidez en un país que vuelve a encarar amenazas a su dominio global.

"Era una época muy diferente y una audiencia diferente, con una opinión diferente del gobierno", dijo Thurston Clarke, autor del libro "Ask Not: The Inauguration of John F. Kennedy and the Speech That Changed America" (No pregunten: La inauguración de John F. Kennedy y el discurso que cambió a Estados Unidos). "No podría ser pronunciado hoy, debido a cómo es visto el gobierno".

En aquel entonces había varias diferencias clave:

— Las amenazas eran diferentes. Durante la Guerra Fría, en 1961, la principal preocupación eran los soviéticos. Ahora, es el terrorismo de extremistas repartidos en varios países y que con frecuencia no juran pleitesía a nadie. Además, en el horizonte: el crecimiento económico de China, la India y varias potencias emergentes.

— El cinismo no era tan descarado. La desconfianza no permeaba la política estadounidense con la magnitud de hoy, en parte porque los descontentos — y activistas — carecían de un medio para ampliar sus voces. No todo el mundo poseía una imprenta o acceso a la televisión o la radio. Ahora, los avances tecnológicos brindan un megáfono a todo aquel con acceso a una Wi-Fi.

— Menos polarización. Los políticos populares eran más centro-derechistas, como Richard Nixon, y centro-izquierdistas, como Kennedy. Hoy, elementos radicalizados de la derecha y de la izquierda dominan el discurso público, y el medio es más parco en palabras.

— Opinión sobre el gobierno. La Gran Depresión, la Segunda Guerra Mundial y el Sistema Interestatal de Autopistas contribuyeron a que el gobierno sea considerado una fuerza positiva. Hoy, tras años de estancamiento partidista, los conservadores y muchos independientes miran con recelo a Washington y consideran el expansionismo federal bajo el presidente Barack Obama un problema, no una solución.

"Es casi en este momento una confianza ingenua que si el gobierno se empeña, puede hacerlo", dijo el profesor de la Universidad de Illinois John Murphy, que escribe un libro sobre los discursos presidenciales de Kennedy.

Hoy, agrega, "la gente está esperanzada, pero también duda que el gobierno pueda solucionar todos estos problemas".
 
Discurso de posesión de John F. Kennedy, el 20 de enero de 1961