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La presencia de Bolsonaro puede generar un nuevo rumbo de la política exterior en el ámbito regional, a tiempo que el presidente de México, López Obrador, condecora el criticado yerno de Trump. | Foto: Jorge Restrepo

ANÁLISIS

Bolsonaro: el hombre que hizo girar a un gigante

De la izquierda a la derecha, la llegada del nuevo presidente de Brasil provocará un cambio en la política latinoamericana. El excanciller Julio Londoño Paredes explica los puntos críticos.

1 de enero de 2019

Se está llegando a un punto en el que, en la mayoría de los Estados, las grandes masas no son ni de izquierda ni de derecha, ni siquiera de centro. Tan solo están hastiadas de las falsas promesas, del populismo, de la manipulación y de la corrupción.

¿Acaso se puede calificar, por ejemplo, al Brasil como de izquierda o de derecha? Hace un par años, era líder del socialismo del siglo XXI, ahora se lo cataloga como el futuro adalid de la derecha latinoamericana.

El hecho es que, sin que medie demasiado análisis, Bolsonaro ya ha formulado algunos anuncios que indican cuál será el rumbo en la política exterior brasileña.

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Los Estados Unidos calificaron como una “oportunidad histórica” el advenimiento al poder del nuevo mandatario. En alguna forma, es la línea que siguió el secretario de Estado Henry Kissinger, que en una muestra de desprecio hacia los demás países latinoamericanos, afirmó “para hablar con América Latina es suficiente dialogar con Brasil”.

Bolsonaro anunció durante su campaña electoral y luego como presidente electo, su intención de trasladar la embajada brasileña en Israel desde Tel Aviv a Jerusalén, siguiendo los pasos de los Estados Unidos. Ahora Benjamin Netanyahu, el mandatario israelí, no obstante la grave crisis política que afronta en su país, viajó al Brasil a la transmisión del mando, afirmando que el país sudamericano tiene "un enorme potencial para el Estado de Israel, tanto en la esfera económica como de seguridad y política".

No hay que olvidar que el presidente Duque durante su campaña anunció el posible traslado de la embajada de Colombia a Jerusalén y hasta ahora ese paso no se ha dado. Se dicen en las campañas cosas que no siempre se cumplen.

Igualmente, el designado nuevo ministro de Relaciones Exteriores brasileño afirmó que “por respeto al pueblo venezolano, no invitamos a Nicolás Maduro para la investidura del presidente Bolsonaro. No hay lugar para Maduro en una celebración de la democracia y del triunfo de la voluntad popular brasileña”.

No sería raro por tanto que el Brasil se uniera a la iniciativa del presidente Duque y de otros jefes de Estado de denunciar a Maduro ante la Corte Penal Internacional. De todas maneras, se percibe desde ya la sutil influencia de la Cancillería de Itamaraty, ya que no obstante los anuncios del nuevo mandatario, todo parece indicar que Brasil no suspenderá sus relaciones con Venezuela.

De otra parte, Mauricio Macri, el presidente de Argentina, se ha expresado elogiosamente de su colega brasileño y ha anunciado que habrá una fuerte alianza económica y política entre los dos países, que hasta hace poco tiempo eran enconados rivales.

Argentina, con Colombia y México, se enfrentó firmemente a Brasil en su aspiración a obtener un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. No sería imposible que ahora, con el nuevo mandatario, al menos Colombia y Argentina cambien de posición, aunque esté muy lejos la posibilidad de una reforma de la Carta de la ONU.

Para completar Bolsonaro fue, como Hugo Chávez, oficial del cuerpo de paracaidistas del Ejército. Sus rivales del partido de Lula fueron censurados repetidamente tanto por oficiales en servicio activo, como de la reserva, que incluso amenazaron tácitamente con un golpe militar en caso de la liberación de Lula, alegando la violación a la Constitución.

Mientras que el Tribunal Supremo Federal del Brasil decidía sobre el recurso de habeas corpus presentado por el expresidente Lula acusado de cargos de corrupción, el comandante del Ejército en un significativo mensaje de Twitter señaló: “Aseguro que el Ejército brasileño juzga compartir el anhelo de todos los ciudadanos de bien de repudio a la impunidad y de respeto a la Constitución, a la paz social y a la democracia”.

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Como si fuera poco, como Bolsonaro anunció como presidente electo el retiro de 18.000 médicos cubanos que estaban en Brasil, mediante un convenio suscrito por la presidenta Dilma Rousseff con el gobierno de Cuba, La Habana resolvió retirar rápidamente su misión médica antes de que el nuevo presidente asumiera el mando.

El presidente Díaz Canel, en un reciente acto público al regreso de los médicos cubanos, expresó que habían escrito “una historia digna, heroica, gloriosa e internacionalista” en Brasil e hizo un elogio a la presidenta Rousseff.

La presencia de los médicos, además del efecto que producía entre la población brasileña, era una fuente de ingresos para el gobierno cubano que retenía cerca del 75 por ciento de los 3.300 dólares que el Brasil pagaba por cada uno de los médicos. Naturalmente, que al igual que en Venezuela, no se limitaban estrictamente a atender a pacientes, sino que cumplían algunas otras tareas.

La presencia de Bolsonaro puede generar un nuevo rumbo de la política exterior en el ámbito regional, a tiempo que el presidente de México, López Obrador, condecora el criticado yerno de Trump. De pronto pasa con él, lo mismo que sucedió con el exmandatario peruano Ollanta Humala que todos creyeron que iba establecer el socialismo en el Perú. Los años demostraron que no fue así.

(*) Excanciller, exembajador. Profesor de la facultad de gobierno, ciencias políticas y relaciones internacionales de la Universidad del Rosario.