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REVELACION INESPERADA

La revista Defence Attache causa gran dolor de cabeza a Reagan

23 de julio de 1984

La situación de semi empate en que había quedado el debate político entre Estados Unidos y la Unión Soviética en torno al derribamiento de un avión surcoreano de pasajeros, en la noche del 31 de agosto 1° de septiembre del año pasado, por un caza soviético que lo sorprendió volando sobre el espacio aéreo de este último país, giró sorpresivamente la semana pasada contra Washington cuando la revista inglesa Defense Attache, que no simpatiza lo más mínimo con la URSS, publicó el resultado de su propia investigación del insuceso. La revista, poco conocida internacionalmente pero muy bien acreditada en los círculos especializados en cuestiones militares y de defensa de Occidente, admite que el avión surcoreano irrumpió en el espacio aéreo soviético en forma premeditada con la finalidad de obligar al sistema soviético de defensa antiaérea a encender sus sistemas de alerta para que los servicios de espionaje electrónico de Estados Unidos registraran la ubicacion y señales de los radares, radioescuchas y otros equipos electrónicos rusos.
El editor de la revista, R. Pengelli, quien tuvo acceso a información técnica no publicada hasta la fecha, reveló además que la tripulación del transbordador espacial Challenger, que se encontraba en órbita en el momento del vuelo del avión comercial, actuó al unísono con éste, con el satélite espía norteamericano Ferret-D y con por lo menos un avión militar norteamericano, clasificado como RC-135, el cual volaba cerca de los hechos pero fuera de espacio soviético. (Ver diagrama). Según Defence Attache, el Challenger "coordinó toda la operación de espionaje", y para cumplir ese papel su puesta en órbita fue aplazada especialmente durante 36 horas en relación con el plan inicial.
La administración Reagan, sorprendida por las conclusiones de la revista inglesa, trató de ratark importancia al informe. El secretario de Defensa, Caspar Weinberger, declaró al respecto que la información de la revista no incluía "nada nuevo" y que en general repetía "la versión soviética" del incidente.
Washington siempre sostuvo que el avión surcoreano penetró el espacio aéreo soviético "por error", contrariando incluso las evaluaciones de algunos expertos norteamericanos y japoneses, como Kenneth Lawrence, y K. Yoshiwara, quienes meses antes habían emitido opiniones semejantes a las de Defence Attache. Este último, en su libro Directores de Crisis, había llamado la atención sobre el hecho de que dos semanas antes del vuelo fatal, el avión de la KAL se encontraba en la base aérea norteamericana de Anchorage, donde fue equipado con los correspondientes aparatos electrónicos. También señalo que la tripulación de tal transporte fue aumentada de las habituales veintidós personas a 29 y que los nombres de los "supernumerarios" nunca fueron dados a conocer por la aerolínea.
Tal vuelo espía, aparentemente no fue el primero en la ya larga historia de la guerra fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética. T. Bernard y E. Nelsón, dos ex agentes de la Agencia de Seguridad Nacional, el departamento de inteligencia más secreto y poderoso de los Estados Unidos, escribieron en el periódico Denver Post, tras la aparición del artículo inglés, que los órganos de espionaje norteamericanos utilizan en gran escala los aviones civiles para recoger datos de espionaje.
De ser esto cierto, y verdad los hechos planteados por Defence Attache, las consecuencias para Estados Unidos serán gravisimas, no sólo desde el ángulo político sino desde el lado moral y jurídico. El hecho de haber permitido el ingreso de dos centenares de personas inocentes al avión espía, para usarlos como disfraz, incluyendo un senador (Larry McDonald) y a sabiendas de que el KAL iba a embarcarse en una misión extraña en una área de tan alto riesgo, es una monstruosidad sin nombre. "Ellos le deben al mundo una excusa y un ofrecimiento de unirse al resto del mundo para producir un sistema para evitar que esto nunca jamás vuelva a suceder", dijo Ronald Regan el 5 de septiembre de 1983, refiriéndose a la Unión Soviética, responsable, según el, del incidente. De ser cierto lo dicho por Defence Attache, esas palabras cobran gran actualidad pero en relación con su original autor.--