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"SE APROXIMAN DIAS GLORIOSOS Y TERRIBLES"

Las grandes internacionales políticas hacen desesperados esfuerzos por evitar una guerra entre Nicaragua y Honduras

8 de agosto de 1983

Los habitantes de El Paraiso, un pueblito hondureño perdido en la montaña, con menos de diez mil almas, y a sólo 12 kilómetros de la frontera con Nicaragua, creían que lo habían visto todo en materia de parafernalia militar. Acostumbrados como están a ver pasar ahora frente a sus casas a unidades militares de su país y a escurridizos guerrilleros antisandinistas, pensaban que la guerra, si bien era una realidad unos kilómetros más abajo, se demoraría en venírseles encima a ellos. Sin embargo, empezaron a cambiar de parecer este 1o. de julio cuando ruidosos comboyes militares agregaron un sobresalto nuevo a su villorrio.
Ante ellos estaban rodando, esta vez, hileras de pesados camiones atestados de soldados rumbo a la frontera nicaraguense, por la destapada carretera que venía de Danlí, una ciudad varios kilómetros más al norte.
Contaron los carros armados y llegaron hasta 29. "Toda una compañía militar", pensaron algunos. Pronto se enteraron, por un locutor de la región, que en Danlí, las tropas de su país hervían por todas partes y que allí la Asociación de Ganaderos y Agricultores de Oriente había sido transformada por ellas en un cuartel general.
¿Qué pasaba? La respuesta no se hizo esperar. De hecho había sido dada la vispera por las autoridades de la vecina Nicaragua. Según ellos tal movimiento de tropas era el preludio de una invasión a su país. Tomás Borge, quien esto decía, había afirmado además que la invasión a Nicaragua había sido ya decidida por Honduras en una reunión secreta en la que participaron "los representantes de la CIA, el general Gustavo Alvarez, jefe del Ejército hondureño, y dirigentes contrarrevolucionarios".
De acuerdo con esta versión angustiada, la guerra se iniciaría tras ataques aéreos contra puestos hondureños por parte de aviones supuestamente sandinistas y de actos de guerra de contrarrevolucionarios que, utilizando uniformes sandinistas, crearían la imagen de que Nicaragua agredió a Honduras.
La réplica de Tegucigalpa fue dada por el coronel Danilo Ferrera Suazo, comandante de la 110 brigada de Infantería del Ejército hondureño y responsable de esa zona fronteriza. Según él, tal movilización de tropas no abrigaba "ninguna intención bélica contra Nicaragua", síno que, "pretendía proteger la zona de los ataques del Ejército Popular Sandinista", el cual, en su opinión, había minado la carretera entre Trojes y Cifuentes, en el departamento de El Paraíso, donde murieron el 21 de junio pasado dos periodistas norteamericanos en confusos hechos, cuya autoría ninguna de las dos partes en conflicto reclamó.
Pero las afirmaciones hondureñas convencieron a muy pocas personas. Por ejemplo, las grandes internacionales políticas, o sea la Internacional Socialista (IS) y la Internacional Demócrata Cristiana (IDC),comenzaron desde Europa a realizar desesperados esfuerzos por evitar el estallido de una guerra total entre los dos países, al igual que el Grupo de Contadora. En ese sentido, el presidente de la IS, Willy Brandt, llegó el 7 de julio a Madrid, invitado por Felipe Gonzalez, y expresó que la situación en Centroamérica era "muy grave" y que esperaba que la acción mediadora de ellos y de Contadora "ojalá no fuera a dar frutos demasiado tarde".
También concurrieron a esa urgente reunión el ex presidente venezolano Carlos Andrés Pérez, el ex presidente de Costa Rica, Daniel Odúber y el canciller nicaraguense, Miguel D'Escotto, quienes, en su conjunto, deseaban entrar en conversaciones con el canciller hondureño, Edgardo Paz Barnica, esperado también en Madrid.
Sin embargo, el pesimismo era manifiesto, al imperar en ellos la sensación -y algunos lo dijeron textualmente- que los Estados Unidos está dispuesto a apoyar esa intervención militar contra Nicaragua, a partir de Honduras.
Pérez incluso no vaciló en declarar que Centroamérica ha llegado "a un punto de crisis definitiva" y fustigó a Estados Unidos por optar "por el camino bélico, cuando apoya sin embozos la acción guerrillera en Nicaragua, refuerza el apoyo militar a El Salvador y construye bases en Honduras".
Andrés Zaldívar, presidente de la IDC, quien se sumó también a esos contactos, enfatizó que los países Europeos y Contadora debían buscar una salida pacífica y dirigirse al gobierno nicaraguense para instarlo a desarrollar un régimen pluralista y democrático que elimine una de las causas de la presente situación".
Pero la respuesta de Managua al masivo traslado de tropas hondureñas a la frontera fue también militar: Humberto Ortega jefe nacional de las milicias sandinistas, el 6 de julio reveló que todo el territorio nicaraguense sería "minado" con algo más de 50.000 integrantes de milicias territoriales, para combatir a los rebeldes y parar "una posible invasión por parte de Estados Unidos".
No obstante, lo que resumió mejor el estado de animo de los gobernantes de Managua fue otra cosa: Tomás Borge, después de enfatizar que si bien la revolución sandinista jamás querría una guerra con su vecino, dijo que ellos entendían que evitarla ya era imposible y, en tono entre resignado y marcial, espetó premonitorias palabras: "Se aproximan días gloriosos y terribles".
¿CONTADORA EN VISPERAS DE UNA CRISIS?
El actual "hombre fuerte" de Panamá, general Rubén Darío Paredes, sorprendió a los observadores la semana pasada cuando declaró, sin mayores argumentos, que su gobierno "rompería" sus relaciones diplomáticas con Nicaragua y Cuba "si continuaban con su actual política en Centroamérica". El canciller Amado pronto explicó que tal advertencia reflejaba el punto de vista de Panamá. Pero tampoco Amado dio en ese ocasión la menor pista acerca de por qué ese gobierno amenazaba romper sus relaciones con un país que es objeto de las gestiones de paz del grupo de Contadora. Por el contrario el canciller panameño lo que hizo fué reiterar, una y otra vez, una tesis ajena a los principios que sobre la crisis en Centroamérica nuclea a los cuatro países del grupo, México, Colombia, Venezuela y Panamá.
Planteó que "el armamentismo" en esa región era una "realidad importada" sugiriendo veladamente que los dós citados países eran los responsables de un "flujo ilegal de armas entre naciones" .
También advirtió dicho canciller que "cuando la capacidad de diálogo se merma" (...) cuando "la comunicación deja la efectividad por una prepotencia y por acciones represivas", esa acción diplomática "tiene que ceder para que otra mecánica busque solución a los conflictos".
Lo interesante es que dos días antes el coordinador de la Junta de Gobierno de Nicaragua, Daniel Ortega, había asegurado en Santo Domingo, República Dominicana, que el grupo de Contadora estaba en peligro de ser saboteado desde dentro, en interés de la política norteamericana sobre Centroamérica en vista de la fuerza que esta iniciativa de paz está tomando a nivel mundial. ¿Se refería Ortega a la cancillería panameña cuando anotaba esto? Es difícil asegurarlo. Lo cierto es que el 6 de julio, empezó en Managua a correr el rumor de que el gobierno sandinista no estaba muy contento de que la programada reunión del grupo de Contadora para el 15 de este mes se realizará en Panamá, a pesar de que en ella, se supone, se analizan los últimos acontecimientos del conflicto centroamericano. De otro lado, no puede ignorarse que desde hace algún tiempo los panameños venían impulsando algunos lineamientos en Contadora que no eran bien recibidos por el grupo de países. En abril pasado, por ejemplo, el general Paredes insistió en que Contadora tuviera reuniones con los comandantes de los ejércitos de El Salvador, Honduras y Guatemala para que las gestiones del grupó fueran realmente viables. Las cancillerías de los países integrantes de Contadora desestimaron tal iniciativa, así como hicieron a comienzos de mayo, cuandó sectores gubernamentales de Costa Rica solicitaron que Contadora constituyera una fuerza que asumiera la "vigilancia" de la frontera entre Costa Rica y Nicaragua. A cambio de ello, el grupo decidió integrar una comisión civil que investigara las tensiones sociales y los sucesos militares en esa frontera.
¿Es Panamá la "carta" de Washington dentro de Contadora? Tal pregunta a estas alturas no aparecería como un despropósito, si se analizan los temores de Managua y la citada advertencia del gobierno panameño contra este país, que de hecho implíca un drástico cambio de opinión de Panamá respecto de los criterios que Contadora se ha dado sobre los orígenes de la crisis centroamericana. Como se sabe, este grupo de países rechazó la tesis de que el conflicto centroamericano sea el resultado del "armamentismo" en la región, o de la contienda Este-Oeste. Si ese es ahora el punto de vista del gobierno panameño una seria disención en el seno de Cóntadora se estaría gestando, con todas las implicaciones de parálisis a sus gestiones que ello acarrearía.