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UNA CAJA DE PANDORA

La propuesta de Reagan de construir un antisimil basado en el rayo laser desata reacciones encontradas.

9 de mayo de 1983

¿Está el mundo encaminándose hacia la otra etapa, aún más inquietante, de la guerra fría? La respuesta, según lo vienen indicando los intercambios de declaraciones entre Washington y Moscú, parece ser afirmativa.
Al mismo tiempo que la presión en Europa por una solución a la amenaza nuclear aumenta, el Presidente Reagan ha decidido, aparentemente, tensar aún más la cuerda mediante nuevas propuestas, catalogadas por muchos como poco conciliatorias. Al parecer la oposición que ha creado en el Congreso la propuesta del gobierno de aumentar en un 10% el presupuesto de Defensa y la conformación de un poderoso movimiento pacifista dentro de los Estados Unidos, ha llevado al primer mandatario norteamericano a apelar a argumentos más extremos.
En todo caso, en una primera vuelta escenificada antes del receso de la Semana Santa, la Cámara de Representantes, controlada por los Demócratas. Pasó fácilmente un ante proyecto en el que se reduce en mas de la mitad el aumento pedido por Reagan. La última palabra la tendrán desde luego los senadores, donde es dominante el sector republicano, pero incluso éstos sólo aprobarán un aumento del 8% .
Lejos entonces de negociar esos guarismos, el jefe de la Casa Blanca ha dicho que no cederá un ápice pues considera que un incremento menor del pedido pondría en peligro la seguridad norteamericana. Con todo, se aseguraba en estos días en el Capitolio, que si a la administración no le queda otro recurso, se plegará por un aumento cercano al 7%, siempre y cuando el Congreso apropie los fondos para el remozado plan de los misiles MX.
Mientras llega esa hora, el Presidente ha acudido a los electores mediante la televisión que es el modo más directo de influir sobre los congresistas, a la espera de canalizar la opinión en su favor.

¿ABAJO EL DESARME?
Sin embargo, a Reagan no siempre le salen las cosas como las desea. A su mensaje del 23 de marzo, en el que afirmó que su gobierno estaba empeñado en descubrir una nueva estrategia que "promete cambiar el curso de la historia humana", al convertir en "ineficaces e inútiles" las armas nucleares, le salieron rápidamente al paso los críticos, acusándolo de faltar a la objetividad, y de estar pensando en una "guerra de las galaxias", según expresión del mismo Edward Kennedy.
De todos modos, lo que planteó el Presidente Reagan en esa fecha fue inusitado. Pidió a la comunidad científica que fabricó la bomba atómica, crear un arma antibalística capaz de interceptar y destruir los misiles estratégicos soviéticos antes de que estos puedan explotar en cualquier punto de los Estados Unidos. Los especialistas recordaron de inmediato que un mes después de su elección, Reagan declaró estar dispuesto a "salvar a los Estados Unidos del peligro nuclear gracias al sistema de defensa antimisil basado en el rayo laser" en el que las firmas Rockwell International, Lockheed y los laboratorios de los Alamos Laurense Livermore, del Pentágono, vienen trabajando activamente desde hace varios años. En 1981, un estudio afirmaba incluso que los rayos de energía lumínica concentrada, disparados a la velocidad de la luz, serían cincuenta mil veces más rápidos que un interceptor clásico o un cohete y podrían destruir cualquier misil soviético desde su mismo lanzamiento.
Influenciado por esas perspectivas. el Presidente norteamericano pretende, según sus partidarios, pasar de la era de la "destrucción mutua asegurada", a la era de la "supervivencia mutua asegurada ".
Esto explicaría la extraña invitación hecha a los soviéticos por el secretario de Defensa, Caspar Weinberger, para que desarrollen ellos sus investigaciones en ese tipo de armas.
Desde luego, el anuncio de Reagan suscitó numerosos comentarios. Los primeros fueron de los soviéticos. El Premier Yuri Andropov, catalogado en noviembre como una persona "abierta a Occidente", tratando de demostrar que puede ser tan duro como el que más, acusó a Washington de "querer desarmar a la URSS" con esos dispositivos, de estar violando, con su propuesta de guerra de las galaxias, los acuerdos del tratado Salt firmado en 1972, y de "abrir las válvulas de una nueva carrera armamentista desenfrenada en el campo defensivo y ofensivo ".

UN 5% QUE ACABARIA CON EL MUNDO
Otras consideraciones de peso han comenzado también a hacerse oír en torno a la propuesta de Reagan. Jan Lodal, antiguo miembro del consejo de seguridad, insistió -por ejemplo- en el "efecto desestabilizador" que podría crear el citado sistema de defensa. El peligro radica para él en el hecho de que cualquier superpotencia que posea un sistema perfecto de ataque de réplica podría caer en la tentación de ser el primero en disparar.
Por otra parte, sectores de la comunidad científica norteamericana no ocultaron su escepticismo sobre la validez de dicha estrategia, que, de todos modos, no podría ser operacional antes de fin de siglo, lapso durante el cual la URSS, que también ha adelantado investigaciones en ese campo, pondría en funcionamiento un sistema equivalente o perfeccionaría otros tipos de defensa: blindaje particular de sus misiles, proliferación de sus cohetes para "ahogar" las armas antimisiles del adversario, etc.
El antiguo presidente del Instituto Tecnológico de Massachussets, señor Wiesner, también mostró sus dudas. En declaraciones al "New York Times" dijo que "Hay mas de 10 mil armas nucleares en cada campo. Si un sistema de defensa neutraliza a un 90 ó.95 %, lo que sería un milagro, el 5 o 1% restante bastaría para destruir completamente la civilización".
Otras personalidades, como Harold Brown, ex secretario de Defensa, evocaron el costo colosal del proyecto: cien mil millones de dólares, que podrían ser sólo un despilfarro más de la carrera de armamentos si la URSS responde con la misma solución.
En Europa, donde los proyectos desmesurados de los norteamericanos son analizados cuidadosamente, las tesis de Ronald Reagan han sido comentadas con circunspección. Saben los europeos que si las dos superpotencias deciden convertir sus "santuarios nucleares" en fortalezas inexpugnables, el Viejo Continente será, más que nunca, el teatro obvio de sus batallas.
Con el respaldo que recientemente Weinberger recibiera de los aliados. Reagan tiene todavía un margen para hacer exigencias. Sin embargo, con las manifestaciones pacifistas domésticas creciendo y las externas haciendo conquistas en los parlamentos europeos, parece difícil que a largo plazo el jefe de la Casa Blanca pueda mantenerse "en sus trece ".

GROMIKO RESPONDE A REAGAN
Exceptuando a Grecia, los gobiernos europeos se declararon satisfechos con las propuestas que hiciera el 30 de marzo el presidente Reagan a los soviéticos. En su discurso de esa fecha ante la OTAN, Reagan defendió su "opción cero" pero dijo estar dispuesto a estudiar todas las "soluciones intermedias" a condición de que éstas impliquen el desmantelamiento parcial de los misiles soviéticos SS-4 SS-5, y SS-20 y un desmonte parcial de los misiles norteamericanos Pershing 11 y Cruise en Europa.
Reagan, no por olvido, no dio cífra alguna al respecto. La administración norteamericana parece haber comenzado a utilizar el método empleado por Andropov que le permite, sin variar sus posiciones, mantener la iniciativa en la negociación y mostrar a la opinión pública, en especial a los pacífistas, su "buena voluntad" para llegar a un acuerdo. Ello llevó a Reagan a plantear a los rusos que "así como ustedes rechazan mi "opción cero" digan ustedes hasta qué punto están dispuestos a reducirlos" .
La respuesta vino de Andrei Gromiko, ministro de Relaciones Exteriores soviético, en su primera rueda de prensa celebrada en Moscú desde 1979. Luego de fustigar las alusiones del presidente norteamericano a la URSS como un "imperió demoniaco", Gromiko califícó de "inaceptable" la propuesta de solución intermedia de Reagan pues ella en su opinión, ignoraba los centenares de aviones norteamericanos en Europa y en sus alrededores, los cuales pueden portar armas nucleares. Añadió que tal propuesta no incluye tampoco los misiles británicos y franceses que apuntan hacia la URSS. Los rusos, por otra parte dijo Gromiko, han propuesto la tesis de renunciar al uso de las armas nucleares y del no uso de la fuerza, algunas de ellas desde hace 35 años, las cuales Occidente simplemente ha ignorado o rechazado sistemáticamente.
Replicando a la tesis norteamericana que considera el desplazamiento de los SS-20 como insuficiente en razón de la facilidad con que pueden ser transportados y del peligro que representan para paises como Japón y China, Gromiko desmintió la impresión de Occidente según la cual la URSS estaba dispuesta en caso de negociación, a destruir úna parte de sus SS-20. Declaró: "Es nuestro asunto y nuestro derecho instalarlos en las regiones orientales de la URSS" . Cualquier petición en contrario por USA "excluye de por sí la posibilidad de un acuerdo".
Algunos de éstos afirman que en última instancia la URSS está decidida a esperar, tratando de tomar ventaja de las divisiones que suscitarán en Europa, en caso de fracasar las negociaciones la instalación de los euromisiles dé la OTAN. Estados Unidos, por su lado, tendrían la misma actitud de espera. La única nota "optimista" la dio Henry Kissinger, en una rueda de prensa el 22 de marzo en París. Los soviéticos, dijo, mantendrán durante algunos meses sus esfuerzos para sembrar el pánico entre los alemanes e impedir el despliegue de los cohetes de la OTAN. Pero cuando esos esfuerzos hayan fracasado, habrán progresos".