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UNA HUELGA DE HAMBRE

La historia de los rebeldes del IRA puede repetirse.

26 de julio de 1982

Una crisis política de amplias proporciones estaría fermentándose en Lisboa a causa de una huelga de hambre adelantada desde comienzos de junio por tres presos políticos.
Miembros de un grupo de extrema izquierda, Amilcar Romano, Carlos Antunes y Joao Santos, emprendieron una huelga de hambre que podría hacer que en Portugal se repitiera un caso similar al de Bobby Sands y sus compañeros del Ira irlandés, tras el rechazo que hiciera la Asamblea de la República de un proyecto de ley que los favorecía.
Todo comenzó cuando el primer ministro y presidente del mayoritario partido Social Demócrata (PSD) Francisco Pinto Balsemao, se opuso al proyecto de ley de la amnistía que había sido impulsado por 31 diputados de todos los partidos políticos.
No es la primera vez que los citados presos políticos apelan a la huelga de hambre para recuperar su libertad.
A ellos y a otras 27 personas en prisión se los acusa de atentados con explosivos y de algunas muertes ocasionadas por esos actos terroristas. Pero la mayor parte de los delitos que se les imputan tuvieron lugar realmente después de junio de 1978.
Después de 21 días de ayuno de Antunes y de once de Joao Rodarte de Almeyda, militante del PRP, representantes de todos los partidos - excepto del comunista- se comprometieron en ese entonces a promulgar una ley de amnistía que incluyera los casos de los presos del PRP.
Pero la promesa de los diputados no cristalizó, ante la intransigente actitud de Pinto Balsemao.
Con la huelga de hambre reemprendida ahora por Almicar Romano -a quien no le permiten recibir correspondencia ni a su abogado, ni a un médico- las tensiones políticas han comenzado a aflorar en el país. El teniente coronel José Manuel Costa Neves, miembro del influyente Consejo de la Revolución, apeló a la "conciencia de los hombres y las instituciones democráticas" para evitar la muerte de los huelguistas. A tal llamamiento de Costa Neves se sumaron otros dos miembros del Consejo de la Revolución, el mayor Vasco Lourenzo y el capitán de fragata Vitor Crespo.
"Encuentro incomprensible la actitud inclemente y excesivamente rigurosa de los que oyendo sólo la voz de su orgullo ponen en riesgo la vida humana" dijo Costa Neves. "independientemente de que (los presos del PRP) hayan cometido faltas graves contra la sociedad, es evidente la motivación política de sus acciones" (las cuales) "han sido amnistiadas en diversas ocasiones por la Asamblea de la República", explicaron el mayor Lourenzo y el capitán Crespo.
Por su parte, el presidente de la República, general Antonio Ramalho Eanes ante rogativas de los familiares de Amilcar Romano, solo respondió que no podía interferir en las atribuciones de los demás poderes del Estado, mientras que la prensa de Lisboa editorializaba sobre la gravedad de la situación. Una diputada gobiernista, Helena Rosseta, protestó a finales de junio por la dureza del gobierno. "Si la inflexibilidad es el dios del Estado -dijo- si esta es la teología de la severidad, yo también me condeno, porque cometo el crímen de ser flexible, compasiva y humana".
En cualquier momento podría morir uno de los huelguistas. Romano al momento de redactar esta nota, 23 de junío, completaba 34 días de ayuno y su estado de salud había sido calificado de desesperado. Al igual que el de Antunes.
¿Conducirá el primer ministro Pinto Balsemao a su país a la misma verguenza que la primera ministra británica Margaret Thatcher arrojó sobre Inglaterra cuando dejó morir a más de nueve huelguistas de hambre del IRA irlandes?