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VELA DE ARMAS EN PORT STANLEY

Parapetado en la capital de las islas, los soldados Argentinos alimentan la íltima esperanza.

5 de julio de 1982

Sin novedades realmente importantes en el campo militar, y con nuevos intentos fallidos de negociación diplomática, transcurrió la guerra del Atlantico Sur esta semana. Las tropas inglesas, habían logrado consolidar su dominio sobre las alturas que circundan a Puerto Argentino (Port Stanley), una vez vencieron la resistencia argentina en Goose Green.
Por su parte las tropas argentinas, a unos 20 kilómetros de la líneas inglesas, reforzaban sus puestos de combate gracias a nuevos contingentes de infantería, nuevos dispositivos de artillería pesada y municiones, llegados, junto con alimentos, desde sus bases en el continente.
El conflicto parecía así evolucionar irremediablemente hacia una masiva y mal confrontación terrestre entre los bandos, en vista de que las esperanzas de unas últimas gestiones del Secretario de Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuéllar, se disipaban una vez más en Washington. Igual suerte corría la nutrida delegación de Buenos Aires, que en Nueva York exploraba las posibilidades de un acuerdo con los ingleses. El subsecretario de relaciones exteriores argentino, Enrique Ros, en compañía del general Miguel Mallea Gil, agregado militar en Washington, con el vicealmirante Benito Moya, jefe de la casa militar de la presidencia, y el brigadier José Miret, secretario de planeamiento, habrían intentado llegar a una solución negociada. Pero la "Irreducible intransigencia británica", como ellos dijeron, frustró el intento, que buscaba impedir un baño de sangre final en la capital de Malvinas.
Sin embargo choques aislados entre grupos de vanguardia de los dos ejércitos continuaban intercambiando disparos esporádicamente a la espera, probablemente, de verificaciones que la inteligencia británica se hallaba haciendo sobre la posible existencia del temible napalm, entre los recursos de los argentinos. Fuentes británicas dijeron, una vez capturado Goose Green, que allí los argentinos habían tenido tal elemento y temían que el enemigo estuviera esperando el choque en Port Stanley para arrojarlo sobre la infantería inglesa. En realidad, la estrategia argentina para esta fase final parece fincarse en concentrar en esa ciudad, los 9.000 hombres que les quedan y enfrentar al enemigo hasta el último hombre.
La moral de tales tropas parecía estar intacta. Todo indica que la rendición de los 1.200 soldados argentinos en Goose Green ocurrió cuando se agotaron sus municiones, tras haber parado con éxito el asalto de los paracaidistas.
Ante el repliegue argentino, el mando británico había escogido intensificar la guerra psicológica. Cazas Harrier dejaron caer durante el jueves y viernes sobre Puerto Argentino miles de volantes en los que se exhorta a las sitiadas tropas a que se rindan. Cada volante equivale a un salvoconducto para franquear las líneas inglesas sin peligro. Uno de sus apartes dice: "Piensen en el peligro en que se hallan. Vuestras raciones el agua se ven disminuídos debido al bloqueo británico. Las cosas se pondrán peor".
Esta lucha de palabras no impedía a la flota inglesa continuar sus bombardeos, sobre las posiciones de defensa de la capital de las islas, aunque sin éxito aparente. El Estado Mayor Conjunto argentino insistía en que sus posiciones en Puerto Argentino "están consolidadas" y que sus hombres "esperan la batalla con el ánimo retemplado por la arenga de su gobernador militar" Se referían al discurso que el general Benjamín Menéndez dirigiera, triunfalista, a sus tropas: "No sólo debemos derrotarlos sino que debemos hacerlo de manera tal que su derrota sea tan aplastante que nunca más vuelvan a tener esa atrevida idea de invadir nuestra tierra"
Finalmente, el ministro de Relaciones Exteriores, Nicanor Costa Méndez, asistía en Cuba a la reunión del Buró de Países no Alineados, la cual discutía una declaración de apoyo a la Argentina, lo que era respondido con un veto Anglo-Norteamericano a una resolución de Naciones Unidas exigiendo un cese de fuego en el Atlántico Sur.