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¿VUELVEN LOS MONTONEROS?

Propiciando actos violentos algunos sectores blanden la amenaza del terrorismo para pedir de nuevo "mano fuerte"

13 de agosto de 1984

¿Existe la posibilidad de que el grupo guerrillero Montoneros esté volviendo a resurgir en Argentina? El gobierno, el peronismo, algunos ex montoneros en el exilio o en prisión y aún sectores de las Fuerzas Armadas han repetido hasta el cansancio que no, que ésa es una etapa superada. "Esto no es más que un invento para impedirle al pueblo la paz", dijo a SEMANA el titular del bloque peronista del Senado Vicente Saadi, a quien los militares quisieron vincular con Montoneros en mayo de 1983 y fracasaron rotundamente.
Es de creer entonces, que apariciones de pancartas montoneras y manifestaciones públicas y rumores acusando a la organización guerrillera--que actuó en los años 70--de nuevos desmanes, provengan de grupos que intentan resucitar la amenaza del terrorismo para devolver el péndulo de la opinión pública--ahora bastante radicalizada en contra de los militares-hacía una posición más reconciliatoria o aún justificatoria del siniestro aparato de terror montada por los Generales del llamado Proceso de Reorganización Nacional", a partir de 1976.
De hecho, cuando enormes carteles de Montoneros aparecieron el pasada 2 de abril, en una manifestación organizada por soldados ex combatientes en Malvinas, en conmemoración del desembarque argentino en las islas dos años atrás, y ésta terminó violentamente con el incendio de la Torre de los Ingleses, muchos se apresuraron a afirmar el reinicio de la lucha terrorista por parte de Montoneros. Sin embargo, según declaraciones a SEMANA de los organizadores de la manifestación "los que armaron lio fueron los miembros de un conocido grupo nacionalista de derecha".
Más recientemente, en una gran concentración de las juventudes de todos los partidos del espectro político argentino, para protestar en contra de las recetas recesivas exigidas por el Fondo Monetario Internacional a la Argentina para renegociar su deuda externa, también se levantó una pancarta gigante de Montoneros y sus portadores cantaban estribillos característicos de esta organización. Para sorpresa de muchos, cada una de las juventudes políticas, incluída la peronista, le hizo el quite al pequeño grupo de Montoneros, dejándolos aislados. Este hecho parece probar bien que la juventud desconfía de estos "montoneros" porque dudan que en realidad lo sean, o que aunque éstos fueran realmente integrantes de la atomizada organización guerrillera, ya no gozan de la simpatía que alguna vez tuvieron en los jóvenes, ni siquiera entre los de su propio partido peronista. De tal manera que estos incidentes demuestran que las probabilidades de un resurgimiento del grupo Montoneros en la sociedad argentina son bastante escasas.
Las investigaciones de una serie de incidentes violentos, presuntamente de carácter político, como un ataque a la sede social de militares en Córdoba, el robo de armas y municiones del Batallón Logístico 9 de Comodoro Rivadavia y finalmente el más grave de todos: la bomba puesta en el avión que conduciría a la señora de Perón y a funcionarios gubernamentales a España--que estaba lista para detonar apenas el avión tomara altura--no han apuntado en ninguno de los casos hacía Montoneros. Es más se probó que en el robo de armas estaban involucrados 25 oficiales y suboficiales del Ejército. También, según declaraciones oficiales, el aparato explosivo de 400 gramos de trotyl encontrado en la nariz del Jumbo 747 de Aerolíneas Argentinas horas antes de su partida a Madrid, sólo pudo haber sido perpetrado por alguien que tenía acceso a la nave--restringido al personal del aeropuerto y Fuerza Aéreas y que además conocían mucho de aviación y de técnicas explosivas muy sofisticadas.
Estas revelaciones llevaron a algunos políticos a acusar a "la mano de obra desocupada" como autores del atentado, en elíptica alusión a los sectores paramilitares y parapoliciales que quedaron cesantes al desmantelarse el poderoso aparato de inteligencia del Estado dictatorial. No es casual entonces, que varias de estas irregularidades hayan sido o parezcan ser obra de grupos de extrema derecha, ex integrantes de los servicios de inteligencia o de allegados a las Fuerzas Armadas. Tal vez sean ellos los interesados en mantener la amenaza terrorista para comenzar a crear la ilusión de que se necesita de nuevo "una mano fuerte" en la Argentina.
Algo que quizás de manera más concreta, ha impactado la opinión pública y ha sacudido la polémica alrededor de Montoneros es la decisión de la Corte Suprema de Justicia brasileña de extraditar a Argentina al máximo líder montonero, Mario Eduardo Firmenich. A pesar que la extradición fue concedida a condición de que la Argentina se comprometiera formalmente a no juzgar a Firmenich por lo que la corte brasileña considera delitos políticos--asociación ilícita posesión de armas y explosivos de guerra y de documentación falsa--y a no darle una pena mayor a los 30 años de prisión, este tribunal supremo admitió que las acusaciones de homicidio, intento de homicidio y secuestro resultante en muerte,no son enteramente políticos y por lo tanto justifica la extradición del líder guerrillero.
La reacción de los distintos sectores en la sociedad argentina fue bastante variada. Algunos peronistas y organizaciones por los derechos humanos repudiaron la extradición de Firmenich por que consideran que ésta viola la tradición latinoamericana de respeto al asilo político. "Yo podré estar de acuerdo o discrepar con Firmenich, dijo a SEMANA el senador Vicente Saadi, pero lo que no puedo hacer como gobernante es romper la tradición en forma negativa, y al mismo tiempo no tener la sensibilidad indispensable para escuchar el clamor de todos los hombres de Latinoamérica que se interesaron por su no extradición". En los diarios argentinos apareció publicada una solicitud por la no extradición del dirigente montonero firmada por unas 300 personalidades del Brasil, y otras tantas de Bolivia, Costa Rica, Colombia, Chile, Ecuador, Guatemala, México, Panamá, Perú y Puerto Rico.
Hay otros, que discrepando con la definición puramente política de Montoneros y considerándola como una organización donde la violencia era su fin y no su medio, han apoyado al gobierno en su intención de juzgar a los líderes de esta organizacion. "Es importante que las cortes traten al líder de Montoneros como a un criminal común, porque a la violencia sin sentido no se le puede permitir que se disfrace de "justicia social" y menos cuando las instituciones de la ley y la democracia son socavadas por la ley de la pistola", editorializó un matutino porteño. Un tercer grupo teme que Firmenich salga absuelto por la justicia argentina y una vez libre, retorne a las actividades terroristas, "No hay pruebas contundentes en las acusaciones de homicidio, y la única que hay es la confesión del mismo Firmenich sobre el secuestro y asesinato del general Aramburu", dijo a SEMANA un preocupado jurista. "pero por esto no se le puede juzgar ya que la ley de amnistía dictada por el gobierno de Cámpora en 1973 ya lo perdonó ".
Aún no se sabe cuando regresará Firmenich a su patria, ya que todavía existen varias trabas legales para efectuar la extradición. Tampoco se puede predecir el resultado de su juicio, ni la reacción que éste traiga entre los argentinos. Sin embargo, lo que sí es claro es que los argentinos están cansados de violencia y que la mayoría--así como lo demostró con su voto en las elecciones del 30 de octubre--quiere ver la sangrienta era del terrorismo, así como la macabra represión que le sucedió, atrás en la historia. -
María Teresa Ronderos, corresponsal de SEMANA en Buenos Aires -