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ACUERDO PARA UNA CRISIS

El apoyo de López Michelsen al gobierno habría detenido una inminente crísis política.

11 de abril de 1983

Detrás del profundo impasse en que ha quedado sumido el país a raíz de la caída de los decretos de emergencia económica, habría una crisis social y económica pero no política, afirmó la semana pasada el presidente Betancur.
Quince días atrás, sin embargo, nada indicaba que así fuera: la crisis política parecía inevitable. Al quedar las medidas de emergencia del Presidente engarzadas en las redes de la Corte Suprema de Justicia, pareció abrirse la etapa más difícil para el gobierno No sólo quedaba el país en el más nebuloso limbo fiscal, con la consecuente paralización en el terreno económico, sino que no quedaba claro con qué apoyo contaría el Presidente en el Parlamento en su intento de reconstruir su plan económico.
Sectores del liberalismo, recordándole al Presidente lo que consideraban el marginamiento a que había sometido al partido derrotado, presagiaron una dura batalla política y hablaron de la necesidad de replantear la composición del gabinete.
Tal momento crítico se vivía en medio de una de las oleadas de inestabilidad social más recias que había vivido el país en los últimos años, no sólo por la arremetida de la delincuencia común,-que había llegado a extremos de sofisticación y capacidad técnica no vistos antes en el país, como se hizo evidente en el secuestro del funcionario de la Texas, Kenneth Bishopsino además por una serie de acciones continuadas por parte de la guerrilla que parecían indicar que le concedian días contados al experimento de la amnistía y que se estarían preparando para volver a la guerra pura y dura.
Ante esta situación, sectores de opinión, cuyo vocero más notorio habría sido El Tiempo, propusieron un "Gran acuerdo nacional" entre los partidos-que era expuesto en términos de cerrar filas en torno al gobierno ante la amenaza de una crisis socialpara sortear la situación. Esta propuesta, que contó con algunas respuestas positivas, parecía sin embargo demasiado abstracta si se quedaba en meros pronunciamientos de solidaridad, mientras que, si se llevaba a los hechos, podía tener la dinámica -según interpretaron algunos, como el ex presidente López Michelsen-de un virtual regreso al Frente Nacional.
El ex presidente López, por su parte, planteó el apoyo al gobierno, a título personal y no en términos de acuerdo histórico, alrededor de un programa de acción concreto que incluia la discusión de puntos como la reforma tributaria, el régimen de impuesto a la renta, la doble tributación, el manejo de la cuenta especial de cambios, catastro, entre otros. Este temario, que sería discutido en una comisión accidental del Parlamento, integrada por los partidos y bajo la coordinación de miembros del gobierno, tendría como fin inmediato mostrarle a la opinión pública un acuerdo político básico en torno a los decretos que habrían de pasar después por el Parlamento y anticiparle a los desconcertados colombianos un panorama de lo que pueden ser las medidas económicas y fiscales que sean oficialmente adoptadas más adelante.
La propuesta de López fue bien recibida por el presidente Betancur, quien vio una perspectiva positiva en "el diálogo civilizado en busca de soluciones creadoras... entre los dirigentes de todos los partidos". La respuesta por parte de los diversos sectores del conservatismo varió desde el rechazo por parte de La República hasta el recibimiento entusiasta de El Siglo, pasando por la aceptación recelosa de la revista Guión, que hablara de la "posición tornadiza de la noche a la mañana "de López Michelsen.
La propuesta de López, que parece contar con consenso dentro del liberalismo, tiene, sin embargo, en relación con este partido, el carácter transitorio que le da el hecho de haber sido planteada por su máximo dirigente, en momentos en que está a punto de dejar su cargo, por renuncia irrevocable. El 16 de marzo será elegida la nueva Dirección Nacional Liberal, que tendrá que ratificar o modificar la posición oficial del liberalismo frente al gobierno.-