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Erika Cecilia Yenerys Gutiérrez, la joven que apareció descuartizada en Ibagué el pasado sábado, y su esposo, el comandante operativo de la Policía del Tolima, Coronel José Joaquín Aldana. (Fotos: Cortesía diario El Nuevo Día)

CRÓNICA JUDICIAL

Amor y tragedia entre Érika Yeneris y el Coronel Aldana

El brutal asesinato de la esposa del comandante de Policía en Tolima sigue siendo un misterio para las autoridades. Sin embargo, lo último que se supo de la pareja podría ayudar a esclarecer el crimen.

Olga Lucía Garzón, corresponsal de Semana en Ibagué
7 de octubre de 2009

La historia de amor entre Érika Cecilia Yeneris Gutiérrez, la joven que apareció descuartizada en Ibagué el pasado sábado, y el comandante operativo de la Policía del Tolima, coronel José Joaquín Aldana, comenzó como un cuento de hadas en Sucre.

Érika Cecilia y el coronel se conocieron en Sincelejo, cuando ella tenía algo menos de 18 años. Se vieron por primera vez durante una ceremonia en la escuela de Carabineros de Sucre, donde José Joaquín Aldana era el segundo comandante al mando. Ella había ido a acompañar a su hermano, Sánder, quien recién ingresaba a la policía.

Ese día se miraron, y desde ahí él comenzó a frecuentarla en la casa. Pasados unos meses, se casaron. Su boda fue muy concurrida y se llevó a cabo en una iglesia de Cartagena.

Dos años después tuvieron a su primera hija, y cinco años más tarde nació la segunda bebé. Daniela y María José se convirtieron en al amor de la pareja.

Según Ubaldo Yeneris, hermano de Érika Cecilia, desde el momento del matrimonio, la relación era la de una pareja normal, “Érika siempre iba para donde a él lo mandaran” dijo Ubaldo a Semana.com.

Pero hace dos años todo cambió. La relación se comenzó a deteriorar.

“Estaba cansada de tanta viajadera, no tenía amistades, se sentía sola. Su vida era muy inestable”, recuerda la mamá de Érika que le comentó hace poco su hija, la menor de cuatro hermanos y que tendría hoy 32 años. "Me dijo que quería separarse", agrega.

Pero cuentan que cuando le decía a su marido que se quería ir de la casa, que lo iba a abandonar, el oficial la amenazaba. “Le decía que la iba a acusar de secuestro y discutían fuerte…” dice Rosa su hermana mayor.

Pese a las amenazas del Coronel Aldana, Érika ya habían decidido, según le dijo a su familia, que cuando hubiera traslado, se quedaría en Medellín con sus niñas. Por eso la familia se sorprendió cuando en enero Aldana llegó a Ibagué, y ella siguió con él.

Buzón de mensajes
El pasado 6 de septiembre, los parientes de Érika Cecilia perdieron toda comunicación con ella. Les pareció raro pues siempre hablanban al menos día de por medio.

“La llamábamos, y el celular nos mandaba a buzón” dice Sánder Yeneris, otro de sus hermanos que empezó a preocuparse por el silencio. 

“Le preguntábamos a Joaquín, le pedíamos encarecidamente que nos dijera algo de ella pero nos contestaba que estaba viajando, que no nos preocupáramos por ella ”.

Pero la respuesta no los convenció, primero porque Érika Cecilia nunca dejaba de llamar a su mamá. Le pedía que estuviera pendiente de las niñas.

“Era de las personas que llamaba cuando salía y cuando llegaba. Entre más distante, más nos informaba de sus pasos, para que su mamá no se preocupara” señala su pariente.

Además, algo importante es que nunca salía sola. Siempre la acompañaba un escolta, comentó Rosa, quien recordó que Érika tenía compromisos sociales los lunes, miércoles y viernes.

Ante la insistencia de la familia, lo último que les comunicó el oficial era que Érika Cecilia se había ido para Costa Rica. No obstante tras las averiguaciones en el DAS, se dieron cuenta de que la joven no presentaba registro de salida del país, y que además tenía su pasaporte vencido.

“Mi mamá llamó al fijo de la casa en el barrio Piedra Pintada (Ibagué), pero el teléfono había sido desconectado. Entonces se comunicó al celular de la empleada del servicio. Ella le comentó que el coronel era quien había pedido que se cortara el teléfono, y que las niñas estaban bien.”

Empieza el rastreo
El 18 de septiembre, muy preocupados, familiares de la mujer llegaron hasta Ibagué, y tras visitar la casa en Piedra Pintada, se encontraron con la sorpresa de que la empleada del servicio había sido despedida, que la casa estaba desocupada y que a las niñas se las habían llevado.

Sospechando ya algo grave, el 21 de septiembre la familia acudió a Internet para empezar a circular un aviso de busqueda. Lo enviaron por todas partes.

“¡Busco a mi hermana Érika Cecilia Yeneris Gutiérrez… urgente.. desaparecida en Ibagué, en septiembre -9-de 09... Comunicarse con su mamá en Cartagena.” 

También interpusieron una denuncia en Ibagué ante las autoridades. “Llamé a Joaquín y le conté que estaba en la Fiscalía; me preguntó qué hacía yo ahí, y le dije que buscando a mi hermana. Le pedí que me dijera cómo estaba vestida cuando salió. Me dijo que tenía un jean y una blusa roja, pero la encontraron con una pijama” cuenta.

Pero todas las pesquisas fueron en vano. Un vigilante de la hacienda San Isidro, en la salida de Ibagué hacia el norte del Tolima, ya la había encontrado sin saber:  dentro de bolsas negras de basura el vigilante reportó el hallazgo de una cabeza y los brazos de una mujer. Días después, a lo largo de la vía Ibagué - Alvarado, aparecieron las piernas, los dedos de los pies y el tronco en esqueleto, así como alguna ropa de esta joven trigueña de cabello castaño oscuro y largo.

Le dañaron el rostro haciéndole muchos cortes con cuchillo y le quitaron los pulpejos de las manos, con el fin de que no quedara huella para identificarla, según contó uno de los investigadores.

El pasado sábado, el CTI, la Fiscalía y la Policía en Bogotá dieron a conocer la identidad de los restos: el cuerpo en pedazos era el de Érika Cecilia Yeneris Gutiérrez, esposa del comandante operativo de la Policía en el Tolima, coronel Joaquín Aldana.

83 días de vacaciones sin mujer
Días antes de que la policía identificara los restos, el coronel Aldana visitó al comandante encargado de la Policía del Tolima, coronel Israel Robayo.

“Me pidió 83 días de vacaciones para atender una situación que se le estaba presentando con su esposa”, dijo a Semana.com el coronel Robayo. Además en la carta de solicitud pedía la baja.

Un día después, Robayo se enteró, a través de los periódicos, de la brutal muerte de la esposa de Aldana quein había estado en su oficina hacía menos de 24 horas.
 
"Él nunca me dijo nada sobre la desaparición de su esposa, y menos sobre su muerte”, afirmó Robayo, quien se mostró sorprendido.

“Es un oficial brillante, con una carrera exitosa con más de 400 felicitaciones en su hoja de vida por los positivos en contra de bandas de narcotraficantes” señaló el oficial.

Robayo trató de contactar a Aldana pero no lo encontró. Pensó que el oficial había viajado a acompañar a la familia de su esposa, en el sepelio.

“Esperamos verlo en el entierro, pero ni siquiera nos ha llamado, no se ha manifestado con nada, no nos ha dado ninguna ayuda” dice Rosa.
 
El Comandante de la Policía Nacional, general Oscar Naranjo se ha apersonado de la investigación. "No estamos satisfechos con las explicaciones que hemos oido", dijo ayer Naranjo en una rueda de prensa. "No descartamos ninguna hipótesis hasta ahora".

Para la familia de Érika Cecilia éste ha sido el hecho más aterrador de sus vidas. “Esperábamos encontrarla viva", dice Rosa. "Nunca nos imaginamos que estuviera muerta y menos en esas circunstancias tan horribles”.

Ahora sólo esperan que se haga justicia. “Se lo dejamos a la Justicia Divina. Tenemos mucha fe en esta Ley, y esperamos que éste no sea otro crímen que quede en la impunidad”, puntualizó Rosa. 

La Fiscalía, quien busca a Aldana, ya logró ubicar a las niñas de la pareja. Están en casa de la abuela paterna, pero la familia Yeneris Gutiérrez espera que se las entreguen.

"Supimos que han preguntado por su abuela y han dicho que quieren verla. A ellas ya les contaron que su mamá murió, pero no les describieron cómo fue encontrada" dijo Rosa visiblemente agobiada. "Ahora sólo queremos llorar a Érika abrazados con las niñas".