Home

Nación

Artículo

Al igual que Álvaro Uribe, Andrés Felipe Arias usa gotas homeopáticas. Lee con dedicación las biografías de Simón Bolívar, Ronald Reagan y Abraham Lincoln. Aspiraba a ser el sucesor de Uribe. | Foto: SEMANA

PERFIL

Andrés Felipe Arias, de la cima a la sima

En menos de una década, Andrés Felipe Arias fue viceministro de Hacienda, ministro de Agricultura y precandidato presidencial. Una trayectoria inusual para alguien menor de 40 años, pero que podría tener punto final con la sanción de la Procuraduría.

19 de julio de 2011

El más uribista de todos los uribistas. Así lo decían varios de sus compañeros de gabinete y así lo demostraban 10 de las 12 fotos que adornaban su despacho en el Ministerio de Agricultura.
 
Andrés Felipe Arias (Medellín, 4 de mayo de 1973) se hizo figura pública a la sombra de Álvaro Uribe. En el 2002 fue nombrado viceministro de Hacienda y allí, pese a no tener perfil protagónico, empezó a destacarse por su caracter y temperamento. Pero en el 2006, cuando acompañó a las urnas a su jefe para votar por la reelección, recibió el premio de la cartera de Agricultura.
 
Era el inicio de una carrera política vertiginosa. Ese único cargo le supuso a Arias un gran reconocimiento entre un sector ideológico de la sociedad colombiana, ese mismo que defiende la mano dura frente a la guerrilla y la conservación del orden público.
 
Por eso, cuando la segunda reelección se cayó en la Corte Constitucional, Arias pareció ungido como el verdadero sucesor de Uribe. La referencia de ‘Uribito’, que todo el país hacía de Arias, no era gratuita. Incluso, en una entrevista en Teleantioquia, el entonces presidente Uribe afirmó: “Andres Felipe Arias es mi copia mejorada”.
 
Con ese testimonio aspiró a ser presidente de la República. Disputó la consulta de su partido, el Conservador, pero en un auténtico y controvertido ‘voto finish’ perdió la opción de ser el candidato. Noemí Sanín, con un reducido margen, lo derrotó en las urnas.
 
La derrota no fue fácil de asimilar y por eso decidió dejar en libertad a quienes lo habían acompañado en su campaña. No apoyó abiertamente a Noemí.
 
Tras los resultados de la primera vuelta presidencial, el 30 de mayo del 2010, con el fracaso del Partido Conservador, fue el primero en ponerse la camiseta de Juan Manuel Santos, incluso antes de que su partido adhiriera a ese proyecto.
 
Pese a su derrota, Arias, con 37 años, emergía como la figura joven del Partido Conservador y su ficha presidenciable para el 2014 (cerca de 1'100.000 votos en su primera incursión electoral lo avalaban).
 
Pero pocos días después, por las irregularidades descubiertas en el programa de subsidios agropecuarios Agro Ingreso Seguro, la lupa de la justicia se tendía sobre él.
 
Santos le ofreció la embajada en el Vaticano, pero las investigaciones abiertas en la Procuraduría lo obligaron a desistir del nombramiento.
 
Incluso, las primeras decisiones del gobierno Santos, especialmente el restablecimiento de las relaciones con Venezuela y su presidente Hugo Chávez, a quien Santos denominó “mi nuevo mejor amigo”, lo llevaron a cambiar de orilla.
 
En el partido Conservador, Arias lideró la corriente que cuestionaba los retrocesos del gobierno Santos en materia de seguridad. Una corriente que crecía y era respetada en la colectividad.
 
Sin embargo, la apertura de cargos en la Procuraduría y el anuncio de imputación de delitos por parte de la Fiscalía obligaron a Arias a desaparecer de la política diaria, obviamente, a la espera de las decisiones disciplinarias y penales que se pudieran presentar.
 
Su antiguo jefe el expresidente Álvaro Uribe no ocultaba su temor por lo que le pudiera pasar a uno de sus principales alfiles. El pasado mes de mayo, un periodista le preguntó: "¿Usted teme que manden a la cárcel a Andrés Felipe Arias como a los otros exfuncionarios del ministerio por Agro Ingreso Seguro?". "Es posible", respondió Uribe.
 
Pero esa carrera política, que se advertía imparable, pareció llegar a su fin. Hoy 19 de julio del 2011, la Procuraduría lo inhabilitó por 16 años para ejercer cargos públicos. Arias tiene la oportunidad de reponer la decisión, pero de quedar en firme, una de las fichas del uribismo quedaría fuera del ruedo político por década y media.
 
Un hombre de armas tomar
 
Antes de ser funcionario, Andrés Felipe Arias fue un aventajado estudiante. Su trayectoria académica está llena de distinciones. Cursó el bachillerato en el Columbus School, en Medellín. De esa época, su profesor de química, Alberto Lopera, recuerda que su ambición recurrente era conquistar el mundo, dominar las masas y saber qué había después de la muerte.
 
Luego vivió una experiencia que lo marcó profundamente. Un año de servicio militar en el que aprendió y se enamoró de la disciplina castrense, al punto de que pensó en seguir la carrera. “Creo que en otra vida fui militar y hasta peleé guerras”. Finalmente se decidió por la economía. Varios compañeros y profesores coinciden en que era el más brillante. Se graduó en Los Andes y luego, gracias a una beca, obtuvo el doctorado de la Universidad de California, en el 2002. Regresó a Colombia e ingresó al Gobierno. Llegó a ser viceministro de Hacienda.
 
Alguien próximo a él en esa época explica que pasó de esa cartera a la del agro porque el ministro Alberto Carrasquilla no se lo aguantó más. Pero ya el presidente se había fijado en él. Y, por supuesto, él en Uribe. Se conocieron en el Club Campestre de Medellín en el 2000. A partir de entonces, y durante más de un año, Arias le envió al presidente documentos de interés por correo electrónico. “Hasta cuando él no pudo volver a responderme por falta de tiempo”, recordaba Arias en diálogo con la revista SEMANA.
 
De vuelta en el país, tras concluir el doctorado, Arias ingresó al Ministerio de Hacienda. Llegaron los roces con Carrasquilla y fue nombrado viceministro de Agricultura; luego de un año, el presidente le confió la conducción de la cartera. El 21 de enero del 2005 fue designado ministro de Agricultura y Desarrollo Rural.
 
Además de la plena identificación con las tesis uribistas, el ministro comparte –imita, dicen sus retractores– ese estilo de ejecutar la política. Una vez, cuando los precios de la panela cayeron, Arias visitó sorpresivamente tiendas y abastos para verificar que no se estuviera vendiendo derretimiento de azúcar por panela auténtica. En una Semana Santa se le vio distribuyendo alimentos a las comunidades pobres del Carmen del Darién, en Chocó. Pero más conocidos son sus duros enfrentamientos con el Polo Democrático, que contemplan desde gritos hasta demandas penales.
 
“Sus iniciativas y todos los auxilios económicos que está dando son politiquería”, apuntó en su momento un crítico de la gestión de Arias que pidió reservar su nombre. Rafael Mejía, presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia, afirmó -en cambio- que el ministro le dio nivel a una cartera tradicionalmente opaca. Por su parte, Arias sostuvo durante su administración que pudo ayudar a los agricultores con recursos económicos gracias a que su gestión cuadruplicó el presupuesto al pasar de 300.000 millones de pesos a 1,2 billones. “No hay politiquería porque todo se tramita por convocatorias transparentes”.