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El colombiano de Hizbulá

Nuevas investigaciones reconstruyen el perfil de un misterioso sanandresano que se habría convertido en un coordinador del terrorismo islámico en América Latina.

7 de abril de 2018

El 18 de julio de 1994, la comunidad judía sufrió uno de los peores ataques desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Un carro bomba explotó frente al edificio de la Amia, en Buenos Aires, que ofrecía servicios a los judíos argentinos. Ese día murieron 86 personas y más de 300 quedaron heridas. Las investigaciones, con el tiempo, develaron la figura de un colombiano que, desde la sombra, había movido los hilos del sangriento atentado perpetrado por Hizbulá, un grupo libanés catalogado entre los más peligrosos del mundo.

Desde entonces, las autoridades han reconstruido la identidad de Samuel Salman el Reda por partes, como un rompecabezas. Sus papeles colombianos indican que nació el 6 de julio de 1965 en la isla de San Andrés, aunque algunas versiones apuntan a que los documentos podrían ser falsos. El seguimiento de sus pasos muestra que por años vivió en La Guajira, donde se presentaba como un comerciante, hasta que se casó con una argentina y con ella se mudó a Buenos Aires en 1989.

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La figura de El Reda pasó de agache por varios años, hasta que el fiscal argentino Alberto Nisman lo volvió a señalar como el cerebro del atentado a la Amia, justo antes de que, en enero de 2015, el investigador apareció muerto en el baño de su apartamento con un disparo en la cabeza, en un hecho aún sin resolver, en el que han resultado envueltas personalidades poderosas de ese país.

Las recientes investigaciones sobre una red criminal dedicada al narcotráfico, el testaferrato y el lavado de activos acaban de agregarle una pieza más al misterioso perfil de El Reda. De paso, pusieron en evidencia que Hizbulá ha extendido sus vínculos a lo largo de América Latina, y en especial en Colombia, para financiar sus acciones terroristas por fuera del Oriente Medio.

La red quedó expuesta en octubre pasado, cuando la Policía capturó en Cartagena a Abdala Rada Ramel, un libanés con ciudadanía venezolana que manejaba rutas para enviar cocaína desde los puertos del Caribe colombiano al Líbano. También había montado una estructura de establecimientos comerciales en la costa, que usaba para lavar la plata del crimen.

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Las autoridades colombianas deportaron a Rada al Líbano, y allá empezó a revelar las entrañas del brazo latinoamericano de Hizbulá. Entonces salió a flote, de nuevo, el supuesto cerebro del atentado en Buenos Aires, de quien se desconocía su paradero. Según la versión de Rada, El Reda era su contacto en el Líbano, a quien le mandaba cocaína oculta entre cargamentos de carne, para que allá se encargara de lavar la plata que terminaba por financiar el terrorismo. Además lo calificó como un “comandante mayor de Hizbulá”.

Las autoridades argentinas le han pedido información adicional a la Interpol, que emitió una circular roja contra El Reda, para terminar de desenmarañar la red. Por lo pronto, ya han establecido que el brazo de Hizbulá opera en varias ciudades de la costa, escondido bajo las fachadas de la venta de textiles y la exportación de carbón y carne.

Pero el grupo terrorista no se habría limitado a conseguir recursos en el país; también estaría reclutando miembros dentro de la comunidad musulmana, para luego enviarlos al Líbano a completar el adoctrinamiento. Otras investigaciones pasadas ya habían dado cuenta de que Hizbulá hizo contacto con grandes estructuras delincuenciales locales, como la Oficina de Envigado.

Las nuevas indagaciones muestran que a la distancia El Reda, conocido entre sus células como Sami, habría seguido a cargo de coordinar las acciones del grupo extremista en América Latina. A su hermano José Salman El Reda, por su parte, también lo investigan como presunto financiador de ataques terroristas. Los nuevos hallazgos ayudan a completar la historia del supuesto colombiano de Hizbulá que durante décadas se ha movido como una sombra por el mundo criminal.