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COMIENZA LA LUNA DE MIEL

Mientras el presidente electo gana terreno en la opinión pública, liberales y conservadores maniobran por sus propios intereses.

12 de julio de 1982

Mientras el actual gobierno se despedía levantando el Estado de Sitio, comenzaba la luna de miel del nuevo presidente con los colombianos. Con un acertado manejo de las relaciones públicas, Betancur se ha propuesto, y hasta ahora parece haberlo conseguido, conquistar a muchos de los ciudadanos que votaron contra él en la pasada elección (ver recuadro).
A medida que el presidente electo se convertía en el centro de atención del país, pasaban a un plano secundario los demás protagonistas de los eventos pre-electorales. Mientras excandidatos y ex-presidentes alistaban sus maletas para diversos viajes de reposo, continuaba, velada o abiertamente, el forcejeo en torno a la interpretación del artículo 120. Hubo durante la semana documentos o declaraciones de López, Pastrana, Galán y el Directorio Nacional Conservador.
López, antes de volar el jueves a la Florida, donde descansará algunos días, envió una carta a los directores alternos del partido, Germán Zea, Victor Mosquera, Gustavo Balcázar y Diego Uribe, solicitándoles "allegar información" sobre los puntos de vista del Presidente electo en relación con la posible colaboración del partido liberal en el gobierno. Señala que, en su opinión, las disidencias pueden ser atendidas, pero es el liberalismo oficial el que debe tener la personería en cualquier clase de negociaciones.
Pastrana, por su parte, incurrió en una aparente contradicción, al declarar al diario "La República", el martes 8, que el artículo 120, de interpretación exclusiva del presidente, debe tener una aplicación restrictiva "al partido mayoritario distinto al del presidente de la república". Con esto parecía vetar las posibilidades de ANAPO de participar en el gobierno. Posteriormente, en declaraciones del jueves, le daría una interpretación mucho menos categórica, afirmando: "El presidente Betancur dará participación en su gobierno a los diversos sectores políticos".
El Directorio Nacional Conservador también hizo una declaración reiterando que la interpretación del artículo era fuero exclusivo del jefe del estado. Galán, enfrentado al creciente desinterés post-electoral de la opinión pública por su movimiento, y a una división interna entre "incontaminados" y "pragmáticos", alrededor de una posible participación en el gobierno, parece haberse inclinado finalmente por la no aceptación de cuota burocrática para el Nuevo Liberalismo en el gobierno de Betancur.
Mientras estos aspectos eran objeto de discusión por parte de los diferentes grupos, Betancur mantenía un prudente silencio al respecto y proseguía en las conversaciones preliminares de empalme. El presidente Turbay lo invitó el martes a una comida en Palacio para trabajar sobre el mismo punto en un ambiente informal. El presidente electo asistió a una reunión, donde estaban presentes cuatro ministros, el director de Planeación y el gerente de Ecopetrol, solamente acompañado de su hija María Clara, de quien se ha afirmado que no ocupará ningún cargo oficial en el gobierno. Dada la naturaleza técnica de las discusiones, que giraron esencialmente alrededor del PIN (Plan de Integración Nacional), desconcertó a algunos observadores la decisión de Betancur de presentarse sin ninguno de sus asesores. Después de la comida, caracterizada por una extraordinaria cordialidad entre los presidentes entrante y saliente, Betancur se retiró de Palacio con su hija. Los ministros presentes se dedicaron, entonces, a hacer informalmente algunas cábalas sobre la conformación partidista del próximo gabinete, llegando a la siguiente conclusión: si la participación de los dos partidos es paritaria, el conservatismo tendría las carteras de Relaciones, Hacienda, Desarrollo, Obras, Educación y Minas. Los liberales quedarían entonces con los ministerios de Gobierno, Trabajo, Justicia, Salud, Comunicaciones y Agricultura. De ser la composición 7 a 5, Agricultura pasaría a manos de un conservador.
Curiosamente, no obstante haber transcurrido escasas dos semanas desde la elección del 30 de mayo, ya se comenzaron a mover las primeras piezas en la partida de ajedrez que culminará en la elección del próximo presidente de Colombia. Por el lado liberal, comenzaron las reuniones destinadas a promover la candidatura de Virgilio Barco. Barco, a quien Betancur habría ofrecido el Ministerio de Gobierno, convocó a su residencia de la Calle 85 con Carrera 8a. a su estado mayor para estudiar sus opciones para 1986. Estuvieron presentes entre otros, el parlamentario liberal Julio César Sánchez, coordinador de su corta campaña, Gustavo Vasco, Hernando Casas, Carlos Escobar y Antonio Puerto. Aunque todos coincidieron en que Barco tendría serias posibilidades de ser el próximo candidato liberal, se decidió no tomar ninguna medida que pudiera ser prematura y esperar un poco la evolución de los acontecimientos. Como problema más inmediato estaba el de cubrir el saldo rojo que había dejado su pre-candidatura.
También, pensando en 1986, Gómez Hurtado tomó, según altas fuentes alvaristas, una importante decisión: no aceptará ningún cargo en la administración de Betancur, desvirtuando así los rumores que han circulado sobre su interés en la Cancillería o en la Alcaldía. Gómez concentrará todos sus esfuerzos en la búsqueda de la designatura, que considera mejor plataforma para llegar a la presidencia de la república.

SIGUEN LAS RELACIONES PUBLICAS
Cuando el presidente imita al candidato.
Todo parece indicar que el criterio científico con que Belisario Bentancur manejó su imagen como candidato, seguirá siendo utilizado en la presidencia de la república. Betancur, tal como lo hizo Carter en Estados Unidos, ha querido proyectarse como un hombre sencillo, indiferente a la pompa y cercano a los problemas de sus compatriotas. En las dos semanas desde su elección, el nuevo presidente ha sido fotografiado abrazando a las empleadas de la campaña, manejando su propio Renault, cargando niños y caminando por el centro de la ciudad sin guardaespaldas.
También ha querido dar la imagen de un hombre agradecido que no olvida sus compromisos electorales. Su gratitud, además de haber aparecido en un aviso de prensa en casi todos los medios escritos, ha sido expresada en algunas de sus vallas después de la elección.
Se ha hecho el anuncio de que 50.000 personas que le enviaron mensajes durante la campaña, recibirán una respuesta individual del presidente en uno de los 14 formatos que sus asesores han elaborado. Aún más, rompiendo la tradición el presidente se posesionará, no sólo en el capitolio, sino en la Plaza de Bolívar, ante el pueblo.
Este manejo de imagen, usual en algunos países como Estados Unidos y Venezuela, nunca había sido aplicado en nuestro medio en donde existía cierto pudor ante estas prácticas que eran tituladas de "populistas" o "demagógicas". Julio César Turbay, por ejemplo, fue ferozmente criticado cuando, en calidad de designado, se posesionó como Presidente de la República, abriéndole al pueblo las puertas del Palacio de San Carlos. Los tiempos han cambiado. No sólo no se ha registrado ninguna crítica contra el nuevo estilo presidencial, sino que la mayoría de los colombianos parecen estar particularmente contentos con éste. Un antiguo anti-belisarista, sorprendido por el estado de ánimo post-electoral del país, afirmó: "Si las elecciones tuvieran lugar hoy, Belisario tendría cuatro millones de votos".