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COMO LO RECUERDAN EN SU PUEBLO

SEMANA descubre Amagá a sus compañeros de escuela primaria

28 de junio de 1982

A magá es uno entre tantos municipios olvidados de Colombia. Tierra minera y agrícola, está localizado a una hora de viaje por carretera de la ciudad de Medellín. Ahora es cuna del presidente de la República.
Allí, el 4 de febrero de 1923, en el sitio denominado "el morro de la paila", en una casa de propiedad de don Antonio Cuartas, nació Belisario Betancur. Sus padres, Rosendo y Otilia, tuvieron 22 hijos "porque así lo mandaba la Santa Madre Iglesia".
Muy pocos sobrevivieron. Diecisiete de los hermanos de Belisario murieron en su primera edad. En el pueblo no había médico y los niños se morían sin posibilidad de atención. Finalmente todos morían de "cólico miserere", nombre genérico con orígenes en el rezo del miserere.
En la vereda sólo había una escuela. Y en la escuela solo habia una maestra: Rosatio Rivera. El tiempo solamente le alcanzaba para dictar dos cursos por la mañana a los niños y dos cursos por la tarde a las niñas. Belisario hizo los dos cursos. Y repitió el segundo, porque no había más.
Don Rosendo vivía de lo que le daba su recua de mulas. Cuando llegó el ferrocarril, la recua sirvió de poco. Entonces se trasladaron al pueblo y don Rosendo montó una cantina. Belisario alternaba su tiempo entre la escuela y la cantina, donde le daba cuerda a la victrola.
El nombre que tiene hoy, aquella, es "Escuela Alejandro Toro". Cuando los Betancur se fueron para el pueblo se llamaba simplemente "Escuela Urbana de Amagá". Su primer profesor en ella fue don David Velásquez. Pero el que más se recuerda es don Alfonso Ramírez, quien dictaba la clase de jardinería y predios animales que era el más bravo de todos (ver foto).

COMPAÑEROS DE ESCUELA
Algunos de los compañeros de escuela de Belisario están vivos y permanecen en Amagá. SEMANA los buscó y habló con ellos: Gerardo Correa, propietario en la actualidad de cinco minas de carbón Alfonso Escobar, despachador en la tienda de don Fortunato, y Gregorio Hernández, agricultor.
Gerardo Correa, quien habla de Belisario como de un "berracón", recuerda que alguna vez su hermano Pedro Nel le contó que "el profesor Echeverri dice que ese muchacho --Belisario--sí va a llegar muy lejos, porque es muy echado pa'delante".
Para Alfonso Escobar, el recuerdo más vivo es el del día "que nos peleamos a puños porque no le quise prestar un borrador" Y anota luego: "Belisario era una porra. Yo en encambio soy muy bruto. Apenas hice hasta cuarto de primaria"
Gregorio Hernández, en cambio, lo recuerda porque Belisario era el único capaz de ganarle a los corozos: "entre los dos nos disputábamos el título del más berraco para ganar corozos". Gregorio recuerda también que varias veces, al salir de clases, se iban para la cantina de don Rosendo a escuchar tangos. El que más escuchaban era "La cama vacía".

EL TIO BAUDILLO
Aparte de los compañeros de escuela de Belisario, SEMANA encontró en Amagá a un tío de Belisario: don Baudilio Betancur. Según don Baudilio, quien en la actualidad tiene 75 años, "ni la humildad de Marco Fidel Suárez se puede comparar con la de Belisario". Pero, eso sí, para él, como para la mayoría de la gente del pueblo, Belisario es un "berraco". Afirma que "la berraquera la sacó del papá, porque los Betancur eran de los que se batían a machete con los liberales": Pero inmediatamente suaviza: "la dulzura, la bondad sí las saco de su madre".
Muy cumplido, a la hora de la misa se marchó diciendo: "es que a los viejos no nos queda otra cosa que rezar. Y yo me voy a rezar por Belisario".
En las últimas elecciones parlamentarias los liberales obtuvieron la mayoría. El concejo municipal, compuesto por diez personas quedó dividido en seis para los liberales y cuatro para los conservadores. A propósito afirmaba don Gerardo Correa: "Amagá era un pueblo conservador hasta el año 1930, cuando bajo el gobierno de Olava Herrera vino el ejército y nos acabó y de ahí para acá siempre ha sido mayoría liberal"
Y fueron los liberales los que de alguna manera contribuyeron a que Belisario abandonara el pueblo. Porque un día le quitaron una beca que sé había ganado, y con sólo saber eso el obispo Miguel Anges Builes le consiguió un cupo en el Seminario de Yarumal, a pesar de que sabía de su escasa vocación.