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ATENTADO

¿Cómo reaccionar?

La bomba contra el Club El Nogal despertó el debate sobre las estrategias colectivas por seguir para contrarrestar la arremetida terrorista.

16 de febrero de 2003

En el comedor de la familia Sánchez las imágenes del ataque explosivo contra el Club El Nogal despertaron un rabioso debate: ¿cambiar la rutina diaria o adoptar medidas excepcionales para cuidarse? No es un dilema sencillo. Empresas, centros comerciales, locales, conjuntos residenciales y sedes de entidades públicas evaluaron sus sistemas de seguridad para saber qué tan listos estaban para un carro bomba.

Asimismo, cientos de correos electrónicos circulan por la red con manuales de instrucciones contraterroristas y con consejos para comportarse en caso de una tragedia. Dentro de los objetivos de los autores intelectuales de un acto terrorista está precisamente crear un efecto de pánico y zozobra colectivos que presione al Estado a cumplir con ciertas demandas o a cambiar con una determinada política pública.

Sin embargo, si no se toman medidas, la vulnerabilidad de una ciudad es mayor. La tentación de alterar los comportamientos y así perpetuar el estado de angustia generalizada es grande. Pero los antecedentes internacionales muestran que mientras más rápido se regrese a la normalidad menor es el efecto del terror. Por ejemplo, después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, invitó a sus ciudadanos a consumir para así reducir el impacto en el desempeño de la economía.

Más allá de las medidas de seguridad que ya están adoptándose en distintos sitios de la capital, el énfasis de la administración capitalina de Antanas Mockus ha estado en dos campos: el compromiso con la prevención y las acciones policiales. Entre 2001 y 2002, según datos de la Dijin, fueron desactivados en Bogotá siete carros bomba y 25 bombas, e incautados 25.000 kilos de explosivos. Esta es una cifra impresionante si se tiene en cuenta que en el atentado de El Nogal se usaron 200 kilos. (Ver gráfico).

Además, tanto los socios como las autoridades han reconocido que la preparación de los empleados del club en el manejo de emergencias fue un factor clave en la reducción del número de víctimas. Sin embargo, para el Alcalde de Bogotá "la ciudad debe adoptar compromisos previos de denuncia que quiebren la ley del silencio". En esa dirección se radicó la semana pasada un proyecto en el Concejo para el montaje en la capital de una red de comunicación de los organismos de socorro y seguridad como la que opera en Medellín: la línea 123.

Aunque una de las facetas macabras del terrorismo es su sorpresa, la solidaridad ciudadana es la mejor arma para reducir ese margen. Nadie puede garantizar que no habrá otro carro bomba contra civiles. Todo lo contrario, es factible que El Nogal sea el principio de una nueva etapa en el conflicto colombiano. No obstante, "hay que evitar la sicosis colectiva", dice Mockus, "y dedicarnos a entender mecanismos de protección sin perder la cabeza".

Esto quiere decir que a los Sánchez el terrorismo los debe invitar a conocer los canales de denuncia y a saber cómo manejarse en una emergencia sin alterar su rutina diaria. No hay mejor muestra de la fortaleza de una sociedad frente al terror que continuar saliendo a las calles.