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En la corraleja participan además de los espontáneos, otros que por su experiencia en el manejo del ganado hacen de manteros y lidian al toro con un capote. | Foto: EFE

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Al menos 25 heridos por corralejas en Turbaco

Las autoridades han reportado que cuatro de los heridos están en estado de gravedad.

4 de enero de 2016

Al menos 25 heridos, cuatro de ellos de gravedad, dejaron cinco tardes de los ancestrales festejos taurinos en el municipio de Turbaco (Bolívar) en los que la multitud intenta lidiar un astado criollo en medio de los efectos del alcohol.

En estos improvisados encierros los espontáneos se lanzan al ruedo para, con un pedazo de trapo o a mano limpia, buscar un segundo de gloria y los aplausos de los asistentes que ovacionan a quien logra un pase al burel.

La fiesta, como la de esta población del departamento de Bolívar, al norte del país, se desarrolla en un plaza de madera que se monta y desmonta para cada ocasión, logra su clímax cuando el toro de media casta embiste a alguna de las decenas de personas que se atreven en la arena.

Wilman Alcalá, quien se identificó como turbaquero de pura cep,a explicó que la corraleja "es una tradición del pueblo turbaquero que se debe incentivar cada año porque se trata de no al maltrato animal y sí a la fiesta; sí al rescate de la cultura como lo hemos visto al son de la banda". "Cómo disfruta la gente", agregó.

La temperatura sube y la fiesta se calienta al son de porros y fandangos, música típica de esta región, a cargo bandas de "chupacobres", como también se conoce a las agrupaciones que incluyen una trompeta, un trombón, una tuba, clarinetes, un bombo y un redoblante.

La corraleja, pese a que su nacimiento se pierde en la memoria del tiempo, tiene sus primeros respiros en las suertes de capotear las reses que los vaqueros llevaban de potrero en potrero entre las extensas sabanas del norte del país.

Su herencia española está relacionada con las primeras haciendas que se fundaron en esta región por españoles o por hijos de españoles que traían la fiesta brava arraigada en su cultura.

Estas faenas diarias fueron tomando forma hasta convertirse en el eje de casi todos los festejos populares que anualmente se cumplen en muchos poblados, al punto de que si la celebración, que por lo general incluye algún santo patrono, no tiene la corraleja, la fiesta queda incompleta.

En la corraleja participan, además de los espontáneos, otros que por su experiencia en el manejo del ganado hacen de manteros y lidian al toro con un capote; y los garrocheros, que desde un caballo persiguen al toro para clavarle en el lomo una lanza conocida como garrocha.

También están los banderilleros que a pie o a caballo clavan los palitroques en el lomo del animal y, finalmente, están los paragüeros, que saltan al ruedo para lidiar con un paraguas o sombrilla con lo que dan un toque gracioso al encuentro.

Pese a que esta fiesta últimamente está bajo la lupa de los defensores de los animales, se diferencia de las corridas tradicionales porque se intenta por todos los medios preservar la vida del toro y los casos en que los animales mueren han sido más por el desmán de la turba alicorada.