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| Foto: Archivo SEMANA

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Crece alarma por uso de explosivos mortíferos entre estudiantes

El número de víctimas mortales por la manipulación de artefactos explosivos se elevó a ocho estudiantes en el último año. Las autoridades advierten sobre la evolución de una técnica mortífera.

28 de marzo de 2012

La muerte de tres universitarios que manipulaban explosivos artesanales en Suba, el domingo pasado en el noroccidente de Bogotá, aumentó a ocho los decesos de estudiantes provocados por la manipulación de artefactos explosivos, según lo aseguró el general Rodolfo Palomino, director de Seguridad Ciudadana.
 
El oficial advirtió en diálogo con Caracol Radio que ahora los universitarios preparan granadas artesanales e incluyen una metralla en su interior con el objetivo de causar daño de manera indiscriminada.
 
Semana.com hace el recuento de los casos de quienes perdieron su vida en estas circunstancias en el último año y consulta acerca de los cambios en la técnica del
artefacto explosivo usado en protestas estudiantiles.
 
Técnicas mortíferas

El general Palomino aseguró que el contenido de la preparación de los explosivos en los hechos que tuvieron lugar en la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, en Tunja, "no eran aquellas habituales 'papas' explosivas para producir un efecto sonoro".

En ese sentido, alertó que ahora los universitarios construyen granadas artesanales con metrallas en su interior. Palomino precisó que el material explosivo puede tener una construcción artesanal con ingredientes al alcance de cualquier persona.

Estos explosivos son una mezcla compuesta de azufre, azúcar pulverizada, aluminio en polvo y clorato de potasio. En algunos casos, el artefacto resulta más dañino cuando se le agregan materiales como arandelas, puntillas, clavos, tornillos y tuercas.

"Hay una intencionalidad perversa al pretender causar daño de manera indiscriminada. Salen a confrontar el control de la policía y a producir daños a los usuarios de la vía", explicó el oficial.

Explosivos, manifestaciones e historia

Según un antropólogo y experto en derechos humanos que pidió reserva, el uso de las armas convencionales y no convencionales "sólo se puede entender en el marco del conflicto armado en Colombia".

"Este tipo de armas artesanales aparece en los años 80, cuando varios sectores empezaron a usarlas. En la historia podemos entender por qué se han matado estos muchachos", explicó.
 
El docente añadió que en el año 1982 "aparecen las 'papas bomba' como armas de sonido para ahuyentar a la fuerza pública y compuestas por pólvora. Luego salieron otras armas de defensa más cargadas, con monedas y elementos agresivos como fósforos o dinamita".

En su criterio, el uso de las armas convencionales y no convencionales se ha "naturalizado" y en la actualidad los universitarios violan los protocolos de elaboración que en algún tiempo se emplearon, cuando las armas no convencionales se rediseñaron con la inclusión de dinamita, por ejemplo.
 
El antropólogo consultado manifestó que "esta generación ha nacido y crecido en el conflicto de una sociedad contestataria y autoritaria" y señaló que el estudiantado algunas veces reconoce que el manejo de los explosivos les libera adrenalina.

Las víctimas

El 31 de marzo del 2011, en una explosión en la Universidad de Nariño, perdió la vida Andrés Arteaga, un estudiante de sociología de 28 años.

Según la declaración que entregó en ese momento el subcomandante de la Policía de Nariño, coronel Ignacio Fajardo, los estudiantes manipulaban pólvora negra con metralla, balines y piedras de río envueltas en papel aluminio.

De acuerdo con el general Palomino, esta explosión dejó tres universitarios muertos.

Seis meses más tarde, el 12 de octubre del 2011, hacia las 10:45 de la mañana, se registró la muerte de Jan Farid Cheng Lugo, de 23 años, un estudiante de medicina de la Universidad Santiago de Cali que participaba en una marcha estudiantil.

De acuerdo con los testigos del deceso, la víctima tenía en su poder una 'papa bomba' cuya detonación imprevista produjo su fallecimiento instantáneo.

"Es muy desafortunado. Se trata de un muchacho muy joven que ha fallecido como consecuencia de una explosión, un impacto que corrió muy cerca de su cuerpo, el cual presentó daños irrecuperables", señaló en su momento el director científico del Hospital Universitario del Valle del Cauca, Laureano Quintero.

En este caso, Palomino precisó que el joven corría con un morral que contenía tapas explosivas. 

El pasado 21 de marzo, el estallido accidental de unas ‘papas bomba’ durante una manifestación estudiantil en la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC) en Tunja, cobró la vida del estudiante Edwin Ricardo Molina, de 24 años y dejó a varios universitarios heridos con graves mutilaciones.

Gustavo Álvarez, rector de la universidad, dijo a los medios que a los dos lesionados de mayor gravedad les explotaron 'papas bomba' y metralla, explosivos que llevaban en una mochila.

Días después, en la madrugada del pasado 25 de marzo, una detonación de explosivos artesanales en Suba, en el noroccidente de Bogotá, terminó con las vidas de tres jóvenes. Óscar Daniel Arcos, de 20 años; Lizaida María Ruiz, de 24 años, y Daniel Andrés Garzón, de 22 años. Ricardo Alfonso Garzón, de 20 años, quedó herido.
 
Óscar Daniel y Daniel Andrés estudiaban en la facultad de Ciencias Sociales, y Lizaida era oriunda de Sincelejo y graduada de la carrera de lenguas modernas.

Según el general Luis Eduardo Martínez, comandante de la Policía de Bogotá, los tres estudiantes de Universidad Pedagógica de Bogotá consumían bebidas alcohólicas y manipulaban entre 8 y 10 kilos de explosivo artesanal revuelto con metralla.