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¿CUAL PAZ?

Cuando el país esperaba que el Gobierno y la Coordinadora Nacional fumaran la pipa de la paz, las dos partes se echan bala como no se habia visto desde Marquetalia.

17 de diciembre de 1990

La escena no podía ser más dramática: los cuerpos inertes de cinco niños yacían a un lado de la vía, mientras los hierros retorcidos de lo que fue una camioneta, seguían humeantes. No lejos de allí, en el hospital de Neiva, se vivía la otra parte del drama. Cuatro pequeños eran atendidos de emergencia y su estado de salud era de pronóstico reservado por las heridas que habian recibido. Ellos, fueron las víctimas de un atentado bárbaro y demencial que el lunes pasado perpetró una columna del II frente de las FARC, en inmediaciones de Algeciras, Huila, contra una camioneta de la policia en la que se movilizaban los nueve menores que hacian parte de la Policia Cívica de ese municipio.
Los pequeños regresaban a sus casas después de haber participado en la organización de una carrera ciclistica.
Cuando el furgón de la policia se aproximaba al puente "Las juntas", de la via que conduce de Neiva a Algeciras, estalló una carga de dinamita que hizo que el conductor perdiera el control del vehículo y se saliera de la carretera. Cuando veníamos en el último puente, sentimos una gran explosión. Nos íbamos a tirar al piso, pero unos hombres comenzaron a disparar. Luego le metieron candela a la camioneta...", relató Sandra Paola Peña, de tan solo nueve años.
Los patrulleritos comenzaron a gritar, pero otra carga explotó, mientras cerca de 60 hombres, que vestian prendas de uso privado de las Fuerzas Armadas comenzaron a disparar ráfagas de metralleta. El conductor y un suboficial que se encontraban en la parte delantera del vehiculo, perecieron. "Vi cuando mis compañeros caían y caían al suelo.
Unos corrian, otros gritaban pidiendo auxilio, socorro, mientras tres hombres disparaban sus ametralladoras y se reían". Esa fue la aterradora historia que contó, unas horas después, Orlando León Toledo, un pequeño de 13 años que se salvó milagrosamente.
El resultado final de esta cruenta incursión guerrillera, deplorada por todos los colombianos y el Gobierno Nacional, fueron seis menores muertos y tres heridos que hoy todavia permanecen en el hospital de Neiva. Los niños que perdieron la vida fueron: Wilques Esneider Garzón Lozada, 11 años; Clara Yasenia Tello Devia, 10 años; Luz Adriana Vargas Quintero, 11 años; Rocio Molina Ovalle, 12; Sandra Milena Pinto, 14.
Anderson Devia, de 9 años, quien quedó herido, falleció horas después. También murieron el cabo primero Oscar Escobar Páez y el agente Brillan de Triguieros Wilson. Los otros menores heridos fueron Silvia Tárnara, Harold Esnebi, 10 años; Orlando León, 12 años; y Sandra Paola Espinosa, 9 años.

La única explicación que le han encontrado las autoridades a este acto demencial, es que los guerrilleros que tendieron la emboscada se equivocaron de furgón, pues la acción al parecer estaba encaminada a volar un vehículo del Ejército que transportaba tropa y que minutos después llegó al sitio de los hechos. Pero lo que nadie entiende es cómo, después de haberse comprobado por parte de los guerrilleros su equivocación, continuaran disparando, en medio de risas, contra los indefensos niños.
En su demencial ataque, los guerrilleros continuaron su ataque contra las ambulancias y los familiares que llegaban al sitio a auxiliar a los infantes. Y solo hicieron su retirada cuando se presentó un grupo de soldados del Ejército.

ATAQUES SIMULTANEOS
La triste historia del municipio de Algeciras, fue el último eslabón de la ofensiva guerrillera del pasado puente Emiliani, en la que los grupos subversivos atacaron varios puntos de la geografia colombiana. Aunque según las autoridades todos los ataques fueron aislados y no un plan coordinado como se dijo en el transcurso de la semana pasada, esta escalada subversiva ha sido una de las más violentas y sangrientas de los últimos meses.
El peor de estos ataques fue el de la madrugada del sábado 10 de octubre a población de Tarazá, localizada en el bajo Cauca antioqueño. A las tres de la mañana los 20 mil habitantes de ese municipio fueron sorprendidos por la explosión de los rockets que echaron por tierra los techos y muros de la Base Militar, situada en una pequeña colina desde donde se domina el pueblo. Cerca de 200 guerrilleros de las FARC y del ELN, durante su ataque masivo, dieron muerte al comandante de la Base Militar, coronel Jaime Fajardo Cifuentes; al comandante de la compañía A, Germán López y a seis soldados más. Durante el asalto, que duró cerca de cuatro horas, el Ejército logró dar de baja a varios insurgentes, cuyos cuerpos quedaron regados a lo largo y ancho del pueblo.

Todo parece indicar que en este asalto guerrillero quedó al descubierto otra estrategia de guerra. Días antes de que ocurriera el cinematográfico combate, llegaron al pueblo tres mujeres de la vida alegre, quienes con sus encantos femeninos enredaron a varios de los soldados de la Base Militar. Por eso, cuando el coronel Fajardo, en un acto de valentia salió de la base a enfrentarse con los atacantes y cuando cayó muerto bajo las ráfagas de una ametralladora G-60, el soldado que lo acompañaba en la improvisada trinchera, se quedó paralizado cuando vio que la persona que mató a su jefe era la mujer rubia con la que días antes se habia divertido.
En la población de Cáceres, a pocos minutos de Tarazá, se vivian al mismo tiempo similares escenas de pánico: otro grupo de guerrilleros asaltó el puesto de policia y dio muerte al agente Jhon Jairo Arias Mateus, quien se encontraba prestando turno de vigilancia.
Estos hechos, añadidos a otros ataques en poblaciones de Casanare, Cesar, Boyacá y Santander, llevaron al Gobierno Nacional a hacer un categórico pronunciamiento suspendiendo cualquier posibilidad de diálogo con las FARC y el ELN, mientras estos grupos no pongan fín a los secuestros y a sus ataques a las Fuerzas Armadas. Lo que parecia hace apenas unas semanas el inicio de un nuevo proceso de paz terminó con un abrupto rompimiento de relaciones que deja las puertas abiertas a una ofensiva de parte y parte, cuyas consecuencias todavia nadie se atreve a medir.

OPERACION CENTAURO
Y mientras los combates entre la guerrilla y el Ejército se recrudecían en algunas regiones del país, la VII Brigada del Ejército en Villavicencio, iniciaba una de las operaciones más espectaculares contra las FARC. El operativo, que se planeó con varios meses de anticipación, se comenzó a ejecutar el martes 6 de noviembre, cuando el general Humberto Correa Castañeda, recibió luz verde desde Bogotá por parte de los altos mandos militares para que iniciara la ofensiva que tenia como destino tomarse la sede del llamado Bloque Oriental de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), desde donde se controlaban y se dirigian las operaciones de los 15 frentes que actúan en los Llanos Orientales. Solo, ocho días después, la opinión pública conoció los resultados de esta ofensiva, considerada como el golpe más certero que han recibido las FARC. A pesar de que ninguno de los cabecillas de esta agrupación cayó en manos de las autoridades.
Más allá de detenciones y bajas, el éxito de la Operación Centauro 90, consiste en que se desmanteló el principal campamento que servía de apoyo logístico y militar a Casa Verde, a solo cuatro minutos de vuelo en helicóptero.

En la operación participaron 400 hombres y se utilizaron aviones Kafir A-37 y helicópteros artillados. Durante los enfrentamientos fueron dados de baja cerca de 35 insurgentes y se decomisaron, además de un gran arsenal conformado por fusiles G-3, Galil, FAL, AK47, 150 frascos de aceite de cocina, 18 molinos, 60 bultos de pasta, arroz, arveja y fríjol; decenas de cajas de maizena, 50 pares de botas, 250 brazaletes con las insignias de las FARC, una compleja imprenta, donde se elaboraba el panfleto "Resistencia". También fue decomisada una silla de odontología y miles de frascos con medicamentos.
EMBO, como se conoce este campamento, fue construido con técnicas vietnamitas y el complejo fue levantado en una extensión de 40 hectáreas, protegido con grandes trincheras enclavadas en la vegetación. Está conformado por 34 casas, distribuidas de acuerdo con el orden de importancia de los jefes y guerrilleros que allí vivían. Además, contaba con tres aulas para el adiestramiento, donde se impartían cursos de formación militar. En esos salones había retratos de Marx y Lenin y una enorme biblioteca donde se encontraron libros de filosofía y política, entre los que sobresalían los escritos del desaparecido Jacobo Arenas. Según los altos mandos militares que realizaron las operaciones de contrainteligencia, esta ciudadela era el paso obligado para todas las personas que quisieran entrar o salir de "Casa Verde".

Por lo pronto, parece ser que la ofensiva que lanzó el Ejército en La Uribe para desmontar de una vez por todas el mítico cuartel de las FARC, continuará.
La segunda fase del plan Centauro 90 ya se comenzó a ejecutar. Lo que no se sabe aún es si el operativo tomará el camino de Casa Verde.
UNAS DE PAZ Y OTRAS DE GUERRA
El horror que produjo en lodo el país el frío asesinato de los niños patrulleros de Algeciras, indica que al margen de la decisión que tome el Gobierno en los próximos días, que este sería un buen momento para continuar los operativos militares en el territorio de La Uribe: Al parecer, el sentimiento de repudio y cansancio con el ya tradicional procedimiento de la guerrilla de hablar de paz mientras se realizan actos de guerra, se generalizó. Al menos, eso dicen los editoriales de prensa y los comentarios de políticos de todas las tendencias, desde representantes de los partidos tradicionales, como Carlos Lemos Simmonds, hasta los de agrupaciones de izquierda, como Diego Montaña Cuéllar y el mismo Antonio Navarro Wolf.
Como lo aseguró en su momento el actual consejero para la Seguridad Nacional, Rafael Pardo, cada vez que hay una declaración de cese del fuego, de las organizaciones insurgentes, puede esperarse una ofensiva. Y cada vez que se presenta una gran ofensiva, es previsible que haya una propuesta de paz. Como se recordará, hace pocos días el Comando Superior de la Coordinadora Guerrillera se comprometió con la Comisión Exploratoria del Diálogo, a suspender las ofensivas y a devolver los secuestrados.
El mismo día de la matanza de los pequeños policías cívicos, iba a realizarse una segunda reunión en: "Casa Verde", que obviamente se canceló.

Pero el operativo militar realizado cerca a "Casa Verde", rompe la creencia de que proponer la paz y tomar acciones ofensivas simultáneamente es una estrategia reservada para la guerrilla. En realidad, la Operación Centauro 90 se realizó antes de los hechos de Tarazá y Algeciras. Y no fue, como creyó la opinión pública la semana pasada, una respuesta a esos acontecimientos. El ataque a estas dos poblaciones se desencadenó la suspensión del diálogo directo con la Coordinadora Guerrillera por parte del Gobierno. Sin embargo, la política del ejecutivo frente a los grupos subversivos había sido establecida con anterioridad, como quedó en evidencia con dos declaraciones hechas la semana pasada.
Por una parte, el ministro de Gobierno, Julio César Sánchez y el consejero para la Paz, Jesús Antonio Bejarano, aseguraron en su comunicado, que el gobierno "no está dispuesto en ningún caso a considerar la presencia de las Fuerzas Armadas en todo el territorio nacional como un asunto objeto de negociación con la guerrilla". Y de otro lado, la respuesta del presidente Gaviria a la prensa en el sentido de que los militares no necesitan permiso para cumplir con su deber, deja claro que si bien existe por parte de la autoridad civil el deseo de encontrar soluciones negociadas, también hay voluntad política de respaldar las actuaciones militares donde ellas sean necesarias.

Desde el 25 de septiembre pasado, fecha en la que el presidente Gaviria dijo que estaba dispuesto a aceptar una veeduría internacional y a conformar una comisión para iniciar los diálogos con la guerrilla, hasta el 10 de noviembre, día de los acontecimientos de Tarazá, hubo 53 ataques de las FARC y 48 del ELN.
Así que "tocar"el símbolo llamado "Casa Verde", aunque sea a varios kilómetros de distancia, era un hecho que se veia venir, pese a que en lenguaje diplomático, el Gobierno hable de suspensión del diálogo y no de cancelación del mismo.