JUSTICIA
Atentado en Cúcuta: “los perros antiexplosivos estaban cansados”, la explicación difícil de creer de la guardia militar
Las autoridades investigan la complicidad de militares o civiles. El soldado que atendió al terrorista en la camioneta asegura que no se acuerda de qué hablaron. El FBI acompaña la investigación.
Dicen que soldado advertido no muere en guerra, pero esta semana se presentó exactamente lo contrario, y no con un soldado, sino con una base entera. El pasado martes, después de las tres de la tarde, en pleno corazón de la Trigésima Brigada en Cúcuta, explotó una camioneta blanca cargada con 30 kilos de pentrita. Dejó 36 heridos, de los cuales tres tuvieron que ser intervenidos quirúrgicamente por la gravedad de las lesiones.
SEMANA conoció que, desde enero, la Inspección General del Ejército advirtió que esta guarnición, ubicada cerca de la frontera con Venezuela, estaba en la mira de los delincuentes para un ataque terrorista. A pesar de la alerta, los criminales lograron su objetivo y entraron el carro bomba por la puerta principal.
Las investigaciones revelan una sumatoria de errores fatales que, incluso, hubieran podido desencadenar una tragedia peor en esta sede militar. Las autoridades y el país se sorprendieron con la imagen del video de una cámara de seguridad que captó el momento exacto en el que llegó la camioneta a la guardia para solicitar el ingreso. Ahí se detecta la primera irregularidad, ahora investigada por la Fiscalía y el Ministerio de Defensa.
El video revela cómo un militar, sin detectores de explosivos o metales, sale para hablar con el conductor de la camioneta; luego de un corto cruce de palabras y de revisar manualmente el baúl, le da luz verde y le permite entrar a la Brigada. Esta imagen provocó inquietud sobre una posible complicidad en la propia guarnición con los que cometieron el acto terrorista.
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Uno de los testimonios más importantes y claves es justamente el del soldado que estaba en la puerta de ingreso y revisó el carro. SEMANA conoció, por fuentes cercanas al proceso, que ha sido muy poco lo que este hombre ha contado; incluso, dijo que no se acuerda en detalle del diálogo sostenido con el conductor de la camioneta.
El caso reúne varias anomalías. En primer lugar, no había ningún perro antiexplosivos para revisar los carros a la entrada de la Trigésima Brigada. Según conoció SEMANA, al indagar con el cuerpo militar, el argumento para la ausencia de los caninos era que ese día se encontraban cansados y no los pusieron en servicio.
Pero no es la única irregularidad observada en los pocos minutos que dura la imagen. No hay explicación para que un solo soldado asuma semejante responsabilidad de autorizar el ingreso de personas y vehículos a una de las sedes militares más importantes y custodiadas del país, cuando el protocolo plantea que sean por lo menos tres.
El carro entró sin problema alguno a las 12:35 p. m., y estuvo parqueado sin que nadie se percatara de su presencia hasta el momento de la explosión, pasadas las tres de la tarde. De hecho, el terrorista que entró la camioneta aparece saliendo del batallón a la 1:50 p. m., y las explosiones se registraron a las 3:01 p. m. y a las 3:04 p. m., lo que para las autoridades deja sobre la mesa la duda de si alguien más manejó la camioneta hasta el punto donde ocurrió la explosión.
Esa serie de anormalidades les proporciona a los investigadores la certeza de que en este atentado hubo complicidad de personas que podrían ser militares o civiles, pero, en todo caso, que cumplen funciones en la Brigada.
El fiscal general, Francisco Barbosa, señaló que el plan para atacar esta sede militar arrancó en 2017, aunque solo en mayo de este año se concretó con la compra de la camioneta en Cúcuta por 120 millones de pesos, pagados en dos contados. Lo tenían bien planificado. La Toyota Fortuner blanca era idéntica a una camioneta de la Fiscalía que ingresaba todos los días a la guarnición.
Según explicó el fiscal Barbosa, el vehículo fue comprado mediante una negociación realizada en Bogotá y Cúcuta, entre el 29 de mayo y el 4 de junio de este año. Unos domiciliarios entregaron el dinero, y el vendedor ya fue ubicado y presentó las explicaciones del caso.
Fueron tan tozudos los errores cometidos en la vigilancia de la Trigésima Brigada que a las pocas horas se tomaron medidas. El comandante de las Fuerzas Militares, general Luis Fernando Navarro, acompañado del ministro de Defensa, Diego Molano, anunció que fueron relevados de sus cargos los militares de la guardia, el oficial de operaciones, además del “ejecutivo y segundo comandante del Batallón”.
La Procuraduría también fijó su mirada en las posibles irregularidades detrás del atentado terrorista, y el viernes en la tarde abrió investigación preliminar para establecer la posible responsabilidad y complicidad de militares en el atentado. La procuradora Margarita Cabello ordenó el desplazamiento de una comisión especial, que viajó a Cúcuta para recolectar pruebas, entre ellas, el testimonio de militares de distintos rangos.
Las hipótesis
La forma como se llevó a cabo y las similitudes con el que se presentó en 2019 en la Escuela de Policía General Santander, donde murieron 23 cadetes, plantearon la tesis de que el principal sospechoso de este atentado terrorista es el ELN. De hecho, el fiscal Barbosa ha dicho: “Existe una hipótesis muy importante atada al ELN, y no se descartan otras, entre ellas, la Nueva Marquetalia o las disidencias del frente 33 de las Farc”.
No obstante, el ELN, en un comunicado, negó la autoría del atentado: “Nos permitimos informarles que ninguna estructura del Ejército de Liberación Nacional tiene que ver con el ataque que se presentó el martes 15 de junio en la brigada 30 de Cúcuta. Este comunicado es del 17 de junio de 2021”.
Para las autoridades, existen evidencias de una posible alianza criminal entre el ELN y la Segunda Marquetalia, del exjefe negociador de las Farc Iván Márquez, en la zona fronteriza con Venezuela. Por lo tanto, no descartan que el atentado haya sido planeado y ejecutado por esta unión con los disidentes de la guerrilla.
Otra línea de investigación es que el ataque perpetrado en la base militar tendría como finalidad atentar contra la comisión de 11 militares del grupo asesor de Estados Unidos que se encontraba en la base. Esto alertó al Gobierno estadounidense, y fue el propio presidente de la república, Iván Duque, quien confirmó que el FBI está apoyando la investigación; además, anunció una recompensa de 500 millones de pesos por información sobre los autores de este hecho criminal. Ya los miembros de la agencia de investigación de ese país están en Colombia, trabajando de la mano con las autoridades nacionales, como confirmó el Departamento de Estado.
Sobre la presencia de estas tropas en la Trigésima Brigada, el general Marcos Evangelista Pinto, comandante de la Segunda División del Ejército, le dijo a SEMANA: “Los asesores americanos, como bien lo sabe la comunidad y la opinión pública, desde el año pasado nos vienen asesorando. Nos acompañan en los procesos de planeamiento, de inteligencia, y están orientados en la lucha contra el narcotráfico y los resultados son notables”.
Resulta muy extraño que una brigada no esté suficientemente bien resguardada y se haya vulnerado su seguridad. Alberga a más de 2.000 miembros de las Fuerzas Militares, y se encarga de combatir uno de los enclaves más grandes del narcotráfico del país, como lo es el Catatumbo y la porosa frontera con Venezuela, por donde las organizaciones criminales que operan en la zona envían droga al exterior.
El experto en temas de seguridad y defensa Iván Díaz señaló que es necesario definir ahora si se hizo o no en coordinación con las propias Fuerzas Militares o, como lo indica la mayoría de investigaciones, que el atentado se relaciona con acciones del ELN. El analista llama la atención por el tipo de explosivo usado, llamado pentrita, pues “este es de uso militar y, por eso, surge la pregunta de cómo se hicieron a esos explosivos, que no son de fuerzas colombianas ni los fabrica Indumil”.
Las autoridades están tras la pista de los autores intelectuales y materiales. Buscan al terrorista que entró la camioneta y después es captado en video al salir por la entrada principal del batallón, dejando el vehículo cargado con explosivos. Se trata de un sujeto de contextura robusta, vestido con un jean azul, con una camiseta a rayas, una gorra oscura y el rostro cubierto con un tapabocas blanco. En el brazo lleva una bolsa de plástico.
Actualmente, en la región se mueven el ELN, los Pelusos (una disidencia que no quiso desmovilizarse con el EPL en los noventa), el Clan del Golfo, y entre ellos buscan apropiarse no solo de los territorios y zonas selváticas para aumentar los cultivos ilícitos, sino para mover la pasta de coca, aprovechando la cercanía de la frontera con Venezuela; incluso, la posibilidad de trasladarse con facilidad hacia la costa atlántica, al norte del país.
Son varias las pistas de las autoridades. Lo primero es que hay certeza de que hubo infiltrados para realizar este atentado. En cuanto a los autores, aunque el ELN negó su participación, los investigadores siguen creyendo que tienen responsabilidad. La preocupación está en el ambiente, pues con este ataque queda en evidencia que estas bases siguen teniendo falencias en seguridad.