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La caída en la confianza de los consumidores es un campanazo

PERSPECTIVAS

Economía: ¿qué le pasa a la confianza?

A la incertidumbre sobre el impacto de la nueva reforma fiscal, se suman la mayor devaluación, la caída en los mercados de valores y el desplome en los precios del petróleo, que alteran el ánimo del consumidor. ¿Qué tanto afectará a la economía?

24 de noviembre de 2018

La caída en la confianza del consumidor y el pesimismo sobre el próximo año se están convirtiendo en una pesadilla económica para el país. Además, como la confianza es uno de los pilares básicos de la economía, el aumento en las expectativas negativas lleva a que las personas y empresas comiencen a frenar sus decisiones de consumo o inversión.

El índice de confianza del consumidor (ICC) se encuentra otra vez en terreno negativo, por segundo mes consecutivo, con una clara tendencia de caída desde junio. A mediados del año se encontraba en 15 por ciento y para octubre ya registraba un balance negativo del 1,3 por ciento. Fedesarrollo lo explica por un deterioro de las expectativas frente a la situación económica del país hacia adelante, especialmente en los estratos medio y alto. Además, hay mucha menos disposición a comprar vivienda y bienes durables como muebles y electrodomésticos.

Durante cerca de dos años (2016 y 2017), la confianza del consumidor estuvo en terreno negativo por temas como la desaceleración de la economía, la reforma tributaria de 2016, el alto endeudamiento de los hogares y hasta el clima de polarización política. Pero con la llegada de Iván Duque a la presidencia, el optimismo parecía revivir. Esto llevó a que la confianza de los consumidores volviera a terreno positivo desde abril y todo indicaba que la tendencia permanecería. Muchos analistas anticiparon que con el nuevo gobierno el segundo semestre sería mucho mejor que el primero, y que, por tanto, la economía crecería alrededor del 3 por ciento.

Pero esto no ha sucedido. Para Camilo Herrera, director de Raddar, firma experta en estudios de consumo, los ciudadanos recibieron el primer gran golpe de este año con el duro incremento en la declaración de renta por cuenta de las nuevas reglas de la reforma tributaria de 2016. Y el segundo golpe llegó a finales de octubre, cuando empezó la discusión de la Ley de Financiamiento con nuevas modificaciones en materia de impuestos. “Esto cambió la percepción y las expectativas de los consumidores”, afirma Herrera.

Pero la caída en la confianza del consumidor no sorprende al director de Investigaciones del Grupo Bancolombia, Juan Pablo Espinosa, tras la discusión de la Ley de Financiamiento y al hecho de que buena parte del mayor sacrificio fiscal recaería en el consumidor final. Para el analista, generalmente, durante la discusión y aprobación de cambios tributarios, el ciclo de la economía tiende a desacelerarse ante la incertidumbre generada. Por esto, el indicador se debería seguir deteriorando en noviembre, pues en ese mes discutieron en el Congreso con más intensidad temas como el IVA a la canasta familiar y mayores impuestos a las pensiones.

Camilo Herrera, de Raddar, cree que hechos recientes como la Ley de Financiamiento y la devaluación provocan expectativas negativas.

Esto significa que el impacto incluso se sentirá en los gastos de la temporada decembrina. Ya desde hace unos meses nadie la esperaba tan buena como la del año anterior por un efecto base, pues en 2017 los gastos de los hogares crecieron un 6 por ciento. Por eso, para 2018 se esperaba un repunte del 3 por ciento. Con la incertidumbre de las últimas semanas, Raddar calcula que podrían estar alrededor del 2,5 por ciento.

A esto se suma la devaluación del peso, la caída de las bolsas de valores y el desplome del precio del petróleo, que generan en la mente del consumidor un efecto de mayor empobrecimiento. Solo en el caso del aumento del dólar ya se empiezan a ver mayores precios en productos importados como electrodomésticos, celulares, computadores y vehículos, entre muchos otros.

Probablemente, estos factores contribuyen al mayor deterioro en la confianza, sobre todo, en el estrato medio, en el que el índice alcanzó un negativo de 6 por ciento en octubre, seguido del estrato alto, en el que cayó alrededor de 8,6 puntos porcentuales en el último mes. En el estrato bajo tuvo una leve mejoría y salió de terreno negativo. 

Jorge Arturo Saza, director económico de la Federación Latinoamericana de Bancos (Felaban), considera una muy mala noticia que la economía enfrente una recaída en la confianza y en la demanda, y quizás eso pueda verse en la lentitud que experimentan el sector financiero y la cartera. Para el analista, al parecer los usuarios no están aprovechando las menores tasas de interés decretadas por el Banco de la República, que buscan generar un ambiente más propicio para consumir e invertir.

Esto significa que a pesar de las tasas hipotecarias más bajas, por ejemplo, la cartera no crece en forma significativa. Y ya se aproxima un cambio de ciclo ante el incremento de las tasas globales de interés, acompañadas de posibles turbulencias en economías emergentes, el principal riesgo de la economía colombiana según el más reciente Reporte de Estabilidad Financiera del Banco de la República.

El impacto de la actual caída en la confianza se sentirá en diciembre y podría extenderse hasta el primer trimestre del año entrante, cuando haya una mayor claridad de la afectación y en “el impacto en el bolsillo” de la Ley de Financiamiento.

Puede leer: Índice de Confianza del Consumidor vuelve a terreno negativo

Perdiendo velocidad

El ICC de Fedesarrollo sirve de termómetro para medir la evolución del consumo privado. No hay que olvidar que el consumo de los hogares representa alrededor del 70 por ciento del producto interno bruto (PIB), desde el lado de la demanda. El consumo impulsa el crecimiento de la economía y, por esto, una caída en la confianza de los consumidores es, sin duda, una señal de que la recuperación ha perdido velocidad.

Esto se nota en el crecimiento del 2,7 por ciento durante el tercer trimestre del año, que estuvo 10 puntos básicos por debajo del segundo trimestre y dejó claro que el crecimiento de la economía estará más cerca del 2,5 por ciento que del 3 por ciento que vaticinaban los más optimistas a comienzos de 2018. Uno de ellos, Juan José Echavarría, director del Banco de la República, hasta hace poco afirmaba que la economía crecería por encima del 3 por ciento. Pero sería una gran noticia llegar al 2,6 que pronostica el equipo técnico del Emisor. 

No es para alarmarse, asegura el director de Fedesarrollo, Luis Fernando Mejía.

Para Luis Fernando Mejía, director de Fedesarrollo, si bien la confianza de los consumidores ha caído, se encuentra en niveles muy superiores a los de 2017. Por eso, no hay que generar una alarma aún, pues los indicadores líderes de consumo se siguen comportando bien, pero sí hay que monitorear esa variable. Además, para Mejía, el tercer trimestre tuvo un crecimiento relativamente moderado y es claro que la recuperación sigue “a velocidad de crucero”, pues el país viene de dos años con crecimientos inferiores al 2 por ciento y está ante una recuperación gradual.

También resalta Mejía que por primera vez desde 2014 todos los sectores crecen positivamente, por lo que, si bien el crecimiento no es alentador, tiene una composición más favorable. No obstante, Fedesarrollo redujo sus perspectivas de crecimiento para este año del 2,9 al 2,7 por ciento, dado que el primer semestre creció 2,5 por ciento.

Pero lo cierto es que este tipo de crecimiento no puede dejar conforme al país y la caída de la confianza es una señal de alerta. Falta claridad sobre el rumbo de la economía y los planes no solo para reactivarla, sino para aumentar el crecimiento potencial.

Tras la caída en la confianza del consumidor, la del sector comercial y de la industria también comienzan a verse golpeadas. En octubre, el índice de confianza industrial (ICI) tuvo un balance del 1,3 por ciento. Eso representa un deterioro frente a septiembre, ante la expectativa de que la Ley de Financiamiento genere un efecto sobre el consumo de los hogares y a pesar de que la propuesta rebaja los impuestos a las compañías.

Aunque es natural que un aumento de los impuestos provoque un pesimismo marcado en el consumidor y en el resto de la economía, el gobierno tendrá que enviar las señales para que este efecto no se vuelva permanente. No puede dejar que crezca la incertidumbre sobre su capacidad para sacar adelante las leyes y reformas que el país necesita, y para poner a crecer al país a mayor velocidad.