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El senador Luis Eduardo Vives lleva 13 meses detenido. Prácticamente desde cuando llegó a la cárcel se dedicó a cultivar zanahoria, lechuga, cebolla y repollo. “Hay que estar ocupado en algo para no pensar mucho”, dice

Política

El congresito de La Picota

Dieciséis meses después de ser detenido el primer congresista de la para-política, SEMANA entró al pabellón, y hace un retrato de cómo viven los parlamentarios presos.

15 de marzo de 2008

Lo primero que se nota al ingresar al sector de la cárcel La Picota donde se encuentran los congresistas implicados en la para-política, es el liderazgo que allí ejerce el ex senador sucreño Álvaro 'El Gordo' García Romero. Tal vez sus otros 28 compañeros detenidos le respetan sus 55 años de edad o los más de 25 que estuvo en el Congreso. O a lo mejor le reconocen su antigüedad en el penal. No en vano a García le correspondió la desagradable tarea de inaugurar el llamado patio de los para-políticos. Eso fue a mediados de noviembre de 2006 y, muy seguramente, nadie se imaginaba que la cifra de senadores y representantes encarcelados iba a crecer tanto que el Inpec se vería en la obligación de remodelar el antiguo pabellón de tuberculosos para adaptarlo a las nuevas circunstancias.

El martes pasado, por primera vez un medio de comunicación ingresó al patio de los para-políticos de La Picota. Hasta ahora sólo podían llegar hasta la dirección para entrevistar a los honorables internos. Ya adentro del patio, y con el correr de los minutos, se fue armando una especie de tertulia en la que los detenidos hablaron de sus muchas amarguras y pocas alegrías.

El primero en dialogar con SEMANA fue Luis Eduardo Vives, quien ya completó un año tras las rejas. "Quiero que vean lo que estamos haciendo", dijo. Vives es ingeniero civil de profesión, pero desde cuando ingresó a La Picota se dedicó a la horticultura y hoy muestra con satisfacción una cantidad de cultivos que producen lechuga, repollo, zanahoria y cebolla. Cuando no habla de sus sembrados, Vives recuerda el proceso que le sigue la Corte Suprema de Justicia. No quiere renunciar a su fuero de congresista -como ya lo han hecho 22 de sus colegas-, porque, dice, "soy inocente". Y como las malas rachas no vienen solas, Vives comenta lo que le pasó en agosto pasado con Ana Milena, su esposa. Ella fue de visita y accidentalmente lo golpeó con una puerta. El resultado: un machacón que se le llevó un pedazo de dedo de la mano y que lo obligó a una delicada cirugía plástica. "Pero las heridas que en realidad duelen son las del alma. Hace poco mi hija, de 7 años, me dijo: 'Papi, ¿por qué no les dices a los señores de la Policía que te dejen ir ya para la casa?", evocó.

El siguiente congresista en integrarse a la conversación fue el cordobés Juan Manuel López Cabrales, quien está detenido desde mayo pasado. Sin duda, 'Juancho' López es uno de los más afectados con el encierro y con su proceso en la Corte. Da la impresión de que nunca ríe. Cuando habla, no se sienta. Siempre está de pie con su traje deportivo negro y con una frase que repite a cada rato: "¿Yo amigo de los paramilitares? ¡Por Dios, esto es una locura! Yo siempre fui enemigo y víctima de ellos!". A diferencia de casi todos los para-políticos, López Cabrales no se queja ni de sus amigos ni de los medios de comunicación. "Los amigos han estado presentes y los medios me han tratado con respeto, dijo, y añadió: A mi calidad de senador no pienso renunciar nunca".

El número de asistentes al conversatorio aumenta. Mientras 'Juancho' López hablaba, a la mesa redonda llegaron los ex senadores Dieb Maloof y Jairo Merlano. El primero (condenado a 58 meses de cárcel) se queja ante SEMANA de lo dura que ha sido la prensa con él, pero casi de inmediato cambia de tema y habla de lo que ha hecho y está haciendo en la cárcel. Maloof fue un destacado médico neurocirujano de Barranquilla al que le dio por colgar su diploma para dedicarse a la política. Ahora, en prisión, es él médico de cabecera de todos sus compañeros detenidos por la para-política. "Aquí el nivel de estrés es alto para todos y eso es de cuidado", advirtió. Tampoco olvida el día en que se enfermó el ex senador Álvaro Araújo Castro. "Estábamos jugando fútbol y, de pronto, Álvaro se desplomó y empezó a convulsionar. Fue un momento dramático", aseguró Maloof. (Álvaro Araújo está llamado a juicio y hoy, por su estado de salud, goza del beneficio de casa por cárcel).

Jairo Merlano, entre tanto, fue senador por Sucre y lleva 16 meses en la cárcel. Primero estuvo detenido en Zipaquirá, pero al poco tiempo pidió traslado para La Picota porque lo iban a matar la soledad y la angustia. Antes de estar en este lío no fumaba. Ahora cuenta que no rebaja de 20 cigarrillos al día.

A pesar de la seriedad de uno o de la obsesión por los cigarrillos del otro, a todos se les ve de buen estado de ánimo: toman del pelo, hacen bromas, no se quejan mucho. En parte, eso puede tener que ver con la mejora de sus condiciones de reclusión. En los 16 meses que llevan allí, el Inpec les ha ido mejorando el sitio. Cada uno tiene su pieza, con espacio suficiente para una cama grande, televisión, dos sillas y baño. Tienen acceso a Internet y les construyeron una pared, para encerrar el patio, de manera que ni los curiosos puedan mirarlos ni los periodistas tomarles fotos desde afuera. Hacen 'vaca' para comprar los alimentos para la comida, muchas veces es preparada por el 'Gordo' García.

Hasta sacerdote tenían. Al preguntarles por el religioso que estuvo detenido en el pabellón de los para-políticos por actos impropios con menores de edad, todos empiezan a hablar bien de monseñor Fernando Piñeros Rocha (78 años) y explican que se fue hace poco de la cárcel por una nulidad en su proceso. "Él nos daba misa aquí", dijo Luis Eduardo Vives. "¿Y les daba comunión también?", preguntó SEMANA. Con sorna, Jairo Merlano respondió: "¡Tampoco, tampoco!".

Y entonces, como para no dejar a un lado el tema religioso, el senador del Tolima Luis Humberto Gómez Gallo interviene y cuenta que la oración los mantiene en pie a él y a sus compañeros de vicisitudes. Gómez está detenido desde diciembre pasado y sostiene que en la vida hay cosas peores que la muerte. "La cárcel es una de ellas", advirtió. El ex presidente del Congreso también dice que entre sus planes no está la posibilidad de renunciar a su calidad de senador, entre otras cosas, porque dice ser inocente y porque lo alienta un editorial de El Tiempo, del pasado 17 de enero, en el que se cuestiona seriamente la credibilidad de la investigación en su contra.

Patio uribista

Más allá de la rutina, a muchos de ellos se les ha cuestionado porque pese a estar detenidos, se dice que siguen manejando los hilos del poder de sus regiones. Pero de eso no hablan. El viernes de la semana pasada -comenta el ex representante del Magdalena Jorge Luis Caballero-, el pabellón de la para-política se paralizó. Todo el mundo estaba pegado del televisor y pendiente de lo que pasaba en la reunión de presidentes del Grupo de Río, en Santo Domingo (República Dominicana). Ellos, los para-políticos -así lo dijeron todos-, vivieron como propia la victoria del presidente Álvaro Uribe y su defensa del operativo que terminó con la muerte del jefe guerrillero Raúl Reyes.

Lo paradójico del asunto es que ahora casi todos los residentes del pabellón apoyan de nuevo a Uribe Vélez. Antes de que el Presidente se enfrentara con la Corte Suprema de Justicia -Uribe denunció que la sala penal le quería montar un proceso a través de un testigo llamado 'Tasmania'-, los para-políticos se quejaban de que los había dejado solos y de que era un mal amigo. Pero hoy la lectura es distinta: "Con lo de 'Tasmania' entendimos que la Corte tenía como objetivo final a Uribe, pero se estrelló", dijeron casi a una sola voz varios de los detenidos. Por eso, con contadas excepciones, como la de 'Juancho' López, que saca pecho y dice que es liberal oficialista, a todos les suena una segunda reelección de Uribe Vélez. Y una queja final de los para-políticos: "¿Por qué aquí no hay ni un solo senador o representante antioqueño?".