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EL JINETE DEL APOCALIPSIS

Desolador balance del proceso de paz hace el Procurador

8 de abril de 1985

El Procurador habló de nuevo. Y de nuevo desató toda clase de reacciones durante una semana de declaraciones y comentarios de prensa, que esta vez no se referían a denuncias sobre torturas, maltratos y desapariciones, ni a la participación de oficiales de las Fuerzas Armadas en el MAS, ni al robo de las arcas de algún departamento. Se trataba de un mensaje dirigido a los grupos subversivos comprometidos en el proceso de paz, tomando como punto de partida una investigación realizada por agentes de la Procuraduría en 18 sitios del país de importante presencia guerrillera, investigación cuya lectura ofrece, según Jiménez Gómez, la impresión de "un país que la subversión trata, maltrata y zarandea a su antojo, como si hubiera acampado en una casa abandonada".
Los primeros en reaccionar al documento fueron los editorialistas de los periódicos, quienes, casi en forma unánime, respaldaron al Procurador. El Tiempo habló de "un toque de alarma". El Espectador de "documento objetivo, cimentado en nuestra realidad política actual". El Mundo de Medellín elogió "su espíritu patriótico", "su coraje", "su recta intención" y su "independencia". Y Occidente de Cali se apoyó en él para hablar de "abusos de la subversión en el proceso de paz". Los principales columnistas le dedicaron amplios comentarios, éstos sí más polémicos. Daniel Samper aseguraba que el documento "es una denuncia valerosa y franca". Enrique Santos en cambio criticaba su imprecisión y lo invitaba "a concretar". María Teresa Herrán se preguntaba si no se trataba acaso de "una simple estrategia de equilibrio... del que siente que debe repartir rayos a diestra y siniestra". Y Antonio Caballero rechazaba la idea del documento de culpar a la subversión por el apocalipsis que el propio Procurador anunciaba en él.
Los grupos guerrilleros, por su parte, se declaraban sorprendidos. Tanto el M-19 como el EPL sostenían que Jiménez Gómez estaba "justificando un futuro de represión" e "invocando al fascismo". No faltaban otras reacciones mucho más curiosas, tanto a la derecha como a la izquierda. El Directorio Nacional Conservador, por ejemplo, calificaba el documento de "arbitrario, contradictorio y extraño" y el frente Ricardo Franco, disidente de las FARC y opuesto a la tregua, invitaba al Procurador a "permanecer en su puesto... porque la patria que ya nace requerirá de hombres con el más gallardo y abierto espíritu republicano".
Lo grave del pronunciamiento de Jiménez Gómez es que, de tomarse al pie de la letra sus afirmaciones, las conclusiones que se pueden sacar son que el proceso de paz prácticamente ha fracasado y que el país está sumido en el caos. Es lo que vienen sosteniendo diversos sectores de opinión desde hace varios meses, al afirmar que la tregua institucionalizó un Estado dentro del Estado.
Después de lo sucedido la semana pasada en el seno de sus comisiones, queda claro que el diálogo nacional no está llegando a ninguna parte. A lo más que se podía aspirar en los 14 meses que le quedan a este gobierno es a la participación de los grupos guerrilleros en el proceso electoral. Pero al condicionar el Ministro Jaime Castro esa participación a la entrega de las armas, esta posibilidad prácticamente desapareció. Tanto Alvaro Gómez como el propio Betancur en sus declaraciones contradictorias con las de Castro, parecen aceptar que la entrega de armas es "un supuesto irreal", como lo ha dicho el candidato conservador.
Al hacerse evidente que la guerrilla no se convertirá en partido político, queda por ver cuáles son las consecuencias de su presencia en casi todo el territorio nacional (ver mapa), con un pie en la paz y otro en la guerra, mientras conserva sus armas.
Autoridad Moral
Pero volviendo al documento lo que muy pocos se atrevían a cuestionarle era la autoridad moral que tenía el Procurador para decir lo que estaba diciendo. Nadie podia tacharlo de reaccionario, después de lo que Jiménez Gómez había hecho en el caso del MAS. Tampoco se podía decir que se había convertido en defensor a ultranza de lo establecido, después de lo que fueron sus investigaciones sobre la corrupción administrativa a distintos niveles y de sus afirmaciones (algunas de ellas en este documento) sobre la necesidad de adelantar profundas reformas políticas y sociales en el país, para evitar una catástrofe.
Algunos en cambio habían querido cuestionar la competencia que juridicamente podía tener el Procurador para hacer un pronunciamiento semejante. Antonio Navarro Wolf, como vocero del M-19, había dicho el lunes a la radio que Jiménez Gómez estaba actuando por fuera de los límites de sus funciones constitucionales. Pero lo cierto es que el Procurador estaba lejos de extralimitarse, como bien lo explicaba en el documento, al repetir la tesis de "una Procuraduría de opinión" que en anteriores ocasiones había producido tantas simpatias en sectores de izquierda. Navarro pareció olvidar en esta declaración que al fin y al cabo es ingeniero sanitario y no abogado constitucionalista.
Otros observadores afirmaban que el documento implicaba un distanciamiento entre el Procurador y el presidente Belisario Betancur. El politólogo Jesús Pérez González Rubio asegura que "la carta del Procurador es una extraña manera de enviarle un pliego de cargos al Presidente". Esto no es tan seguro. Al fin y al cabo mencionaba la "gran visión hacia el futuro" del Primer Mandatario y esto significaba el primer elogio público de Jiménez Gómez a Betancur, después de cumplidos seis meses del distanciamiento originado en la polémica del narcodiálogo en Panamá.
¿Anti-subversivo o anti-represivo?
Entre las críticas más comunes que se escucharon sobre el documento estaba el calificativo de "contradictorio". La crítica podía ser válida si se tenían en cuenta dos apartes específicos del documento. El primero, cuando Jiménez Gómez asegura que "la radicalización y los excesos de todos nuestros militarismos, de todas las marejadas represivas latinoamericanas, han nacido de la radicalización y los excesos de la subversión". El segundo, cuando afirma que "Un cambio se impone. El diseño y estructura de nuestra sociedad y de nuestro Estado han venido incubando injusticia y violencia capaces por sí solas de reventar todo orden institucional". Al Procurador se le podía preguntar entonces si la ruptura del orden institucional se origina en los excesos de la subversión o si se debe a la injusticia y la violencia "por sí solas". En fin, era necesario definir si la subversión es una causa o una consecuencia de las injusticias sociales.
Pero aparte de esta cuestión que quedaba por establecer, lo cierto es que tanto quienes lo criticaban como quienes lo aplaudían estaban de acuerdo en reconocer que el documento era anti-subversivo. Y no podía ser de otra forma, viniendo precisamente del jefe del Ministerio Público, quien debe ser por excelencia el defensor de la Constitución y de las Leyes. Pero, ¿acaso el documento no era también anti-represivo, en contra de lo que parecían haber entendido los grupos guerrilleros que lo tachaban de "fascista" o el "alto mando militar" que citaba El Espectador del martes dando "un respaldo total" al Procurador en este caso? Para contestar esta pregunta era necesario leer con mucho detenimiento las palabras de Jiménez Gómez. En efecto, el Procurador daba por hecho que, de fracasar el proceso de paz, se podia desatar "una carnicería" cuando los anhelos de paz sean reemplazados por "una violenta represión" o sea cuando se produzca "el desembarco de Normandía". Un supuesto tal no es precisamente un elogio de los militares colombianos, pero ni la guerrilla ni las Fuerzas Armadas parecen haber entendido así al Procurador.
Lo que sí no podía ponerse en tela de juicio era la crítica de "impreciso" que muchos le hacían al documento. Jiménez Gómez mencionaba una investigación realizada en 18 lugares de gran presencia guerrillera, para justificar sus afirmaciones. Pero aparte de mencionar esos lugares, el Procurador dejaba a la imaginación de sus lectores los casos concretos a los que se refería y que no sólo no señaló con claridad en el documento, sino que no quiso especificar la semana pasada, cuando en forma sistemática se nego a hablar para la prensa, que estaba ansiosa de pedirle esos datos. Según pudo establecer SEMANA, Jiménez Gómez piensa esperar que baje la marea antes de hacer claridad sobre sus denuncias. Pero tal vez "tirar la piedra y esconder la mano", esperando que baje la marea, sea demasiado arriesgado, si se tiene en cuenta que, hoy más que nunca, el proceso de paz pende de un hilo.--