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| Foto: Natalia Botero

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ELN les pone la cara a los sobrevivientes de Machuca

Pablo Beltrán, jefe negociador de la guerrilla, anunció que tienden un puente para reunirse con las víctimas y asumir la responsabilidad por la masacre.

4 de octubre de 2017

“Hemos hecho contacto con las víctimas, queremos hablar con ellas sobre esto, escucharlas, que nos escuchen y queremos asumir responsabilidades”, fueron las palabras de Pablo Beltrán a los sobrevivientes de Machuca desde Ecuador.

Este martes, durante la presentación de un libro sobre la masacre, el jefe del equipo negociador del ELN abrió la posibilidad de dar la cara por el ataque. Van a ser 19 años, desde cuando miembros de esa guerrilla dinamitaron el oleoducto Caño Limón-Coveñas. Un acto terrorista se transformó en una de las masacres más horrendas que Colombia recuerde.

En la madrugada del 18 de octubre de 1998, integrantes del Ejército de Liberación Nacional pusieron una carga explosiva en el oleoducto a escasos metros del corregimiento de Machuca, en Segovia, Antioquia. El fuego provocado por la explosión quemó 46 casas. Murieron 84 personas, casi todos menores de edad. 

"Durante ese sabotaje se produjo este accidente. Hemos hecho contacto con las víctimas queremos hablar con ellas sobre esto escucharlas, que nos escuchen y queremos asumir responsabilidades", expuso el jefe guerrillero. 

A su juicio, con estos acercamientos que son un aporte a los procesos de reparación que pactaron las Farc y que ellos construyen desde Quito, se está abonando el camino a la paz. Agregó: "La reparación de las víctimas no es un asunto de retórica. Lo vamos hacer así el Gobierno no lo haga".

Después de medio siglo enfrentamientos, el ELN y las Fuerzas Armadas por primera vez en la historia ponen a andar un cese al fuego bilateral. Comprometidos desde febrero en una negociación de paz en Quito, el los negociadores pactaron una tregua que se extiende hasta el 9 de enero.

Aunque el alto al fuego estuvo precedido de una jornada violenta que dejó cinco muertos, incluidos tres policías y un guerrillero, con el gesto las partes pretenden avanzar hacia la terminación definitiva del último conflicto en América y oxigenar la mesa en Quito que por fin empieza a mostrar gestos tangibles. 

La historia

Como si fuera un domingo cualquiera en un pueblo minero del noreste de Antioquia, la familia Sánchez decidió entrarse temprano a su casa. Nelly del Rosario, con 9 meses de embarazo, le sugirió a su esposo que no se durmiera porque presentía que esa misma noche daría a luz. Los dolores fuertes en el vientre durante todo el día así se lo indicaban. La bebé nació a las 11:06 minutos, media hora antes de que el ELN volara el oleoducto Cusiana-Coveñas -a menos de dos kilómetros del casco urbano- y dejara convertido a Machuca en un gran campo de muertos y cenizas.

Aunque José, su esposa y la recién nacida -quien a partir de ese momento sería conocida como ‘la niña candela‘- lograron subir al cerro más alto y escapar al incendio, dos de sus hijos menores murieron carbonizados. Ellos vivían cerca del río Pocuné, el mismo que esa madrugada de octubre se convertiría en una corriente de fuego.

Impotentes, los sobrevivientes observaban desde un cerro el desolador panorama del pueblo: animales, vegetación y más de 100 casas incineradas, 84 personas muertas y otras 30 quedaron heridas.

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