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ENCUENTRO EN ANTIOQUIA

Tres mil personas y el Presidente Betancur avalaron el propósito de recuperación del departamento

15 de agosto de 1983

Algunos pensaron que la racha de "antioqueñismo" que se había visto y hecho sentir en las últimas semanas terminaría siendo, en poco tiempo, un fenómeno pasajero. Pero las tres mil personas que se reunieron el martes 12 de julio en el Coliseo de Exposiciones de Medellín en aquella reunión sin precedentes que fue bautizada "Encuentro de Antioquia", confirmó que los paisas estaban hablando en serio. Había llegado la hora de parar y meditar sobre el futuro de su departamento, con la solidaridad y la franqueza que moldearon los perfiles de sus corajudos antepasados.
En medio de este apropiado ambiente, el discurso del Presidente Betancur recibió emocionadas ovaciones. Todos los presentes querían oírlo expresar su compromiso por la defensa del trabajo nacional y la erradicación del contrabando, que el Presidente señaló como el culpable del menosprecio propio que ha ahogado al país y que "nos convirtió en un vergonzoso modelo de atraso", basado en "la importación de fruslerías y en la exportación de marihuana y coca".
Acompañado de canciones de folclor "paisa" interpretadas por más de cien músicos populares y frente al escudo de Antioquia elaborado con flores por los famosos "silleteros" de las lomas de Santa Elena, el Presidente fue leyendo su discurso de veinte páginas en el que sobresalieron frases tan categóricas como la necesidad de acabar con la "Hong-kongización" del país, y la adjudicación de los diversos problemas que hoy lo afectan a "un juego de fuegos cruzados de conmovedoras circunstancias".
Uno de los presentes en la reunión manifestó a SEMANA que hasta tal punto fue conmovedora la intervención presidencial, que estaba seguro de que si Belisario hubiera pedido a los asistentes, al final de su discurso, que se quitaran las prendas extranjeras y las quemaran, todos lo habrían hecho.
En el escenario, de más de 70 metros de longitud, el Presidente entró acompañado de sobresalientes y tan disímiles figuras antioqueñas como el general Lema Henao, el procurador Jiménez Gómez, el ex candidato Gerardo Molina y el humorista "Montecristo".
Entre los más destacados oradores, fuera del Presidente, figuró Fabio Echeverri Correa, presidente de la Andi, de quien se comentó que había librado, en días pasados, una pequeña pugna con Gilberto Echeverri (Proantioquia) por adueñarse del evento. Algunos consideraron que Echeverri Correa ganó por una nariz, y los aplausos que despertó su intervención, en la que ofreció a los presentes servir de lanza para sacar adelante al departamento de su postración económica y social, así lo demostraron.
Las demás intervenciones fueron recibidas con relativa frialdad por los asistentes, excepción hecha de la realizada por el representante de los trabajadores, Mario Valderrama, quien exhortó a los presentes a acabar con lo que llamó "la antropofagia gremial" y el individualismo que genera resentimiento con una sociedad ávida de solidaridad.
Al final de la reunión, representantes de los distintos gremios económicos, políticos, religiosos y sociales suscribieron un documento en el que se comprometían a fomentar entre los antioqueños un sincero cambio de actitud y mentalidad y a promover proyectos industriales de singular envergadura. El "Encuentro de Antioquia" fue, pues, una forma de oficializar los brotes de nacionalismo que días antes venían protagonizando los paisas en homenaje a sus tres industrias bandera, Coltabaco, Fabricato y Coltejer. Lo que comenzó prácticamente como un fenómeno espontáneo que llevó a la gente a rechazar el cigarrillo de contrabando y las prendas extranjeras cobró un carisma institucional, del cual fue garante el presidente de la República y son testigos, en espera de sus resultados, los demás habitantes del país.