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'Era imposible saber que mi esposo trabajaba para la mafia'

La 'top model' Natalia París reconoce que cometió un error al enamorarse de un mafioso. Al enterarse de que Estados Unidos le canceló la visa, pidió otra oportunidad.

19 de enero de 2004

"Yo ya me equivoque una vez, pero creo que merezco la oportunidad de rehacer mi vida como una persona honesta", fue lo primero que dijo Natalia París al enterarse por SEMANA de que su visa a Estados Unidos fue cancelada. La DEA hizo la solicitud de que no se le permitiera más la entrada a territorio estadounidense, pues considera que cualquier colombiano que esté involucrado directa o indirectamente con narcotraficantes no tiene derecho a tener visa de entrada a ese país.

La modelo se niega a creer que la noticia es verdadera. Pero lo cierto es que hace ocho meses fue citada a la embajada de Estados Unidos en Bogotá a una reunión que, para ella, fue muy tensa. "Estuve con un cónsul y dos hombres, uno de la DEA y otro del FBI. La intención de ellos era quitarme la visa porque yo era la mamá de la hija de Julio Correa. Les expliqué que yo estaba haciendo mi vida limpia y les pedí que no me cerraran las puertas de su país". Según Natalia, los funcionarios le dijeron que algún día la volvían a llamar, pero hasta el momento la espera ha sido inútil.

La información que tienen la DEA y la Policía colombiana señala que en el pasado, Correa trabajó para Pablo Escobar mientras el capo permanecía en La Catedral, y su misión "era recibir 'la mercancía' y cobrar la plata". Luego vivió en Los Angeles y cuando regresó a Colombia vio por primera vez a Natalia en un gimnasio de Medellín. Se enamoraron perdidamente y vivieron juntos durante siete años.

Según la modelo, Correa le prometió cambiar de vida y buscó a una persona que le limpiara su pasado en Estados Unidos. El hombre que dirigió ese proceso fue Baruch Vega, un informante de la DEA que le resolvió el problema judicial a cambio de 2 millones de dólares para no pisar una prisión norteamericana.

Con un pasaporte a nombre de Juan Andrés Mejía Uribe, Correa obtuvo una visa a Estados Unidos, pero hace casi tres años, en uno de sus viajes a Colombia, fue desaparecido en un hecho que las autoridades atribuyen a la mafia.

Semana: ¿Usted nunca supo de los negocios de su pareja Julio Correa?

Natalia Paris: Era imposible saber que trabajaba para la mafia y cuando supe quién era él estaba tan enamorada que no me importó.

Semana: Pero a usted le quitaron la visa a Estados Unidos por esa relación.

N.P.: No me pueden juzgar por una persona que quiso arrepentirse. Mi dinero es dinero sano. Yo manejo mis negocios y Julio jamás me dio un dólar para mis gastos. Cuando fui su mujer nunca puso ninguno de sus bienes a mi nombre y sin embargo me juzgaron mal. Me cancelaron todos los contactos y me quedé sin apoyo.

Semana: ¿Cómo puede usted demostrar que el dinero y los bienes que posee no son ilícitos?

N.P.: Mi proyecto del calendario lo patrocinó la Esso y recibí muy buena plata porque yo misma hice la producción, la distribución y mi mamá me ayudó en la parte contable. Después del escándalo por la muerte de Julio, la editorial Norma me volvió a contratar y hoy los cuadernos con mi imagen se distribuyen en nueve países de Centroamérica y América Latina. Además tengo mi propio negocio de productos de belleza y mi empresa se llama Cosmética Tercer Milenio, la que nos deja muy buenas utilidades.

Semana: ¿Qué propiedades tiene?

N.P.: Traté de comprar un apartamento en Miami y nunca se pudo concretar el negocio. Solo tengo un pequeño apartamento en Medellín.

Semana: ¿Cree usted que con su belleza y su talento puede conquistar a cualquier hombre?

N.P.: Por ahora solo quiero sacar adelante a mi niña y llevar una vida sana.

Semana: En el mundo del modelaje se habla mucho de una lista de modelos, conocidas como las prepagos, que tienen relaciones sexuales por altas sumas de dinero. Dicen que usted está en esa lista.

N.P.: Siquiera me hace esa pregunta. Yo sé que hay unas niñas muy bonitas que se hacen pasar por modelos y que cobran entre 10 y 20 millones. Aunque sé que personas inescrupulosas han utilizado mi nombre, quiero que quede claro que yo jamás me prestaría a algo semejante.

Semana: También dicen que usted realiza 'visitas conyugales' a varias cárceles de Colombia.

N.P.: Le juro por mi niña que jamás he entrado a una cárcel.

Semana: Usted está calificada de ser uno de los mayores símbolos sexuales del país. ¿Esto le ha causado problemas?

N.P.: Hace poco recibí en un cuarto de un hotel en Colombia dos regalos que me los envió un desconocido. Yo estaba con mi hermanito. Cuando los abrimos nos dimos cuenta de que eran dos relojes con incrustaciones de diamante. Uno pequeño era para Mariana, mi hija, y el otro para mí. De inmediato los devolví porque jamás recibo regalos de nadie y menos de extraños.

Semana: Usted ha hablado con funcionarios de la embajada de Estados Unidos y con altos funcionarios del gobierno colombiano para que le ayuden a recuperar su visa. ¿Por qué es tan importante para usted y cómo piensa convencer a los estadounidenses de devolvérsela?

N.P.: Yo siempre he pensado que mi futuro está en ese país, mi hija es ciudadana norteamericana y tengo una oferta de trabajo en una de las mejores agencias de modelos de Miami. Yo no puedo volver a empañar una carrera de 10 años en el modelaje y perder esa oportunidad. Estoy ciento por ciento segura de que voy a recuperar mi visa.

Semana: ¿Cómo puede usted asegurar que no se vuelva a enamorar de un hombre cuestionado por la justicia?

N.P.: Yo no me puedo equivocar dos veces y todos los días pienso en las palabras que me dijo mi mamá: "Usted ya perdió la oportunidad de equivocarse". Después de todo lo que sufrió mi mamá por mi relación con Julio, miro con lupa a cualquier persona que esté sentada al lado mío.

Semana: ¿Qué piensa del futuro?

N.P.: Que no quiero en mi vida a nadie que tenga que ver con el narcotráfico, para no repetir la historia que nos causó tanto daño a mi mamá, a mi niña y a mí. Soy la persona más famosa después del presidente Alvaro Uribe. Lo digo con toda humildad y tengo que salir adelante honestamente.