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¿FIN DE UNA CARRERA?

Mauricio Guzmán Cuevas fue uno de los fundadores del Nuevo Liberalismo en el Valle, tiene fama de ser un político moralista y está en la cúspide de su carrera.

4 de agosto de 1997

El jueves de la semana pasada Mauricio Guzmán Cuevas, alcalde de Cali, lloró delante de los periodistas y las personas que lo acompañaron al lanzamiento de la campaña para convertir a Cali en la ciudad más limpia del planeta. El mandatario local, vestido con una sudadera azul, dejó escurrir unas lágrimas durante la ceremonia que presidía luego de enterarse que la Fiscalía Regional de Bogotá lo había llamado a indagatoria en una investigación que le adelanta por presunto enriquecimiento ilícito con dineros del cartel de Cali. Guzmán dijo que había llorado por una mezcla de emoción y angustia. No lo hizo en balde. Sabía que la historia que comenzaba a protagonizar podía poner fin a su carrera política, una de las más promisorias del país. Para un reconocido periodista caleño, el alcalde "es un claro exponente de la nueva clase política vallecaucana, tenía madera presidencial y eso aumenta la dimensión de su tragedia".
Quienes se conmovieron con las imágenes de televisión que mostraban las lágrimas del alcalde caleño no podían creer lo que estaba ocurriendo.
Si bien los cuentos de los supuestos vínculos de Guzmán con narcotraficantes son viejos, nadie parecía creerlos porque él no tiene el perfil negativo de otros políticos vinculados al proceso 8.000. Todo lo contrario. A los ojos de la gente Guzmán es un político moralista, arropado por la gloria de haber fundado el Nuevo Liberalismo en el Valle del Cauca. Tiene una sonrisa y una palabra amable en todo momento. Es un hijo de familia, digno representante de la clase media colombiana, que luchó y estudió a brazo partido para salir adelante en la vida. "Una lámina", como acostumbran denominar las caleñas a un hombre atractivo. Un patriota ejemplar que ostenta el grado de capitán de reserva del Ejército y quien participó en operaciones de reentrenamiento en octubre del año pasado como un militar más. Un mandatario que cuenta con la aprobación, según lo reveló una encuesta publicada por la revista Cambio16 el pasado mes marzo, del 80 por ciento de los caleños. "Es una persona con una gran capacidad de trabajo que ha realizado obras muy importantes para la ciudad. Los caleños en general lo aprecian mucho", dice el precandidato conservador Carlos Holguín Sardi.
Líder innato
Virgilio Guzmán, padre del alcalde, es un ibaguereño con vocación frustrada de político que siempre ha estado vinculado a labores comerciales o agrícolas. De él, Mauricio, el segundo de los hijos, heredó el gusto por la política y el amor por los caballos. Cuando pequeño Guzmán cabalgaba por la carretera que conduce de Cali al mar. Ahora lo hace en la finca de la familia en el corregimiento de La Cumbre, ubicada a una hora de la ciudad, y nunca falta a la cabalgata con que se abre la feria en el mes de diciembre. También trata de asistir a todas las competencias de equitación en las que participa su hijo mayor.
Su amor por los caballos sólo es comparable a la pasión que siente por la política. En la Universidad San Buenaventura, de Cali, donde estudió derecho, recuerdan su participación en cuanto comité estudiantil había. Pese a sus ocupaciones de entonces tuvo tiempo para conocer a una colega, Luz Elena Azcárate, perteneciente a una tradicional y acomodada familia de Buga, con la que luego se casó y tuvo dos hijos.
Su carrera política comenzó en forma, según personas cercanas a él, al lado de Emilio Aljure, quien lo nombró primero su secretario privado y luego secretario de Gobierno. A comienzos de los años 80 se metió de lleno en una aventura que le costó más de un dolor de cabeza: organizar, junto con otros jóvenes inquietos e idealistas como él, el Nuevo Liberalismo de Luis Carlos Galán en el Valle. Para hacerlo tuvo que enfrentar a los pesos pesados del liberalismo en la región y trabajar duro. Quienes lo conocieron en aquella época recuerdan que Mauricio salía todas las madrugadas en un Renault 4 azul, acompañado de Yolima Espinosa y otros dos amigos, recogía engrudo y se iba a pegar afiches de su candidatura al Concejo por toda la ciudad, en especial en los barrios populares de Cali. Para algunos esto es una muestra de tenacidad. Para otros, como un conocido que prefiere reservar su nombre, un prueba de que el hoy alcalde "es un tipo ambicioso, capaz de hacer lo que sea para llegar al punto que quiere. Aunque hay que reconocerle que es un ejecutivo, un hombre dinámico que sabe hacer muy bien política".
Con Galán al poder
Con Luis Carlos Galán a Guzmán le fue muy bien. Coordinó el Nuevo Liberalismo en el Valle, ocupó la dirección alterna del movimiento a nivel nacional y en representación del mismo llegó al Congreso de la República. Luego de la muerte de Galán su estrella no se apagó. El presidente César Gaviria lo tenía como candidato a Contralor General de la República, cargo que no pudo ocupar por no tener la edad requerida. Al final el puesto quedó en manos de otro vallecaucano: Manuel Francisco Becerra. Después de este inesperado traspiés Gaviria nombró al joven político caleño gobernador del Valle del Cauca. El paso de Guzmán por la gobernación no fue afortunado y se convirtió en un bache en su corta pero brillante carrera.
En ese momento el liberalismo presentó una lista única de candidatos para Cámara y Senado de la República. Al parecer, según fuentes consultadas por Semana, Guzmán se dedicó a sabotear la unión de los liberales en el Valle para favorecer a miembros de su grupo, denominado Nuevo Liderazgo. Por este motivo se le acusó de tener intereses egoístas, se peleó con la Dirección Nacional Liberal y tuvo que renunciar al cargo. Después de esto se fue a estudiar a la Universidad de Harvard. A su regresó se lanzó al Senado con una campaña polémica que tuvo como lema: "No más miedo". La expectativa que generó no le alcanzó, perdió su curul por 200 votos. Sin embargo, fiel a su lema de "Volvamos oportunidades los problemas, las crisis y los obstáculos", inscribió su candidatura a la alcaldía de Cali.
Desde un comienzo fue evidente la popularidad que tenía su nombre. Por tal motivo los conservadores, que no tenían candidato, le propusieron que los acompañara en una coalición política que denominaron La Clave. El objetivo era simple: elegir un gobernador conservador, Germán Villegas, y un alcalde liberal, Guzmán. La fórmula triunfó y dio resultado. A comienzos de este año los dos fueron elegidos, respectivamente, como el mejor gobernador y uno de los mejores alcaldes del país. A Guzmán las reformas administrativas, el plan de desarme, la construcción de obras viales, los planes de ayuda a los ancianos, la recuperación de parques, entre otros proyectos, lo tenían en la cúspide de su mandato. Ahora su suerte es incierta y tiene todas las apuestas en contra. Muchos dan por descontado que es el fin de una de las carreras políticas más promisorias del país. Lo cierto es que el caso de Guzmán demuestra lo difícil que es dividir el país entre 'buenos' y 'malos'.