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| Foto: AFP

CRÓNICA

Y cesó la horrible noche...

Sensaciones encontradas, lágrimas, sonrisas, abrazos y un susto en Cartagena, en el atardecer en que Juan Manuel Santos y Rodrigo Londoño firmaron la paz.

Rodrigo Urrego*
26 de septiembre de 2016

Hace 34 años hubo un grito que cautivó a la mayoría del país. El ‘sí se puede‘ de Belisario Betancur fue la primera ilusión de que la paz con las FARC era posible. Este 26 de septiembre hubo un grito que se impuso en Cartagena, la nueva capital de la paz. ‘Sí se pudo, sí se pudo‘.

Con ese grito recibieron al expresidente Betancur cuando ingresó, a paso lento y del brazo de su esposa, a la Plaza de banderas blancas del Centro de Convenciones. Y fue el grito que más sonó durante la hora y 46 minutos que duró el que será recordado como uno de los atardeceres más emotivos de la historia de Colombia.

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Escoger un solo momento para resumir las emociones vividas por las más de dos mil personas que fueron testigos de privilegio de un día para la posteridad puede ser una tarea antipática. Pero que al comandante de una de las más sanguinarias guerrillas del mundo se le hubiera entrecortado la voz al pedir perdón y reconocer a las víctimas causó un profundo impacto. "Ofrezco sinceramente perdón a todas las víctimas".

Porque cuando ‘Timoleón Jiménez‘, o mejor, Rodrigo Londoño Echeverry las pronunció se produjo la mayor ovación de la tarde, y los asistentes se levantaron de sus sillas como un resorte y empezaron a ondear los pañuelos blancos que horas antes habían encontrado en sus lugares.

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Tan emotivo momento fue interrumpido por tres aviones de combate. El primero atravesó el cielo con un violento estruendo que hasta asustó al propio Rodrigo Londoño. Bueno, a más de uno se nos detuvo el corazón . "Vinieron a saludar la paz y no a descargar bombas", dijo aún nervioso y fue acogido con aplausos, cuando la torre del reloj señalaba las 6 de la tarde y el sol ya se había escondido tras la cúpula de la iglesia San Pedro Claver.

Londoño Echeverry encontró su lugar en la historia tras heredar el poder en la guerrilla y ser el comandante que firmó la paz.

Era su primera vez en Cartagena, o por lo menos en mucho tiempo, y por eso inició su discurso evocando al "gran ausente", Gabriel García Márquez, a quien citó para describir los atardeceres color malva de la Heroica, que según el nobel colombiano, inspiran volver a nacer.

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Fue una tarde de metáforas y de muchos nombres. Timoleón Jiménez recordó a Jacobo Arenas, Manuel Marulanda Vélez y a los combatientes de Marquetalia. Al caudillo Jorge Eliecer Gaitán, a Fidel Castro y a Hugo Chávez, a quien agradeció por haber sido quien ayudó a iniciar "el camino indicado".

Juan Manuel Santos, el presidente que firmó la paz con las FARC, puso los pelos de punta y un nudo en la garganta de los invitados cuando pidió un homenaje a los negociadores de su gobierno, "los responsables de la victoria de la paz". Fue el aplauso más prolongado y también fue acogido con pañuelos blancos.

El presidente Santos fue uno de los más emocionados en la firma de La Paz. No pudo contener las lagrimas. Foto: AFP.

Tan conmovedor como el himno nacional interpretado por la banda musical de los niños de Baranoa, o las alabanzas de las adoradoras de Bojayá que a su manera agradecieron a Santos y a las FARC. O el minuto de silencio para recordar a los ausentes, ese solo de trompeta que se rompió con un Viva Colombia que salió del alma de quien lo gritó.

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Todos los asistentes que colmaron la explanada de banderas del Centro de Convenciones fueron testigos de un momento esperado por más de medio siglo. Santos y Londoño firmando el acuerdo de paz. Primero lo hizo el jefe de las FARC, con el balígrafo en su mano derecha. Santos firmó el documento con la izquierda, su mano diestra. Una paradoja. Parte del público pedía un abrazo. Ambos se miraron de frente, se estrecharon la mano, y Rodrigo Londoño puso la otra mano en el hombro del presidente. Un saludo que duró 20 segundos. Parece poco, pero fueron 20 segundos por los que valió la pena haber vivido para contarlo.

Con un balígrafo fue firmado el acuerdo de paz como símbolo de la transición de las balas a la educación. Foto: Presidencia de la República.

A la histórica firma, Santos y Timoleón Jiménez llegaron, con 18 minutos de retraso frente a lo previsto, por una gigantesca puerta. A ellos los secundaron los presidentes invitados, y luego los equipos negociadores de ambas partes.

Una hora y 46 minutos después Santos volvió a recoger la letra del himno nacional. Si al comienzo lo hizo para señalar que "en surcos de dolores la paz germina ya", puso broche dorado cuando anunció que "cesó la horrible noche de la violencia que nos ha cubierto con su sombra por más de medio siglo".

En Cartagena, según Santos, la nueva capital de la paz, aún suena el himno de la alegría. Y en las calles de la ciudad se entona de forma espontánea el "sí se pudo, sí se pudo". La guerra con las FARC ha terminado.

*Enviado especial de Semana.com a Cartagena