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La actividad política de Petro se da más en el terreno de las redes sociales que en el de la política parlamentaria. | Foto: SEMANA

POLÍTICA

¿En qué anda Gustavo Petro?

Aunque el jefe de la Colombia Humana es el líder de la oposición en las redes y se perfila como un duro jugador en las elecciones de octubre, como senador no ha sido tan protagonista como se esperaba.

17 de marzo de 2019

Cuando en la segunda vuelta de la última elección presidencial Gustavo Petro sorprendió con cerca de ocho millones de votos, convirtiéndose en el candidato de izquierda más votado en la historia del país, el mundo político lo reconoció como líder de la oposición. Durante su campaña llenó plazas, se posicionó en las redes sociales y logró aglutinar a todo el antiuribismo. La opinión pública pudo ver su desempeño como Senador cuando, en 2006, protagonizó uno de los debates más duros que han tenido ligar, el de la parapolítica.

Por cuenta del Estatuto de la Oposición que tomó vida como resultado del acuerdo de paz, que le da una curul al segundo en la contienda presidencial, Petro llegó al Senado. Sus seguidores y antagonistas esperaban que se convirtiera en el protagonista semanal de los debates públicos. Sin embargo, aunque sigue teniendo una gran visibilidad y todo lo que hace genera controversia, su actividad política se da más en el terreno de las redes sociales que en el de la política parlamentaria.

Eso quedó en evidencia la semana pasada, cuando se estrenó el derecho a  réplica consagrado en el mismo Estatuto. Los partidos de oposición, incluyendo la bancada petrista, escogieron a la joven Juanita Goebertus para que los representara en la alocución en la que estos replicaron la decisión del presidente Iván Duque de objetar la Ley Estatutaria de la JEP. Sin embargo, causo sorpresa que Petro no fuera el vocero en la alocución y que no apareciera en el video.

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La inasistencia suya a la grabación se debió a un malentenido. Los asistentes se citaron a última hora al frente del Capitolio vía whatsapp. Como Petro no tiene esa aplicación y nadie le avisó personalmente, creyendo que era obvio que sabía. No se presentó en el lugar. Sin embargo sí estuvieron miembros de su bancada, Decentes. Hay quienes consideran que esa confusión terminó siendo favorable para la intervención que lideró Juanita Goebertus, de la Alianza verde, pues de haber estado Petro al frente de la alocución, el discurso en contra de las objeciones habría sido vista como un planteamiento más político que jurídico. No en vano, el ex candidato sigue representando uno de los dos extremos de la polarización.

La razón porque a nadie se le ocurrió proponerlo como vocero es más compleja, y tiene que ver con una realidad jurídica que ha implicado que Petro no haya  tenido el protagonismo que se esperaba. En el Estatuto de la Oposición e estableció que el segundo candidato presidencial en votación y su fórmula pueden llegar al Senado y a la Cámara, respectivamente. Sin embargo, en esa norma se omitió anotar que por esa razón, sus movimientos podrían llegar a tener personería jurídica. Eso afectó a Petro y a Ángela María Robledo, pues a pesar de haber llegado al Congreso, formalmente no tienen un partido político. La bancada que los apoya, fue avalada por Mais y por la UP, y no por la ‘Colombia Humana’ que inscribió al candidato por firmas.

Petro peleó ante el Consejo Electoral la personería argumentando que otra norma establece que la representación en el Congreso es condición suficiente para que un movimiento tenga el estatus de partido. Sin embargo, el organismo se la negó. Eso ha implicado que él no haya podido usar mecanismos que le servían de plataforma para consolidar el liderazgo de la oposición. Entre ellas, derechos de réplica, derecho a interrvenir en el Congreso después de que lo hace el gobierno o su partido, derecho a usar espacios en medios de comunicación, entre otros.

Ante esa posibilidad, esos espacios los han liderado otros actores políticos que, como Goebertus –quien inauguró la réplica televisiva—hacen parte de partidos con personería.

A todo lo anterior se suma otra realidad. Desde antes de llegar al Congreso, Gustavo Petro estaba lleno de demandas que incluso cuestionaban la posibilidad de posesionarse. La mayoría de estas demandas tienen que ver con actuaciones hechas cuando fue alcalde de Bogotá.  En el 2016 la Contraloría Distrital le impuso una multa de $217.000 millones y le embargó sus cuentas bancarias tras encontrarlo responsable fiscalmente por la reducción de las tarifas de Transmilenio. Y cuando estaba en ejercicio de su administración, la Procuraduría trató de destituirlo argumentando que había violado el derecho a la libre competencia al hacer público, de un momento a otro, el sistema de recolección de basuras.  Ambos episodios han derivado en solicitudes de medidas cautelares de protección ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos por parte del ex alcalde, idas y venidas en decisiones de tribunales como el de Bogotá y el Superior de Cundinamarca e incluso, afirmaciones de la Corte Constitucional en el sentido de que personas con deudas con el Estado no podrían convertirse en servidores públicos.

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Finalmente, la realidad política de Petro también lo pone en otro nivel y es parte de las razones que explican por qué no se ha convertido en el jefe de la oposición, excepto en las redes sociales. Estas se derivan de su condición de senador, y no de candidato presidencial.  “En reciente entrevista con Semana, Petro dejó ver que llegó al Congreso por una especie de casualidad jurídica y no porque quisiera hacerlo. Hay que ver si se trata hoy de ser el mejor senador, porque esa es una manera de anular la lucha por el poder en Colombia. Los uribistas dicen: mejor Petro quédese en el Senado. ¿Engordarme y pensionarme en el Senado hablando, sin cambiar la realidad del país? Yo ya acabé ese periodo, aquí llegué por chiripa, para mostrar las falencias del programa y del desarrollo del Gobierno Duque”, dijo.

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Sin embargo, su poca visibilidad en el Congreso, no impide que Petro trabaje en el telemaneje de organizar la oposición. Representado por Ángela María Robledo, ha estado asistiendo a las reuniones en las que con el Polo, la Alianza Verde y En Marcha, ha buscado una convergencia para postular una candidatura a la Alcaldía Bogotá. Según él, lo único que dificultaría es proceso sería que no se respetara su idea de construir el metro subterráneo. En otras ciudades también espera avanzar en los procesos de articulación con los partidos de oposición, exceptuando a Compromiso Ciudadano, de Sergio Fajardo, que va por un camino diferente.

Los problemas económicos también lo aquejan. Su salario como congresista está embargado por la Superintendencia de Servicios Públicos, quien determinó esa medida como producto de sus decisiones sobre el esquema de basuras. A eso se suma que no le han entregado los recursos de reposición de votos. Por eso dedica tiempo a recoger recursos. Es el caso de la “vaca” que está haciendo para ir a la Corte de La Haya el próximo 5 de abril  a donde promoverá una movilización “a favor de la democracia en Colombia”.

Las marchas del 18 de marzo volvieron a poner las miradas en el liderazgo de Petro. Se dieron muchas discusiones alrededor de si él se uniría a la convocatoria, o haría una nueva el 19. Finalmente se decidió por el 18. En ellas estará con otras figuras que le compiten el complejo liderazgo de la oposición.