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103 habitantes de calle cambiaron sus modelos de vida tras este programa. | Foto: Archivo particular.

PROYECTO

Habitantes de la calle muestran lado amable de Bogotá

Más de 100 habitantes de la calle dejaron atrás las drogas para limpiar los caños y emprender nuevos proyectos de vida.

21 de octubre de 2015

“Lo que hay detrás de esta limpieza es la limpieza de estos seres humanos”, dice Alexander Quinche, psicólogo de la Fundación Niños de los Andes.

Un programa de tres meses que buscaba emplear y capacitar a 103 habitantes de calle acaba de concluir con éxito. Más allá de los resultados cuantitativos (se limpiaron aproximadamente 18 kilómetros lineales de los tres canales intervenidos y se recolectaron aproximadamente 1.033 metros cúbicos de residuos), los resultados humanos son inspiradores.

“Los participantes volvieron a soñar sin límites, sin miedos y se inspiraron para construir sus sueños espirituales, sociales y materiales”, agrega Quinche, quien recuerda con emoción la reacción de uno de los participantes al volver al canal Arzobispo, donde vivió 10 años. “Allí, en su antiguo cambuche, se acurrucó a llorar. Pero después de unos minutos cogió con fuerza la escoba y limpió todo lo que había en su vieja vida para comenzar una nueva”, dice el especialista.

La Fundación Niños de los Andes –en alianza con el Instituto Distrital de Gestión de Riesgos y Cambio Climático (IDIGER) y la Secretaría Distrital de Integración Social (SDIS)– se encargo de identificar las habilidades, cualidades y talentos de los participantes para organizarlos de acuerdo con eso y ubicarlos en cuadrillas especiales. “Unos hicieron el retiro de residuos, otros trabajaron en lo artístico, otros se dedicaron a un trabajo más social para contarle a los transeúntes lo que estaban haciendo y para concientizar y cuidar la ciudad”, agrega Quinche.

Las intervenciones se hicieron, entre otras, en las quebradas San Cristóbal y Callejas, de Usaquén; el Canal Afluente San Vicente II, de Tunjuelito; Las quebradas Chuniza, Palestina y Curío Sureña, de Usme; la quebrada Chorro Colorado, de San Cristóbal, y las quebradas El Infierno, Honda, La Carbonera Limas, los zanjones de La Candelaria y de La Muralla, los canales El Volador, Central de Mezclas y La Alameda, de Ciudad Bolívar.

Los participantes hicieron una inmersión profunda en la Metodología ser, un programa diseñado para “el despertar de la conciencia”. El método, diseñado por Jaime Jaramillo, tiene como fin “ayudar a que las personas rompan paradigmas y se liberen de los miedos y condicionamientos nocivos que no les permiten cambiar sus vidas”.

Los participantes además recibieron capacitación en técnicas de yoga, meditación y neurolingüística. Una vez concluido el programa, los exhabitantes de calle recibieron una retribución económica que se destinó a su proyecto de vida. Algunos pidieron ayudarles a sus familias, otros se propusieron montar un negocio de venta de dulces, de jugos, pagar el arriendo, entre otros. No se les dio el dinero en efectivo a ellos sino que se destinó directamente a sus proyectos de vida bajo el acompañamiento de un equipo psicosocial.

“Los participantes identificaron cómo se manifiesta el apego, de qué se nutre este y recibieron las herramientas para aprender a vivir sin apegos (particularmente a las sustancias psicoactivas), lo que redujo significativamente las recaídas en consumo”, asegura Jaime Jaramillo, creador de la Fundación Niños de los Andes. “Se trabajó el perdón, algo que casi ninguno conocía. Tampoco sabían muy bien lo que era sentir amor”, dijo Jaramillo, conocido también como Papá Jaime.

Muchos de ellos cuando salieron de los canales y eran reconocidos por los 'parceros' que seguían en los cambuches les contaron cómo sí era posible empezar una nueva vida. “‘Si yo puedo, usted puede’, decían. El cargo de consciencia de ver a sus amigos con uniformes verdes trabajando los llevó a más de uno a levantarse, bañarse y unirse al programa”, concluyó el trabajador social y psicólogo Alexander Quinche.