Home

Nación

Artículo

¿ HACIA OTRA UNIVERSIDAD ?

La Nacional no se reabrirá hasta 1985. El nuevo rector intenta reorganizarla

17 de septiembre de 1984

Para el Presidente Betancur el problema principal de la Universidad Nacional es el de la violencia de los narcotraficantes infiltrados, para su ministra de Educación, Doris Eder, es el del manejo de las residencias y la cafetería; para el exrector Fernando Sánchez; es el de la violencia política, para los estudiantes es el de la hostilidad del Estado frente a la educación pública.
Mientras las autoridades y los distintos estamentos se ponen de acuerdo sobre el diagnóstico, las paredes de la Ciudad Blanca permanecen así, blancas, porque desde hace 3 meses el cierre ha impedido que sus normales habitantes las adornen con sus signos de vida: la consigna.
Y seguirán blancas todo este año, porque, según pudo establecer SEMANA en altas fuentes, es bien improbable que la Nacional sea reabierta en 1984.
Contra la apertura rápida del alma mater conspiran varios elementos. El gobierno no quiere poner en funcionamiento este centro para tener que volverlo a cerrar al primer brote de anormalidad, y en esta perspectiva está intentando reorganizarlo a fondo. El sindidato de trabajadores mantiene conflictos laborales con la administración de la universidad y ha pedido la apertura inmediata de las actividades académicas en comunicados de prensa considerados "virulentos" por las autoridades del centro, que creen que los trabajadores necesitan la solidaridad de los estudiantes para poder negociar con mayor fuerza.
El problema económico es otro impedimento. En un foro nacional organizado por los estudiantes y los profesores a comienzos de agosto, 3 mil participantes denunciaron un gravísimo recorte presupuestal: "En el proyecto de presupuesto nacional para el año de 1985 presentado al Congreso por el gobierno, la semana anterior, se solicita para la Universidad Nacional una partida de 2.913.105.000 pesos. Esto significa una reducción presupuestal del 45% en relación con la partida apropiada para el presente año y de cerca del 60% en relación con los gastos finales del mismo periodo que, de acuerdo con lo manifestado por el rector en la instalación del Foro, serán de 7.000.000". Fuentes consultadas por SEMANA consideraron que con un presupuesto de $ 2.900 millones la universidad no podría funcionar "ni siquiera cerrada", porque solamente la nómina supera esta cifra.
El primer paso hacia la normalización universitaria se dio la semana pasada con la aceptación de la rectoría por parte de Marco Palacio, presentado por la prensa como "cerebro fugado". Efectivamente, Palacio es uno de esos intelectuales recuperados y convertido por el Presidente Betancur en asesor gubernamental para asuntos de política internacional.
Marco Palacio demoró tres semanas su decisión de aceptar la conducción de ese potro arisco que es la Universidad Nacional. Ya otro intelectual, Hernando Gómez Buendía había declinado el mismo ofrecimiento. Dio el sí cuando entendió que los distintos sectores del profesorado le daban su respaldo, que el gobierno garantizaba la autonomía universitaria y el diálogo interno y cuando la propia ministra de Educación le aseguró que el asunto del presupuesto estaba ya solucionado favorablemente.
"Estoy entusiasmado por el inmenso potencial de esta universidad", dijo Palacio a SEMANA y explicó, entre otras cosas, cómo la totalidad del diseño del Parque Simón Bolívar fue hecha por la facultad de artes y cómo el centro de investigaciones del medico Elkin Patarrollo ha adquirido repercusión mundial. "Pero, se lamentó, no hay conciencia pública de que la universidad hace todo eso. Es necesario rescatar las ligaduras universidad-sociedad". Con este objeto, el nuevo rector planea romper el estilo de "ghetto" que hoy tiene el alma mater: "el estudiante vive mal en las residencias, hace cola de dos horas en la cafeteria, va a unas aulas destartaladas, no tiene cómo hacer deportes, y por la noche vuelve nuevamente a las residencias. ¿Qué noción de la sociedad puede tener un tipo así?" Piensa cambiar el sistema de bienestar estudiantil, proponiendo el cambio de las residencias y la cafetería por un "subsidio decoroso", que se le daría a cada estudiante según su declaración de renta o la de sus padres y según sus notas, de manera que salgan a vivir a la ciudad.
Por otra parte, se propone mejorar las condiciones de recreación en la universidad, construir piscinas, gimnasios, multiplicar las presentaciones de música, teatro, y, en general, las actividades culturales, para contribuir a romper la imagen negativa que se tiene de la universidad. Quiere institucionalizar el diálogo y dar legitimidad a la protesta estudiantil, mediante mecanismos de representación de manera que los estudiantes participen en todas las instancias del poder, incluído el Consejo Superior. Desde el punto de vista académico pretende hacer un estudio de oferta del mercado laboral, porque "es absurdo educar para el desempleo" pero aspira a mantener la universalidad que define a una universidad, "así no haya mercado para ciertas carreras". Piensa es establecer un sistema académico de premios y castigos. Los mejores estudiantes irán becados al exterior, pero los llamados "fósiles", los que se demoran diez o quince años para terminar una carrera serán suspendidos.
Promete "mantener y ampliar" ese espacio de reflexión que los estudiantes están pidiendo mientras se abre la universidad. Y hace planes como alguien que está seguro de haber entrado para permanecer.