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  Las pantallas de miles de celulares han documentado en redes sociales las protestas y los abusos, un escenario de batalla en el que también pululan las noticias falsas. Autoridades investigan los ataques de hackers, y el presunto uso de influenciadores prepago.
Las pantallas de miles de celulares han documentado en redes sociales las protestas y los abusos, un escenario de batalla en el que también pululan las noticias falsas. Autoridades investigan los ataques de hackers, y el presunto uso de influenciadores prepago. | Foto: juan pablo gutiérrez / esteban vega la-rotta-semana

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Hackers, enfrentamientos en tiempo real, noticias falsas y articulación de las movilizaciones: el paro digital 5.0

Desde la pantalla de los celulares, millones de ciudadanos viven el paro nacional. Esto ha permitido revelar abusos, pero también es el escenario de noticias falsas, articulación violenta y ataques de hackers.

15 de mayo de 2021

Más de dos semanas completa el país en medio de un paro nacido como rechazo a la reforma tributaria que pretendía tramitar el Gobierno del presidente Iván Duque. Lo que empezó como movilizaciones pacíficas fue mutando a batallas campales, con enfrentamientos entre protestantes y el Esmad, cuyo epicentro ha sido la ciudad de Cali. Paralelo a esa movilización, hay otro conflicto tan fuerte como el que sucede en las calles, y es en la arena de las redes sociales. Se trata de la movilización 5.0.

No es un asunto de poca monta. Lo tienen claro autoridades y protestantes. La capacidad de penetración y articulación desde las redes no es solo evidente, sino casi imposible de controlar. Documentos en poder de SEMANA demuestran que, en su mayoría, no se trata de movilizaciones espontáneas. Hay una organización milimétrica: desde las bases en los barrios y ciudades en torno a la protesta hasta ataques informáticos, como los que realizó el colectivo Anonymous, pasando por la viralización de fake news.

Señalan informes de inteligencia que entre los roles en la coordinación de la protesta hay uno que ha tomado relevancia: los videógrafos que se ubican en la primera línea. Ante los ataques de la turba, están listos para grabar la reacción del Esmad, transmitir en vivo o editar y viralizar el contenido con el uso de un hashtag. Para evitar el rastreo, usan navegadores como Tor, por el que se utiliza la deep web (internet profunda o invisible) y así no dejan rastros.

SEMANA tuvo acceso a un manual que manejan las células promotoras de la protesta. Son más de 90 grupos identificados, cada uno con cuentas digitales. Informan las convocatorias, al igual que las acciones de ataque en territorio, explican cómo enfrentar al Esmad, y son la punta de lanza de la estrategia de viralización. A esto lo denominan “acción simultánea”.

Denuncias en tiempo real

}En la movilización 5.0, cada protestante tiene un celular para registrar en tiempo real lo que está pasando y han captado evidentes abusos de algunos miembros de la policía. Quedaron grabados ataques con armas de fuego de la policía, que, sin inmutarse, disparan a la turba. Según la Consejería Presidencial para los Derechos Humanos, hasta el viernes, se habían contabilizado 716 lesionados y 35 fallecidos. Incluso, ya hay dos uniformados detenidos por la presunta responsabilidad en homicidios durante las manifestaciones.

Las redes se convirtieron en el escenario para apreciar, en directo, la barbarie de los enfrentamientos. Se han visto actos de violencia que rayan con la brutalidad, como el intento de quemar vivos a diez policías dentro de un CAI en Bogotá.

En los videos, viralizados rápidamente, civiles en Cali, con armas largas en las movilizaciones justificando la defensa de la ciudad. Desde la otra orilla, se veía la movilización de la minga indígena, mayoritariamente pacífica, aunque usaba la fuerza y los vehículos asignados por la Unidad Nacional de Protección para bloquear vías y se vieron civiles infiltrados quienes también abrían disparado en medio de los desordenes.

Fake news

A Joseph Goebbels, ministro de Propaganda del Tercer Reich, le atribuyen la frase “repetir una mentira mil veces la convertirá en verdad”. Eso es lo que sucede con las fake news. En su origen está clara la intención de viralizar mentiras, pero la multiplicación ocurre de forma orgánica, es decir, usuarios que retuitean sin cuestionar el contenido pensando que están haciendo una denuncia.

La información a la que tuvo acceso SEMANA cuenta con cerca de 100 casos en los que se esparcieron con rapidez noticias falsas, videos viejos o grabados en otros países. Un ejemplo es la denuncia desde una cuenta en Twitter en la que aseguraban que un agente del Esmad había violado a una mujer en Cali.

Viralizaron la foto del patrullero supuestamente responsable con el número de identificación de su chaqueta. El policía no estaba asignado a Cali, hoy en día se encuentra en la estación de Istmina, Chocó. Al revisar ese número, le pertenece a un patrullero custodio de la vacunación de covid en el Valle. Ninguno del Esmad. El mensaje tuvo 433 publicaciones y más de 155.000 interacciones bajo el hashtag #ESMADVIOLADOR.

La conclusión la entrega Andrés Guzmán, CEO de Adalid Corp, empresa experta en ciberinteligencia y análisis de redes: “El tráfico de información en Twitter es desencadenado por los denominados twitstars (influenciadores), usuarios con mayor influencia en la red, que, sin duda, no sugiere la realidad de los hechos, genera confusión y desinformación”.

Es la misma fórmula de Cambridge Analytics, que, basados en ingeniería social, produjeron intenciones de voto en Estados Unidos. “Las redes, más que ser un generador de opinión, se han convertido en generadoras de emociones. Los usuarios repiten todo lo que ven, convirtiendo mitos en realidades”, advierte Guzmán.

La difusión de información falsa es una batalla desigual. En Colombia no hay censura, y el derecho a la información es constitucional. Mientras que una falsedad se viraliza en un par de horas, lograr que sea retirada requiere un protocolo de denuncia ante gigantes como Twitter y Facebook, un tiempo de análisis y, finalmente, la decisión de sancionar el contenido. Esto tarda días y hasta semanas.

Anonymous

Explican desde el centro de delitos cibernéticos de la Policía que “buscan causar la indisponibilidad de las páginas (tumbarlas) a través de una denegación de servicios distribuida (DDoS)”. Este ataque usa ‘botones’ o robots informáticos que multiplican las consultas a la página de forma simultánea hasta hacerla colapsar. No roban información, pero la caída del sitio web en importantes entidades del Estado se convierte en un golpe de opinión.

Sin embargo, Áxel Díaz, especialista de seguridad de la información e informática y protección de datos en Adalid Corp, explicó que “otra técnica de ciberataques para sacar información sensible es mediante phishing, utilizada para engañar y conseguir que se revelen datos personales, así como sucedió con la información de 168 cuentas de integrantes de las Fuerzas Armadas”.

En este caso, explican desde el Centro Cibernético de la Policía, la jugada no salió bien. Al tratarse de información protegida por el habeas data, Twitter la eliminó.

Influenciadores prepago

SEMANA conoció otra línea de investigación: la forma orquestada como se viralizan noticias falsas en las redes, distribuidas a través de influenciadores prepago. Según las autoridades, son “paquetes” para la imposición de tendencias, con el apoyo de “influenciadores escogidos con entre 10.000 y 300.000 seguidores”. Cada uno debe compartir publicaciones en Twitter, Facebook e Instagram, a lo que suman cuentas falsas y troles. Estos servicios valdrían cerca de 17 millones de pesos por una campaña de un mes. Crear una tendencia en Twitter, 8 millones. Y difusiones o “conversaciones” en diferentes redes por precios desde 13 hasta 38 millones.

Este es el escenario de la batalla 5.0 paralela al paro nacional en las calles. Como nunca, las protestas se han visto en vivo y en directo desde las pantallas de los celulares. Ha sido una herramienta eficaz de denuncia de excesos de la fuerza pública y los desmanes de vándalos, pero también es el escenario de noticias falsas y de promoción de un aparente caos, que desencadenan miedo y zozobra en la población.