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JUSTICIA TERRENAL

MONSEÑOR PEDRO RUBIANO, CABEZA DE LA IGLESIA CATOLICA COLOMBIANA, DECIDE NO ESPERAR LA JUSTICIA DIVINA Y DEMANDA POR CALUMNIA A UN SENADOR.

20 de mayo de 1996

La ira santa de la Iglesia contra un sector la clase política bajó de los púlpitos a los estrados judiciales. El jueves de la semana pasada monseñor Pedro Rubiano, arzobispo de Bogotá y máximo jerarca de los católicos colombianos, denunció penalmente al senador Jaime Dussán ante la Corte Suprema de Justicia. El prelado consideró que el parlamentario faltó a la verdad cuando afirmó que buena parte de las obras sociales realizadas por la arquidiócesis de Cali en la época en que monseñor Rubiano era arzobispo de esa ciudad fueron financiadas con dineros ilícitos."Considero que estas acusaciones son algo que no puedo aceptar ni callar. Esas falsas acusaciones ponen en duda el ejercicio de mi labor pastoral durante 12 años en la capital del Valle y lesionan la honra de una persona que, como yo, representa a la Conferencia Episcopal", sostuvo monseñor Rubiano luego de instaurar la denuncia ante la sala penal del máximo tribunal.Pero, ¿qué fue lo que dijo el senador Dussán para obligar a monseñor Rubiano a denunciarlo penalmente? El parlamentario, al intervenir el martes 19 de marzo en el programa Divergencias, que transmite el canal regional Telepacífico, dijo que "(...) monseñor, el jefe de la la Iglesia colombiana, vio un elefante entrar a la casa del presidente Samper, pero no vio los elefantes que se le entraron a él cuando era monseñor aquí en Cali y construyó con esos dineros ilícitos muchísimas cosas en nombre de Dios". Dussán, quien había sido invitado al programa para que hablara de la llamada ley de punto final, de la cual es ponente en el Congreso de la República, terminó metiendo en el mismo saco de presuntos beneficiarios de los dineros calientes a los jerarcas de la Iglesia, los industriales, los gremios, los partidos políticos tradicionales y grupos de izquierda. Las declaraciones del senador, en una ciudad sensible al tema del narcotráfico y con una población mayoritariamente creyente, originaron decenas de llamadas de católicos a la sede del programa indignados por las que consideraban ofensivas afirmaciones del político.El episodio vino a sumarse a la controversia que enfrenta a la Iglesia y a sectores del Congreso por las críticas de aquella contra algunos parlamentarios. En plena Semana Santa, las palabras de monseñor Darío Castrillón en la catedral de Bucaramanga en el sentido de que el país tiene un Parlamento que "da vergüenza presentarlo ante el mundo" hicieron que el presidente de la Cámara, Rodrigo Rivera, y la representante Viviane Morales acusaran al prelado ante los medios de comunicación de haber recibido narcolimosnas y de visitar al narcotraficante Carlos Lehder en la famosa Posada Alemana, cerca a Armenia.Ese cruce de espadas terminó cuando los parlamentarios debieron admitir públicamente que no tenían pruebas para demostrar sus afirmaciones. Los dos coincidieron en decir que la información la habían obtenido del libro Los jinetes de la coca, del periodista Fabio Castillo. La rectificación hizo que monseñor Castrillón se abstuviera de demandar a los dos políticos por los delitos de injuria y calumnia. En esa oportunidad el jerarca también debió capotear la furia del presidente del Senado, Julio César Guerra Tulena, quien, ante los cuestionamientos que ha venido haciendo la Iglesia a la clase política, afirmó que ya es hora de revisar el concordato con la Santa Sede para frenar a algunos prelados que, según él, se han dedicado a opinar en los púlpitos sobre la crisis política que atraviesa el país en lugar de orientar espiritualmente a los feligreses. A diferencia del caso de monseñor Castrillón, el de Rubiano si llegó a los estrados judiciales, lo que convierte a ese capítulo en el más álgido de ese enfrentamiento institucional por cuanto, además, se trata del Presidente de la Conferencia Episcopal. Pero mientras la Corte Suprema decide, los ánimos no parecen aplacarse. Un senador liberal costeño dijo a SEMANA que la pelea entre la Iglesia y los políticos se parece cada día más al legendario enfrentamiento entre Emiliano Zuleta y Lorenzo Morales en la célebre Gota fría: "Llegamos al punto en que, o me lleva él o me lo llevo yo, pa'que se acabe la vaina".