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A finales de los noventa, Kaleil atraía a la prensa con sus proyectos en el punto-com. Publicaciones como ‘The Wall Street Journal’ y ‘Forbes’ cubrían el experimento. | Foto: Diana Sánchez

ESCÁNDALO

Ascenso y caída de un colombiano en Wall Street

Kaleil Isaza Tuzman, detenido y acusado de fraude en los EE. UU, fue una de las estrellas en la bolsa de ese país. Vida y milagros del hombre que durante varios años encantó a medio mundo.

12 de septiembre de 2015

La   semana   pasada   reventó otro de los grandes escándalos de cuello blanco, pero esta vez en el mundo del puntocom. Involucra al colombiano Kaleil Isaza Tuzman, capturado el lunes pasado en Bogotá, para que responda ante un fiscal federal de Manhattan por los cargos de fraude contable y manipulación del mercado, relacionados con la última compañía que fundó, llamada KIT Digital.

Isaza, de padre paisa, madre judía y nacido en Boston, también fue demandado por la Comisión de Bolsa y Valores estadounidense (SEC por sus siglas en inglés) que lo acusa de falsificación de estados financieros, para que la empresa que tenía, que había caído en bancarrota, pareciera más rentable de lo que era. Junto con Kaleil cayó también el director financiero de la compañía, Robin Smyth. A ambos se les responsabiliza de manipular los libros de KIT Digital y engañar a los inversionistas (ver recuadro). Este último fue detenido en Australia y según informó el diario The Wall Street Journal quedaron pendientes del proceso de extradición hacia Estados Unidos.

En octubre, Kaleil cumplirá 44 años, relativamente joven para una vida empresarial tan intensa. Se ha movido entre el éxito y el fracaso, los aciertos y los errores, los millones y la bancarrota, y ha estado en la cima y en la derrota. Desde que cumplió 28 años, su nombre figura en los diarios económicos de Colombia y Estados Unidos, por su capacidad de generar ideas de emprendimiento en el mundo de internet.

Pero, a decir verdad, Kaleil ha sido, sobre todo, un experto en buscarse problemas. El mundo lo conoció en 2000 cuando filmó un documental sobre su propia aventura en la entonces llamada época de la burbuja puntocom, cuando decenas de emprendedores amasaban fortunas descomunales, especulando con proyectos de internet que prometían revolucionar la economía mundial.

El propósito de la filmación, pagada por él mismo, era registrar el día a día de quien se esperaba llegaría a ser un famoso multimillonario de la nueva economía. Pero las cosas salieron mal y la producción, en vez de capturar una maravillosa historia de negocio, grabó la quiebra estrepitosa de Isaza y dejó testimonio audiovisual de lo que en realidad significó la famosa burbuja puntocom: una ola de especulación financiera que terminó muy mal y en la que desaparecieron sumas fabulosas que los fondos de inversión habían recolectado durante la quimera del oro de internet.

La historia de Isaza Tuzman demuestra que en el mundo del emprendimiento no basta con ser un visionario adelantado. De hecho, Isaza estuvo entre los pioneros, diez o 15 años atrás, de ideas de negocio que hoy son prósperas realidades en el escenario de los negocios digitales. Antes de que a los fundadores del actual Netflix se les ocurriera su brillante idea, Isaza ya había llevado a la práctica uno de los primeros experimentos mundiales de televisión sobre protocolo IP. En 2005, ya recuperado de la sonada quiebra de su proyecto GovWorks.com, fundó Jump TV, a la que concibió como la “televisión para las diásporas”. El concepto era ofrecer canales de televisión para que los ciudadanos expatriados recibieran contenidos audiovisuales de su nación de origen. Por ejemplo, los colombianos en el exterior podrían sintonizar Caracol y RCN y los millares de judíos repartidos por el planeta recibirían la televisión israelí.

Pero había que convencer a los grandes productores de televisión global de entrar en el modelo de negocio y Kaleil no lo logró. Jump TV jamás pasó de incluir en su parrilla canales públicos y televisión educativa gratuita, y el proyecto, a pesar de su magnífica e innovadora idea, se desinfló rápidamente. Había obtenido 60 millones de dólares para este proyecto en una primera ronda de inversión, y después 100 millones en una segunda, de fondos de inversión principalmente israelíes, aprovechando sus buenas relaciones con ese país en virtud de sus ancestros judíos.

En esta ocasión, Kaleil no sufrió daño económico, pues vendió a tiempo su participación en el negocio, y Jump TV cayó después de la salida del colombiano.

Escalando a la cima

La empresa que lo hizo realmente célebre fue GovWorks.com, la misma que motivó la película exhibida en el festival Sundance de cine independiente.

La brillante idea le surgió en Nueva York en 1998. Kaleil fue uno de los primeros que vio el potencial del gobierno electrónico, cuando la web apenas empezaba a consolidarse. El e-government es hoy una realidad, incluso en Colombia, pero a finales de los noventa era apenas el olfateo de algunos aventureros.  Isaza creó una ambiciosa plataforma de servicios de gobierno electrónico, suponiendo que la comprarían los Estados de medio planeta para atender a sus ciudadanos: estos podrían pagar impuestos, hacer trámites y el gobierno podría administrar las cuentas públicas. La idea fue tan ingeniosa que llegó a interesar al presidente Bill Clinton quien lo invitó a la Casa Blanca.

Aprovechando las magníficas relaciones que había forjado con los fondos de inversión durante los casi cinco años en que trabajó en Goldman Sachs, y subido en la cresta de la ola de la burbuja puntocom, Kaleil no tuvo dificultades en conseguir millones de dólares para poner en marcha el proyecto GovWorks.com. Estaba seguro de que se convertiría en una especie de Bill Gates, pero la burbuja se desinfló, decenas de portales adquiridos por sumas fabulosas fueron rematados por unos cuantos dólares y Wall Street volvió a mirar a los negocios del mundo real, los que facturan y hacen mover la caja registradora.

La quiebra de GovWorks solo fue una de tantas ocurridas en aquellos días, e incluso no salió tan mal librada como otros emprendimientos. Kaleil la vendió por 10 millones de dólares –estaba valorada en 300 millones– y tuvo todavía fuerzas suficientes para iniciar una nueva aventura.

Con apenas 30 años de edad y una escandalosa quiebra encima, aún tenía suficiente ambición para resistirse a regresar al mundo de Wall Street, en donde le ofrecieron un puesto debido a su experiencia. “Comprendí que no podría pagar todo el dinero que debía si me convertía de nuevo en empleado”, le dijo a la revista Dinero tiempo después. Si de algo sabía Kaleil en ese momento era de quiebras y errores, y entonces creó una firma, Recognition Group, que rescataba a empresas quebradas, las recuperaba y las vendía posteriormente. Y por un tiempo le fue bien con este negocio, con el que continuó tras su salida de Jump TV y en el que se mantuvo hasta la semana pasada, cuando fue arrestado,  acusado de fraude por el Departamento de Justicia de Estados Unidos.

Desde hace al menos cuatro años, Isaza ya estaba en la mira de las autoridades norteamericanas. En el entorno de Wall Street, en donde se movió como pez en el agua durante más de una década, se cansaron de sus reiteradas aventuras y KIT Digital, la última firma que creó, fue expulsada del mercado Nasdaq por comportamientos financieros inaceptables.

Isaza, no obstante, siguió jugando con fuego. Pero al parecer, le preocupaba que las autoridades lo vigilaran de cerca. En 2013 trató de maniobrar para cubrirse e incursionó en la política. Sí, en la política colombiana. Con el apoyo del Centro Democrático aspiró a ocupar la curul en el Congreso a la que tienen derecho los colombianos en el exterior.  Lanzó su candidatura en un acto en Queens, en donde se concentra la mayor masa de connacionales de Nueva York. Pero si el emprendedor estaba desprestigiado en la Quinta Avenida en Manhattan, en donde había pasado los mejores años de su vida, lo estaba también en la colonia de sus compatriotas, que no le apoyaron en el intento de llegar al Congreso.

De hecho, un grupo denominado  ‘Colombianos en el exterior’ abrió una página en Facebook para rechazar la candidatura de Isaza debido a la pésima reputación que tenía en el mundo de los negocios en la Gran Manzana, y lo tildó, ya en 2013, de “delincuente de cuello blanco” que no podría representar la imagen del país en el exterior. Lo último que se conoció de él fue su proyecto inmobiliario de lujo en Cartagena, que anunció el año pasado.

Por medio de su firma KIT Capital, se metió a construir un lujoso hotel de la exclusiva cadena internacional Viceroy. Decía que el país estaba en mora de ofrecer servicios exclusivos de altura. Al clásico estilo de Kaleil, de querer marcar la diferencia, el Viceroy Obra Pía se proyectó sobre la remodelación de una de los edificios más antiguos de La Heroica. Según los planes, el hotel debería entrar en operaciones el año próximo.

Isaza es un perfecto representante de lo que significó un periodo de la historia de internet plagado de aventureros y especuladores que trataron de amasar fama y fortuna sobre ideas de negocio que no tenían raíces en el mundo real. Personas que seducían a inversionistas incautos con promesas de alcanzar algún día una masa enorme de usuarios que harían rentable el negocio. Como Isaza, todos ellos habían estudiado en prestigiosas universidades norteamericanas, se movían a sus anchas en el este  de Estados Unidos en los clubes de elite de Manhattan y en el oeste en Silicon Valley. Los entrevistaban en los grandes medios como emprendedores y visionarios, pero en realidad jamás habían coronado un negocio realmente exitoso y sostenible. Isaza es un hombre locuaz, encantador y muy inteligente, con mucha energía y liderazgo, y esas cualidades le fueron útiles para ganar la confianza de inversionistas que apoyaron una y otra vez sus proyectos a lo largo de casi tres lustros. Pero la ‘nueva economía’ aprendió la lección y ya no es tan fácil mantenerse vivo allí solo con promesas.

Políglota y con educación internacional, Isaza se movía entre Estados Unidos, Europa y hasta en Oriente Medio convenciendo inversionistas y proponiendo negocios audaces; y a pesar de ese primer sonado fracaso, parecía destinado a triunfar como ningún otro en el mundo de los negocios. Cuando escalaba hacia la cima, quienes lo seguían pensaban que Kaleil sería millonario o acabaría mal. Hoy al verlo en la situación en la que está, la frase sí que es relevante.

Las maniobras fraudulentas con las que alimentó su espíritu emprendedor lo llevaron al precipicio. En 2014 regresó a Colombia, en donde ha vivido hasta su detención la semana pasada.

Las acusaciones
 

La SEC alega que Kaleil Isaza Tuzman y Robin Smyth empleaban una variedad de esquemas para manipular los libros de KIT Digital y engañar a los inversionistas. Utilizaron un fondo extracontable para generar pagos a la empresa y crear la falsa apariencia de que todo estaba bien. Además, usaban dinero propio de la empresa para aumentar el volumen de ventas y hacer subir la cotización del título.

Se les acusa también de haber inflado los ingresos por ventas durante el trimestre finalizado el 30 de junio de 2010. Simulaban que la empresa había entregado un producto a un comprador y usaban falsa información, alterando idioma, orden de compra y toda clase de artimañas para engañar a los auditores y hacerles creer que el sitio web del comprador sí estaba ejecutando el software que KIT Digital había prometido, cuando no era verdad.

Según la SEC “descaradamente falsificaron la situación financiera de una empresa pública y engañaron a los inversionistas y a los auditores sobre los ingresos y capacidad de entregar los productos que promociona la compañía”.

Desde noviembre de 2011, el diario The Wall Street Journal fue el primero en alertar sobre KIT Digital, tras observar un rápido incremento en las cuentas por cobrar, que sugerían que los clientes no pagaban sus facturas.

Vea el video con algunas escenas del documental sobre kaleil Isaza y Tom Herman, creadores de govWork, subido a Youtube en septiembre de 2011.