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LA AVIONETA DE LAS ARMAS

En el curso de una inspección de rutina, se detuvo en Barranquilla un arsenal destinado al Amazonas.

12 de julio de 1982

Una sorpresa mayúscula se llevaron los agentes de aduana del aeropuerto de Barranquilla, cuando perdieron la revisión rutinaria de una avioneta que aterrizó casualmente, en la mañana del lunes 7 de junio.
El aparato que volaba a saltos desde Haití, traía en su estrecho interior un impresionante arsenal. Subametralladoras, fusiles, cinco mil proyectiles, radios y ropa militar. Un equipo como para sostener una columna armada en medio de la selva.
El destino final del cargamento parecía ser algún punto del norte del Brasil, según se deduce de las cartas de navegación que Daniel Carranza Cimbrón, su piloto, llevaba en la cabina. La matrícula de la avioneta, así como la nacionalidad de Carranza, es boliviana. Había recorrido la mitad del Caribe, y tenía escalas previstas en Bogotá y Leticia.
Por la proximidad del punto de destino final, Guyara, a la frontera colombina en el Amazonas, se presumió que el arsenal estaba destinado a algún movimiento subversivo que permanece en el sur colombiano.
El piloto boliviano negó conocer el contenido de las cajas que llevaba en la parte trasera del fuselaje. Dijo que lo habían contratado para hacer ese itinerario sin darle mayores explicaciones. Pero no habló tampoco sobre las personas que le pagaron por hacer el tráfico de armas.
La noticia sólo se conoció en la tarde del martes, a pesar de que la inspección rutinaria a la avioneta se produjo el lunes. Los agentes de aduana retuvieron al piloto mientras comprobaban que, en efecto, se trataba de un tráfico ilegal. Las armas no estaban declaradas en ningún manifiesto, ni formaban parte de ninguna operación comercial. Sólo entonces el piloto boliviano pasó a disposición de la segunda brigada del ejército, y las armas fueron decomisadas.