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LA ESPIA QUE VINO DEL TROPICO

Con base en grabaciones y documentos secretos del FBI y en reveladores testimonios, SEMANA destapa la historia desconocida de Maria del Rosario Casas y su esposo, protagonistas del caso de espionaje más sonado en el fin de siglo.

28 de marzo de 1994

UNA NOCHE DE VERANO DE PRINCIPIOS DE septiembre de 1993, Aldrich Hazam Ames y su esposa María del Rosario Casas, una introvertida filósofa de la Universidad de los Andes, de Bogotá, regresaban de una reunión de padres de familia del colegio de su hijo Paul en Alexandria, en el estado estadounidense de Virginia. En la intersección de la calle Garfield, al noroeste de Washington, su carro, un Jaguar modelo 92 redujo notoriamente la velocidad. Se metió en un callejón sin salida. Sin detenerse, sus ocupantes verificaron el santo y seña: un signo pintado con tiza en un buzón de correo que en el lenguaje previamente acordado significaba que Ames tenía luz verde para viajar a Bogotá.
Por fin había llegado la hora de cobrar. Ames, un veterano agente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y experto en asuntos soviéticos iba a recibir en Bogotá uno de los pagos por haber pasado información ultrasecreta a la SVRR, la oficina de inteligencia rusa que " reemplazó a la legendaria KGB tras la desintegración del bloque soviético.
Con otra señal de tiza, escrita también en un buzón de correo de la esquina de la 37 con R. Street, al noroeste de Washington D.C., el viaje quedó confirmado. Siguiendo las instrucciones al pie de la letra, Ames se reunió el primero de noviembre en Bogotá con sus aliados rusos. Después de la cita, llamó a su esposa para confirmarle que la plata ya estaba en el bolsillo. "Jurame que todo salió bien.... ", le dijo María del Rosario ansiosamente. El, vacilante, le contestó: "Ajá... es correcto... ". Pero ella insistió: "No suenas seguro.¿Estás seguro? ¿Seguro?...". Y él respondió: "Seguro...". (ver recuadro).
La verdad es que no todo había salido bien. El FBI ya venía siguiéndole los pasos al matrimonio Ames y había consolidado un voluminoso dossier de videos, grabaciones, documentos, discos de computadores y extractos de cuentas bancarias. Y esta conversación, interceptada por los agentes estadounidenses, era apenas una prueba más de un caso que al ser divulgado la semana pasada, sacudió las relaciones entre Washington y Moscú y dejó sentir nuevamente en los pasillos de la Casa Blanca los vientos glaciales de la Guerra Fría.
El presidente Bill Clinton calificó de grave el incidente y pidió a su consejero para asuntos de seguridad nacional, Anthony Lake, y al director de la CIA, James Woolsey, que evaluaran las implicaciones del caso para la seguridad nacional. A su turno, el Congreso abrió un debate para suspender la ayuda económica a Rusia. Aunque no se ha hecho hasta ahora un inventario de los daños, analistas familiarizados con el tema aseguraron que el perjuicio causado por los Ames puede ser uno de los más perjudiciales asestado a los servicios de inteligencia estadounidenses tanto antes como después de la Guerra Fría.
Ames y María del Rosario fueron detenidos bajo cargos de vender a los rusos información clasificada como secreta, así como movimiento de personal y datos confidenciales de funcionarios claves de la CIA. Pero lo más grave es que a la pareja se le acusa de haber difundido información que habría causado la muerte de por lo menos 10 soviéticos que espiaban para Estados Unidos. Según el FBI, el matrimonio de espías hizo depósitos en varios bancos internacionales por 1.5 millones de dólares que presumiblemente fueron pagados por los servicios que prestaron a los rusos.
Lo que no ha respondido el gobierno estadounidense es por qué, si desde 1984 los investigadores conocieron entrevistas no autorizadas de Ames y depósitos de supuestos sobornos en su cuenta personal, no lo detuvieron para evitar la fuga de información y la muerte de varias personas.


INTELECTUAL Y NIÑA BIEN
Mientras en Estados Unidos este escándalo de espionaje se convertía en un asunto de seguridad nacional, en Colombia producia una reacción de incredibilidad y asombro por cuanto la protagonista era una tímida intelectual de la aristocracia local, cuyo único indicio público de rebeldía había sido el de simpatizar en sus épocas de universitaria con jóvenes troskistas del qrupo de teatro de la Universidad de los Andes o leer algo de poesía militante "Lo más cercano de Rosario con la izquierda fue su devoción por Mario Benedetti", dijo a SEMANA su amiga y ex alumna Flavia Falquez.
Si no fue por una inspiración ideológica, entonces, ¿qué llevó a María del Rosario Casas, una estudiante de cuatro con cinco en la exigente Universidad de los Andes, hija de un patricio liberal y de una activa mujer de la cultura, a caer en las redes del doble espionaje internacional? La respuesta sólo tiene dos opciones: dinero o amor. A pesar de su respetabilidad, el hogar de los Casas Dupuy tenía más pergaminos que cuentas bancarias. "María del Rosario nunca pudo darse los lujos de un hijo de papi del Nueva Granada", le dijo a SEMANA uno de sus compañeros del colegio donde se graduaron. Y agregó que "mientras la mayoría de los estudiantes del curso viviamos en casa propia, los Casas pasaron épocas en viviendas arrendadas". Para compañeros de otros tiempos, sin embargo, María del Rosario era una mujer desprendida de todo lo material y desde su adolescencia el regalo que prefería recibir era un buen libro.
Nadie discute sus éxitos en los estudios, pero en torno a su vida sentimental se han tejido varias historias. Unas apuntan a que a los 30 años, Maria del Rosario había comenzado a sentir la urgencia de organizar un hogar y tener hijos. Eso la llevó a cambiar el rumbo de su vida. Dejó a un lado la docencia y el estudio para probar suerte en el mundo glamouroso de las relaciones diplomáticas de donde saltó al del espionaje.
Pero su mejor amiga, María Victoria Gómez, más conocida como 'Mavé', seudónimo con el que publica el Tarot del diario El Espectador, asegura que, "sus relaciones fueron muy estables y nunca acabaron en drama, pelotera ni tragedia. Emocionalmente, María del Rosario era muy afectuosa, pero al mismo tiempo con mucha necesidad de afecto. Se acordaba de los cumpleaños de todo el mundo y era muy cuidadosa del afecto".
Sea cual fuere el motivo, el escándalo de la semana pasada acabó con cualquiera de sus sueños de intelectual, de esposa y madre, y de diplomática. María del Rosario afronta la posibilidad de una condena de cadena perpetua. Pero todo indica que antes de recibir sentencia, ya comenzó a pagar el precio de sus acciones de la última década. En la única intervención pública que ha hecho William Cummings, su abogado, dejó cn claro que su cliente está devastada. Según él, lo que más le duele a ella es la forma como el FBI manejó la declaración juramentada que ella rindió y con la cual se abre el proceso en su contra.


EL EJEMPLO FAMILIAR
María del Rosario Casas nació en Bogotá en 1951 en el seno de una familia privilegiada por la inteligencia. Su padre, Pablo Casas Santofimio, era un eminente matemático que tuvo la fortuna de conocer personalmente al científico Albert Einsten en el campus de la Universidad de Princeton (New Jersey), donde estudió matemáticas puras y obtuvo un título de Ph.D. Casas combinó los números con la política. Fue intendente de San Andrés y destacado dirigente del Partido Liberal. "Era un hombre de gran gentileza con quien tuve la felicidad de recorrer el Tolima. Un hombre muy correcto", señaló a SEMANA el escritor colombiano Alvaro Mutis. Al momento de su muerte, en 1982, era catedrático de la Universidad del Tolima.
Si bien Pablo Casas aportó a su hogar la serenidad y mesura, su esposa, Cecilia Dupuy, le puso la salsa e inculcó en la familia el amor por las humanidades y la sensibilidad por la música. Muy joven tomó cursos de inglés y de humanidades en Aspen (Colorado) junto con su prima Helena Casabianca, en una época de la que conserva muy gratos recuerdos, entre estos un encuentro sorpresivo con el pintor surrealista Salvador Dalí en una librería de la ciudad.
Su casa guarda toda clase de recuerdos, que son legado de una generación de bisabuelos ilustres que pasaron por las mejores universidades europeas. El padre de Cecilia, Alberto Dupuy Esguerra era un ingeniero que estudió en Inglaterra y Estados Unidos, y se casó luego con Dolores Casabianca Castro, hija del general Manuel Casabianca Wellzares que combatió en la guerra de los Mil Días.
La pasión de Cecilia por la música caribe le granjeó el apodo de 'Salcilia' y la llevó a completar una de las mejores discotecas de bolero, danzón y danzonete en Colombia. Entre músicos y dirigentes culturales de la Revolución Cubana su nombre es familiar. Las presentaciones de la Orquesta Aragón y de las cantantes Marta Valdés y Helena Burque en el Teatro Nacional en Bogotá, fueron auspiciadas por la fundación colombiana José Martí, que ella creó y que actualmente preside.
Sus visitas a Cuba son frecuentes. En la última de ellas, el año pasado, sufrió un accidente en una pierna cuando se bajaba de un taxi en La Habana a donde había sido invitada a dictar una conferencia sobre un tema del cual es experta: la vida y la obra del héroe de la independencia cubana José Martí. La estadía, planeada inicialmente para una semana, se prolongó por tres meses en los que estuvo convaleciente en un hospital de la isla. Por el aprecio de que goza en Cuba, su habitación en el hospital fue visitada por numerosos artistas. Cecilia ha contado a sus amigos con regocijo el encuentro casual que tuvo en el hospital con Fidel Castro. Según su versión, el comandante había ido a visitar a un famoso beisbolista cubano a un hospital de La Habana. A su paso por uno de los pasillos del hospital se topó con la hija de Cecilia, una médica que había ido a la isla para atender la recuperación de su madre. Castro le preguntó qué estaba haciendo una colombiana en ese lugar. Después de que ella le explicó, el gobernante cubano entró a la habitación de Cecilia con quien sostuvo una amena charla. Cuando terminaron, Castro, según Cecilia, le dijo: "Usted tiene que regresar a Colombia como ha llegado. Y esa es una responsabilidad de Cuba".
Con la ilusión de evocar aquel encuentro Cecilia Dupuy trató de reunirse de nuevo con Fidel Castro en la visita informal que el mandatario hizo a Colombia en agosto del año pasado.. De acuerdo con Flavia Falquez, otro de sus propósitos era ponerle a su disposición la Fundación para un plan de ayuda de alimentos y medicinas para los cubanos.
Los 120 kilos que pesa Cecilia Dupuy no han limitado su espíritu aventurero y emprendedor. "A sus 63 años es una caja de música", dijo Mavé Gómez a SEMANA. Y a diferencia de su hija Rosario, una mujer citadina, Cecilia prefiere los parajes salvajes, ojalá frente al mar.


LAS CUENTAS DE LOS AMES
LOS SIGUIENTES SON ALGUnos rubros de la contabilidad de los Ames incautada por investigadores del FBI:

US$ 540.000. Compra casa en el 2512 N Randolph Street, Arlington (Virginia).
US$ 99.000. Mejoras de la casa.
US$ 7.000. Compra muebles
US$ 21.000. Impuestos
US$ 25.000. Pago automóvil Jaguar, modelo 92
US$ 19.500. Compra de automóvil Honda
US$ 29.800. Cuentas de telefono 1990-1993
US$ 455.000. Pago tarjetas de crédito de 1985 a 1993
US$ 25.000. Matrícula en Georgetown University
US$ 11.000. Cuidado del niño de 1992 a 1993
US$ 165.000. Compra de acciones

CUENTAS BANCARIAS
Credit Suisse
Dominion Bank of Virginia
Riggs National Bank of Virginia
Banco Internacional de Colombia (a esta cuenta se hicieron 13 giros cablegráficos de las cuentas de Ames en el Credit Suisse por un total de 11.000 dólares entre octubre del 87 y diciembre del 90)
Banca Nationale del Lavoro (Roma)
Citibank, Long Island N.Y.
Pierpoint Funds, New York
Republic National Bank, Miami


HOJA DE VIDA DE AMES

NOMBRE
Aldrich Hazan Ames, también conocido como Rick Ames.

FECHA DE NACIMIENTO:
Mayo 26 de 1941.


FECHA DE INGRESO A LA CIA:
Junio 17 de 1962.


EMPLEO ACTUAL:
Funcionario operativo de grado GS-14 en el centro de antinarcoticos CNC de la CIA en su sede principal en Langley (Virginia).

SUELDO:
69.843 dólares anuales.
FUNCIONES Y CARGOS:
Reclutar oficiales de inteligencia de la Unión Soviética, analista de asuntos soviéticos y de contrainteligencia. Jefe de la oficina de contrainteligencia soviética en la división SE (Soviet-Iast European).

MISIONES:
Ankara (Turquía) 1969-1972. Washington D.C. 1972-1976. Nueva York 1976-1981. México 19811983. Washington 1983-1986. Roma 1986-1989. Washington 1989 1994.


INFORMACION VENDIDA A LOS RUSOS:
Operaciones secretas de la CIA. Personal secreto de la CIA. Identificación de personal secreto de la CIA que busca protección.-


REGRESO A LA GUERRA FRIA

POCOS IMAGINARON JAMAS que una colombiana iba a estar en el ojo del huracán desatado por un escándalo de espionaje entre Estados Unidos y Rusia. Pero lo cierto es que el esquema diseñado por Aldrich Hazen Ames y su esposa María del Rosario Casas puso en la picota las relaciones entre los dos gigantes de la geopolítica mundial: Estados Unidos y Rusia.
Pero a pesar de los gritos de alarma lanzados por analistas alrededor del planeta, lo cierto es que las cosas ya no son como hubieran sido en plena Guerra Fría. En esa época, las acusaciones contra Ames y su esposa hubieran desencadenado la expulsión de un número proporcional de representantes diplomáticos de Estados Unidos en Moscú, en medio de un coro de acusaciones contra las "patrañas del capitalismo ".
Esta vez, en cambio, los estadounidenses se limitaron a sugerir a los rusos no sólo que no tomaran una improbable acción retaliatoria, sino que retiraran "voluntariamente" a los diplomáticos que hubieran servido de contactos con la pareja. En lugar de las tensas reuniones diplomáticas en sendas capitales, esas sugerencias fueron reiteradas por Thomas Pickering, embajador en Rusia, en el curso de una comida con funcionarios rusos.
Por supuesto, están de por medio las críticas de los congresistas de la oposición, como el jefe de la bancada republicana minoritaria en el Senado, Robert Dole, para quien Estados Unidos debería restringir el apoyo económico a Rusia mientras este país no renunciara totalmente a sus actividades de espionaje en su suelo. También el presidente Bill Clinton tiene toda la razón en expresar su ira por lo que es considerado un "acto inamistoso". Pero también lo es que todos los gobiernos se espían entre sí, aun entre los aliados aparentemente más estrechos.
Por eso, para la mayoría de los observadores, el episodio de espionaje, con todo y ser el más grave de la historia de Estados Unidos, tuvo el único resultado de recordarles a los rusos que ya no están en condiciones de igualdad con Estados Unidos. Sin importar lo que digan sus ultranacionalistas en la Duma. -