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Unidades de las fuerzas especiales de la Armada, patrullan sobre la muralla en la ciudad vieja de Cartagena. Hay más de 7.000 miembros de la Armada desplegados sobre tierra, mar y aire en la Heróica. | Foto: Cortesía ARMADA NACIONAL

OPERATIVO

La hora H de la seguridad en la Cumbre

31 jefes de Estado, 800 empresarios y decenas de ministros de todo el continente están en Cartagena. Semana.com acompañó una patrulla de la Armada, en el momento más crítico para la seguridad de la Cumbre.

Nathan Jaccard, enviado especial a Cartagena
15 de abril de 2012

"El día D empezó hace rato para nosotros. Llevamos mucho tiempo preparándonos para este momento, no estamos nerviosos", dice, enfundado en un impecable uniforme blanco de la Armada, un alto oficial de los Guarda Costas, mientras señala a decenas de embarcaciones militares que surcan la bahía de Cartagena.
 
Este fin de semana es tal vez el momento más crítico para la seguridad de la ciudad amurallada en su historia contemporánea. En los hoteles de la Heroica, no hay un solo cuarto libre. Están todos ocupados por los 31 mandatarios de las Américas, sus delegaciones, sus ministros y más de 800 'cacaos' que poseen el 23 por ciento del PIB mundial.
 
Huéspedes VIP que tienen que ser cuidados como la gallina de los huevos de oro, pues cualquier incidente podría tomar proporciones gigantescas y volver nada los esfuerzos del gobierno colombiano para venderle al mundo su imagen de Estado milagroso.
 
El centro de Cartagena y Bocagrande, donde se concentran la mayoría de eventos de la Cumbre y se hospedan gran parte de sus participantes, está rodeado de mar. Controlar los movimientos en la bahía es clave esencial para garantizar la seguridad. Frente a Bocagrande está fondeado el ARC Antioquia, un verdadero centro de operaciones flotante, desde donde la Armada coordina todo el operativo.
 
La fragata de 96 metros, cuenta con una tripulación de cerca de 100 personas, lanchas rápidas a disposición, un helicóptero Bell Huey II artillado posado en su popa, cañones y misiles. Pero sus verdaderas armas en esta Cumbre son sus radares, sonares y dispositivos electrónicos, que están enlazados con todas las unidades que aseguran a Cartagena.
 
Desde ahí, controlan el espacio marítimo sobre hasta 200 kilómetros mar adentro, asegurándose que ninguna embarcación sospechosa entre o salga de la bahía. "El operativo es concéntrico, de afuera hacia adentro, lo que nos da mucha flexibilidad para reaccionar con velocidad", explica un oficial de la Armada.
 
Sobre los 82 kilómetros cuadrados de la bahía de Cartagena operan las 24 horas, más de 1000 hombres que navegan en siete buques de guerra y 20 unidades de reacción rápida, pequeñas lanchas rápidas que alcanzan los 50 nudos (unos 90 kilómetros por hora). Con una tripulación de cinco marinos armados hasta los dientes, estos botes están listos en todo momento para interceptar lo que se mueva. Bajo el agua, varios equipos de buzos se turnan para buscar día y noche potenciales amenazas en espolones, puentes y muelles.
 
"De todos modos este no es un dispositivo personalizado, no tenemos un esquema que se adapta a cada presidente o a cada empresario, sino que es flexible y se adapta a las necesidades del momento", señala el oficial.
 
Según explica, y se siente cuando se camina por Cartagena, la ciudad es una burbuja segura, donde casi nada se escapa al ojo militar.
 
Las preparaciones para la Cumbre empezaron hace meses, e incluyeron varios simulacros que probaron la capacidad de coordinación y reacción de las distintas fuerzas de seguridad, empresas y distrito.
 
Uno de los ejercicios fue realizado con un crucero que era secuestrado y llevado con todos sus pasajeros a las afueras de la bahía. A la altura de Tierra Bomba, el barco se incendió y parte del combustible se derramó en el Caribe. Al mismo tiempo una manifestación recorría la ciudad y una bomba era detectada en el Centro de Convenciones. "Así íbamos mejorando el plan de choque, mirando qué nos faltaba. La prueba fue este simulacro, multiescenario, donde todo lo peor podía pasar", explica el oficial.
 
El costo de un día de operativo no fue revelado, "por razones de seguridad" pero una lancha chiquita consume más de 90 galones de gasolina por hora. Según el oficial entrevistado, reunir tantos hombres para cuidar a unos pocos privilegiados no significa un problema para enfrentar amenazas al orden público en otras regiones del país.
 
"Todos los sitios de operación están bajo control. Hace unos días rescatamos unos pescadores en San Andrés, también interceptamos una lancha con inmigrantes en Urabá".
 
El operativo, según el oficial, es "un lujo, pues hace 15 años nunca hubiéramos podido organizar a la misma hora la llegada del presidente de Estados Unidos y tener un partido de fútbol con varios presidentes". El domingo por la tarde los presidentes empezarán a abandonar la ciudad, y gran parte de las delegaciones y de los empresarios lo harán el lunes. Las acciones coordinadas de las Fuerzas Armadas irán disminuyendo poco a poco, y al fin, después de varias semanas de frenesí, los cartageneros volverán a sentir que el sinónimo de seguridad es un bolillo y no un francotirador.