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| Foto: Archivo particular

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¿Qué hay detrás de los 90 disparos con fusiles en Cartago?

El ataque contra el médico Hugo Cedeño, precandidato a la alcaldía de esa ciudad, revivió los peores temores en torno a las vendettas políticas que históricamente se registran en ese municipio valluno producto del maridaje entre narcos y la clase dirigente. Dos muertos y cinco heridos es el saldo de víctimas.

1 de diciembre de 2018

A medida que pasan las horas se conocen nuevos detalles del ataque sicarial con fusiles, a plena luz del día y durante una jornada pública en un concurrido parque de Cartago, al norte del Valle.

Esa incursión armada que al perecer fue ejecutada tan solo por dos sicarios enfusilados y que viajaban en moto, se registró a la 1:30 p.m. en el popular parque La Isleta de ese municipio valluno. A esa hora culminó la jornada de salud sobre terapia neural que desde las 9:00 am convocó a cientos de personas entre niños, ancianos, mujeres y personas con alguna discapacidad.

La brigada médica fue organizada por FundAcción, un grupo de trabajo cívico-social que lidera el médico Hugo Eduardo Cedeño Espinosa, actual gerente del hospital Santa Ana de los Caballeros del municipio de Ansermanuevo, Valle. Hace meses, Cedeño hizo pública su intención de aspirar nuevamente a la alcaldía de Cartago.

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Lo que pretendía ser una brigada de salud por la vida, terminó convirtiéndose en un campo de batalla de pánico, dolor y muerte descrito por los 90 cartuchos calibres 7.62, 5.56 y 9 milímetros que los investigadores recogieron de la escena del crimen. Según esas fuentes, todo indicaría que los sicarios usaron armas de largo alcance tipo fusil AK-47 y Galil.

El saldo de ese ataque criminal es de dos muertos y cinco heridos. Entre las víctimas fatales está el líder cívico José Urley Carmona y la señora Luz Marina Urrego, suegra del médico Cedeño. Ella había regresado hace apenas tres días de España.

Entre los cinco heridos está el propio precandidato con una lesión de bala en su pie derecho. Quienes sí están bajo observación médica son su escolta Hárlinson Durán Yepes, con una herida en el pecho y el dirigente cívico Ángel Ignacio Saldarriaga, quien recibió cuatro impactos de bala. Los otros dos afectados fueron Jhonatan Ospina Osorio, herido en el brazo y el coronel (r) del Ejército Juan Miguel Maestre Contreras, quien hasta mediados de 2016 era el comandante del batallón Vencedores de Cartago.

Como era de esperarse, semejante atentado causó un fuerte repudio de las autoridades del país quienes además de condenar esos hechos, ordenaron acelerar las investigaciones. Los primeros en reaccionar fueron el ministro de Defensa, Guillermo Botero y el presidente Iván Duque; lo hicieron a través de sus cuentas en Twitter.


Una hora después, el mandatario de los colombianos replicó: “Condenamos el repudiable hecho que dejó dos personas muertas y cinco más heridas en #Cartago, Valle. La @PoliciaColombia y la @FiscaliaCol ya están tras la pista de dos sospechosos. Haremos lo necesario para que estos crímenes no queden impunes”.

Por su parte, la gobernadora del Valle, Dilian Francisca Toro, realizó este domingo un Consejo Extraordinario de Seguridad en Cartago el cual contó con la presencia del ministro de Defensa, Guillermo Botero. En esa reunión se tomaron varias decisiones como la de aumentar a 50 millones de pesos la recompensa para quien suministre información que permita dar con el paradero de los autores materiales e intelectuiales del atentado. Asímismo, se oficiliazó la creación de un grupo especial de la Dijín que se dedicará exclusivamente a la investigación de ese caso y que arroje resultados en el menor tiempo posible.

¿Vendettas políticas?

La realidad es que ese atentado disparó todas las alarmas de lo que podría repetirse en materia de violencia política ad portas de unas elecciones; y el hecho que sucediera justamente en Cartago no pasa inadvertido por varias razones.

El primer antecedente es que históricamente ese municipio ha sido epicentro del maridaje entre narcotraficantes y políticos que muchas veces desencadenó dolorosas vendettas. Para no ir muy lejos, en 2015 asesinaron a Ignacio Londoño Zabala, más conocido como Nacho, quien para entonces era precandidato a la alcaldía de Cartago y muy recordado por ser el polémico abogado de la mafia.

Aunque en un principio todo apuntaba a que el supuesto autor intelectual del crimen de Nacho era un exmilitar lo cierto es que esa investigación nunca prosperó en la Fiscalía. El vacío político que dejó Nacho lo retomó su hermano Carlos Andrés, quien ganó las elecciones y hoy es el alcalde de esa ciudad.

El crimen de Nacho marcó un punto de quiebre porque ni él o alguien en el país se imaginó que atentarían contra su vida en su propia casa (municipio), no solo por el poder que manejó, sino porque en varios escenarios públicos manifestó abiertamente el riesgo que corría y en privado señalaba a su posible victimario.

Justamente por los antecedentes y la forma como fue ejecutado el crimen de Nacho, es que se advierten varias coincidencias tras el reciente atentado contra el precandidato Cedeño.

Para empezar, los dos fueron alertados previamente del peligro que corrían si persistían en su intención de ser alcaldes. A los dos los atacaron cuando aún no eran oficialmente candidatos y los ataques sucedieron en el mismo perímetro del parque La Isleta de Cartago donde está ubicado un CAI equidistante a una cuadra. Y lo que es peor, en ambos casos la ruta de escape de los sicarios fue la misma: un puente férreo.

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De ahí que hasta las propias autoridades coinciden en argumentar que ataques de esa magnitud solo eran posibles con el beneplácito, planeación y ejecución de la temida banda criminal llamada Los Flacos.

Esa banda es liderada por tres hermanos cartagüeños que aunque en varias ocasiones han sido capturados, logran evadir la prisión. Precisamente el mayor de ellos y líder de la banda, la semana pasada fue declarado como prófugo porque no estaba en su casa donde cumplía arresto domiciliario, pese a que le fueron imputados delitos como concierto para delinquir agravado, homicidio y desplazamiento forzado.

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Sobre Los Flacos las autoridades aseguran que se trata de una banda que opera como outsourcing de otra temida organización conocida como La Cordillera, con sede en el Eje Cafetero y que en otrora era el brazo armado del narcoparamilitar Carlos Mario Jiménez Naranjo, alias Macaco, extraditado a EE.UU en 2008.

De hecho, documentos de inteligencia en poder de esta revista detallan que sus inicios criminales en el norte del Valle se remontan a la época en la que trabajaban como oficina de cobro y homicidios al mando de Óscar Pérez Cardona, alias 31, lugarteniente de Macaco, asesinado en 2012 en Antioquia. Posteriormente migraron a Pereira, donde se aliaron con La Cordillera y sellaron ese pacto delincuencial en 2013.

Por todo lo anterior, los investigadores del caso y hasta el propio médico Cedeño no descartan que detrás de ese atentado esté el resurgir de las temidas vendettas políticas que tanta muerte y dolor le han causado al norte del Valle.