Home

Nación

Artículo

O R D E N    <NOBR>P U B L I C O</NOBR>    <NOBR> </NOBR>

Mala ventura

Buenaventura hierve de tensión: guerrillas, paras y narcotraficantes luchan por controlar el puerto más grande de Colombia.

9 de octubre de 2000

La familia García Aram-buro llegó a Buenaventura huyendo de los paramilitares. Hace un mes abandonaron el corregimiento de Yurumangui, a unas pocas horas del puerto, porque no soportaban las amenazas de las autodefensas, que acusaban a varios de los miembros de esa población minera de ser colaboradores de la guerrilla. Buscaron refugio en la casa de unos familiares en el populoso barrio Las Palmas, en la comuna 12 de Buenaventura. Abandonar sus enseres y dejar atrás su hogar no fue suficiente para escapar de la muerte.

El miércoles de la semana pasada, a las 9 de la noche, una camioneta blanca se estacionó frente a la humilde vivienda. Cinco hombres dotados con fusiles, armas cortas y chalecos antibalas descendieron del vehículo, ingresaron a la casa y asesinaron a los seis miembros de la familia García Aramburo y a un primo del futbolista Adolfo ‘El Tren’ Valencia. Conversaban en la sala de la vivienda en compañía de otras personas. Fueron las víctimas de la quinta masacre en el puerto desde que las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) hicieron su aparición en Buenaventura hace cuatro meses.

La ofensiva de los paras en la bahía comenzó el pasado 11 de mayo con la masacre de 12 habitantes en el corregimiento Zabaletas, ubicado a pocos kilómetros del casco urbano de Buenaventura. Al día siguiente varios grafitos aparecieron pintados en las paredes de las casas de los barrios Aduanal y la Independencia, en los que se anunciaba una ‘limpieza social’ y la llegada de los paras al puerto. Desde entonces, y hasta la semana pasada, los grafitos han proliferado en los muros de otros barrios y las autoridades y la comunidad sindican a los paramilitares de ser los responsables del asesinato de 52 personas en cinco masacres y en algunas muertes selectivas en los barrios marginales de la ciudad.

El ingreso de los paras comenzó dos meses antes de que Carlos Castaño, jefe de las AUC, anunciara públicamente en una entrevista televisada el 9 de agosto que las autodefensas tenían el control del puerto. Esa desafiante afirmación fue ratificada a finales de julio por alias ‘Mauricio’, jefe del frente Calima de las autodefensas que opera desde hace un año en el centro y norte del Valle del Cauca, quien afirmó al diario El Tiempo que “incursionamos en el Pacífico para erradicar al frente 30 de las Farc”. Ese enfrentamiento entre las AUC y las Farc tiene hoy al puerto más importante de Colombia en una guerra sórdida que, si se extiende, puede tener incalculables consecuencias para todo el país.



El control del puerto

“Buenaventura no era un municipio salpicado por presencia guerrillera. Aparecieron fuertemente en el 94 y 95, y entre el año pasado y éste han aparecido las AUC”, dijo a SEMANA el alcalde de Buenaventura, Freddy Salas. El conflicto armado se ensañó con el puerto. La presencia de las Farc y el ELN ha llevado a las incursiones de las AUC y a una serie de muertes. “Hay presencia confirmada de las autodefensas en el Valle del Cauca que vienen, dan golpes y se retiran y están asociadas a la delincuencia común local”, afirma el alcalde.

Para los organismos de seguridad que hacen presencia en la zona la incursión de las autodefensas obedece a dos causas. “Los comerciantes y transportadores de Buenaventura y de Cali decidieron tomar acciones desesperadas en contra de las extorsiones y secuestros que venían sufriendo por parte del frente 30 de las Farc que opera en la zona y pidieron ayuda a las AUC”, dijo a SEMANA un alto oficial de Inteligencia. “Fuera de esto en la zona existen entre 15 y 20 redes de narcotraficantes y las milicias han querido apoderarse de parte de estos negocios, lo que originó una reacción de los narcos”, concluye el oficial.

La disputa en Buenaventura entre Farc y paras tiene mucho que ver con el tráfico de drogas. Antes de la privatización de la Sociedad Portuaria el puerto de Buenaventura se había convertido en la principal puerta de salida de los embarques de droga de los grandes carteles. El desmantelamiento de los carteles de Cali y Medellín y la privatización del puerto fueron dos fenómenos simultáneos que hicieron que la dinámica del narcotráfico en el Pacífico cambiara.

Con el puerto en manos privadas los controles de la Armada Nacional y la Policía Antinarcóticos se hicieron más efectivos. Por tanto, dejó de ser el principal canal de salida de droga y de entrada de insumos químicos o armas. El desmantelamiento de los grandes carteles, por su parte, originó en la zona, como en el resto del país, una atomización de los narcotraficantes. De los tres a cuatro grandes capos que dominaban el puerto se pasó a tener cerca de una veintena de organizaciones pequeñas que utilizan las redes de ‘esteros’ —canales naturales— que existen en Buenaventura y la costa aledaña como vías de embarques ilegales. Estos canales permiten, entre otras cosas, mover por vía fluvial droga, armas e insumos entre Buenaventura y Tumaco sin necesidad de salir al mar, donde la Armada tiene un estricto control (ver gráfico). Es justamente allí donde el frente 30 de las Farc entra en el negocio de la droga.

“Por labores de Inteligencia y por los decomisos que hemos realizado se ha establecido que existen vínculos de las Farc con los narcotraficantes”, afirmó a SEMANA el comandante de la Fuerza Naval del Pacífico de la Armada Nacional, almirante Carlos Pineda. “En el decomiso de las tres toneladas de cocaína —realizado el 3 de septiembre— se pudo determinar que en ese envío estaba involucrada la guerrilla”.

En la zona las Farc no controlan todo el proceso —desde la recolección hasta el envío pero sí algunos pasos importantes. Según las autoridades, son los milicianos los que cargan la droga en los barcos, cuidan que salgan al mar por los esteros y cobran comisiones por transportar gasolina en barcos pesqueros para proveer a las lanchas rápidas que llevan la droga desde alta mar a Centroamérica.



El control de la zona

Aparte de la lucha por quedarse con el control del negocio del tráfico ilícito, la contienda entre las Farc y los paras tiene un componente estratégico en la guerra que se libra en el país. Buenaventura es el puerto más importante de Colombia, por donde pasa el 56 por ciento de todas las importaciones y exportaciones. Junto con Tumaco, es el único municipio en los 1.300 kilómetros de costa del Pacífico que tiene comunicación terrestre con el resto del país. Estas, entre otras consideraciones, convierten la zona en un punto estratégico.

Los organismos de Inteligencia afirman que las Farc están buscando consolidar un corredor estratégico en todo el Pacífico a partir del control del puerto y que los paras están tratando de impedirlo. Esa lucha es la responsable, según funcionarios de la Personería de Buenaventura, de que 3.000 desplazados hayan llegado al puerto en busca de refugio. Y con su tragedia agravan los problemas que ya tiene la ciudad.

En Buenaventura se cree vehementemente que el desempleo y la miseria surgieron cuando se liquidó a Colpuertos. “Al desaparecer la economía colapsó”, dijo a SEMANA el alcalde de Buenaventura, Freddy Salas, quien explicó que muchos trabajadores se quedaron sin empleo y eso se prestó para que creciera la delincuencia.

El dinero de los cerca de 4.000 empleados que tenía Colpuertos, la mayoría de los cuales recibían salarios que superaban los dos millones y medio de pesos , dejó de circular en el puerto. La mayoría de los pensionados se fue a vivir a Cali, otro buen número se gastó sus indemnizaciones y hoy hacen parte de los pobres de la ciudad.

Los fuertes controles aduaneros que trajo la privatización hicieron que los contrabandistas y cientos de familias que dependían de las toneladas de mercancía ilegal que se movía por el puerto también se quedaran sin ‘trabajo’. El cierre de la zona franca, los despidos de las compañías de intermediación aduanera, la liquidación o privatización de entidades estatales vinculadas a Colpuertos ocasionaron el cierre, según datos de la Cámara de Comercio, de 565 empresas Todo esto junto disparó el desempleo: seis de cada 10 habitantes están sin empleo, según la Cámara de Comercio local.

Si bien la privatización hundió la ciudad, fue la salvación para el puerto. El año pasado la Sociedad Portuaria Regional de Buenaventura, como se llama desde hace cinco años, registró utilidades que superaron los 12.000 millones de pesos a pesar de la crisis general de la economía. “La gente no cuidó lo que tenía, que era el puerto, y se dedicaron a saquearlo y hoy están viviendo las consecuencias de esto”, afirmó a SEMANA el vicario general del Arzobispado, el padre Manuel Agudelo.

La guerra Farc-paras, el desempleo masivo y la grave situación social le han cambiado la suerte a Buenaventura. Ese ambiente de violencia y pobreza ha hecho que cunda el irrespeto por la vida y se mate por cualquier cosa. El año pasado hubo 280 homicidios. En el primer semestre de este año fueron 365. Le llegó la mala ventura al puerto marítimo más importante del país. Abandonar esta ciudad en crisis puede poner en aprietos también al comercio exterior de toda la Nación y dejar al Estado colombiano con un control muy endeble sobre su larga costa en el océano Pacífico.