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NECESITAMOS PLATA, BILL

El presidente Andrés Pastrana sale esta semana a pedir ayuda internacional en grande. Su <BR>intención es recaudar 3.500 millones de dólares.

18 de octubre de 1999

Cuando el subsecretario de Estado, Thomas Pickering, vino a Colombia hace poco más de un
mes, le ofreció un importante paquete de ayuda al presidente Pastrana. Sin embargo éste le dijo que para
sacar a Colombia del hueco se necesitaba algo mucho más grande y que debía contemplar los tres años
que le quedaban de gobierno. Fue entonces cuando Pickering le dijo: "Está bien, presente un proyecto
completo de lo que necesitan y yo me comprometo a que mi gobierno lo estudiará a fondo".
Inmediatamente el Presidente encargó a dos de sus mejores hombres, el superministro Jaime Ruiz y
el embajador en Washington, Luis Alberto Moreno, el diseño del plan. De allí nació el documento que le
entregará Pastrana a Bill Clinton y a los líderes del Congreso de Estados Unidos, el cual tiene un costo total
de 7.000 millones de dólares. Aunque Colombia pondrá de su bolsillo 4.000 millones, el excedente tendrá que
ir por cuenta de la comunidad internacional. Una iniciativa gubernamental sin precedentes si se considera
que la ayuda norteamericana a Colombia nunca ha superado los 500 millones de dólares anuales.
Pastrana y sus asesores no pretenden, sin embargo, que Estados Unidos cubra la totalidad de esa cifra.
Siendo optimistas, los norteamericanos probablemente contribuyan con 1.800 millones de dólares. Pero se
busca el compromiso directo del presidente Clinton de llamar por teléfono a los líderes mundiales,
especialmente a los de la Unión Europea, para ayudar a cubrir el resto.
La sola presentación de este documento hace que esta visita sea, en términos prácticos, mucho más
importante que la de Estado del año pasado. A pesar de que la anterior tuvo gran importancia protocolaria, ésta
probablemente sea el acto de gobierno más trascendental que haya realizado Pastrana hasta ahora. Si sale
bien librado podría encarrilar su hasta ahora maltrecho gobierno, no solamente en materia de paz sino en
materia económica. Y lo interesante de todo el asunto es que el viaje no pretende solamente pedir dinero.
Pastrana tendrá otros reuniones que buscan mejorar la imagen de Colombia en materia financiera.

'It's the economy, stupid'
Si bien pocos presidentes en el mundo se han entrevistado con Bill Clinton en tres oportunidades en el
mismo año, el encuentro con el presidente norteamericano podría no ser el más importante para Pastrana. Hay
otros dos que son cruciales: los programados con Alan Greenspan y George Soros.
La razón es muy simple. Greenspan es considerado el dios de los mercados y para muchos es el hombre más
poderoso del planeta. De hecho, si Greenspan estornuda a medio mundo le da gripa. Como director de la
Reserva Federal, es a él a quien los principales analistas atribuyen la ininterrumpida robustez de la
economía norteamericana en los últimos 10 años. Una sola frase de Greenspan por el estilo de "me suena
bien" o "parece coherente", refiriéndose al plan de Pastrana, tendría enormes repercusiones sobre la
confianza de los mercados en la economía colombiana. Y eso precisamente es lo que busca el primer
mandatario.
La segunda reunión clave es con el famoso financista internacional George Soros, por dos razones
fundamentales. Primero, porque si Pastrana es capaz de convencer a Soros de invertir en Colombia muchos
otros inversionistas seguirán sus pasos. Pero, además, Soros es un humanista de gran reconocimiento
mundial, muy interesado en el tema de las drogas y muy crítico del statu quo. La idea de Pastrana es
lograr que se interese por el efecto de este flagelo en Colombia y no solamente en el tema del consumo en los
países desarrollados. Por eso Soros irá acompañado de sus principales expertos en el tema y Pastrana
tratará de 'encarretarlo' con la problemática colombiana.

Y aún hay más
Como si lo anterior fuera poco, el Presidente tendrá varias otras tareas en su paso por Nueva York y
Washington esta semana. Además de reunirse con la plana mayor del Departamento de Estado para
explicarles su plan se entrevistará con varios grupos de industriales e inversionistas interesados en Colombia,
así como con los presidentes de los principales fondos de inversión con intereses en América Latina.
Se reunirá con el editor internacional de Time, con la junta editorial del New York Times y del Washington
Post, con el periodista de CBS Dan Rather y con los principales columnistas que tratan el tema colombiano
para, entre otras cosas, convencerlos de que la guerrilla todavía no se ha tomado a Bogotá.
Se entrevistará también con Koffi Annan, secretario general de la ONU, para pedir apoyo en la diplomacia
con la paz, y con los presidentes del BID y del Banco Mundial para apuntalar proyectos de apoyo financiero
en materia social para compensar la dureza del ajuste económico que vendrá por cuenta del acuerdo con el
Fondo Monetario Internacional. La idea del gobierno con respecto al timing del viaje es que el espaldarazo
norteamericano al plan de Pastrana facilite las negociaciones con el Fondo, cuyo acuerdo debe estarse
anunciando hacia finales de este mes.
Finalmente, el Presidente se reunirá con la pesada del Congreso norteamericano. Se trata del Speaker of the
House, Denis Hastert; del jefe de la mayoría republicana Trent Lott y de los más influyentes senadores y
representantes, no solamente en materia internacional sino de presupuesto y comercio exterior.
Personajes como Jesse Helms, Ted Kennedy, Paul Coverdel, Pat Stevens y Benjamin Gilman. Y no
solamente va a pedirles dinero. También quiere convencerlos de mantener el tema de Colombia por fuera del
debate electoral que se aproxima con motivo de la campaña presidencial. El objetivo de Pastrana es evitar
que la refriega electoral que se avecina termine afectando al país.
En tan solo tres días el primer mandatario se reunirá con los hombres más influyentes de Estados Unidos,
no solamente en materia política sino económica. Y va a sacar el sombrero y pedir plata en serio en lo que se
constituye la apuesta política más lanzada de su gobierno en lo que va corrido del año. Si le sale bien, habrá
razones para celebrar. De lo contrario, habrá aún más motivos para preocuparse. Por lo pronto a los
colombianos les queda solamente una cosa por hacer: cruzar los dedos.