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Dos casas de adopción decidieron no recibir más solicitudes porque son pocos los niños que logran la autorización legal para ser adoptados.

INFANCIA

Niños sin esperanzas de ser adoptados

La caída de las adopciones en Colombia a la mitad, deja al descubierto una preocupante realidad.

6 de julio de 2013

El número de niños que fueron adoptados en Colombia se desplomó entre 2011 y 2012 a la mitad: de 2.713 pasó a 1.465. Eso quiere decir cuatro niños menos adoptados cada día. A primera vista se podría pensar que la cifra da para celebrar, pues llevaría a concluir que ya son menos los que necesitan una nueva familia.

Pero la realidad no es tan color de rosa. Lo que está ocurriendo es que tres episodios de distintos orígenes han provocado un impacto demoledor sobre la adopción en Colombia. Se trata de un fallo de la Corte Constitucional, una investigación de la Procuraduría que le da un fuerte jalón de orejas al ICBF y un programa de televisión sobre la adopción de colombianos por extranjeros.

La propia directora del ICBF, Adriana María González Maxcyclak, reconoce que esos tres eventos “han vuelto más lento y más demorado el proceso de adopción en Colombia”. Lo grave en este caso es que cada día que pase un niño sin una familia puede ser para él la gran diferencia de su vida.

Primero fue el fallo de la Corte Constitucional de noviembre de 2011, el cual dice que antes de dar a un niño en adopción se debe intentar ubicarlo en su familia biológica. 

El caso que estudió la Corte tenía que ver con una niña de 9 años que había sido dejada por su mamá en manos de sus abuelos y, ante la muerte de su abuela, era cuidada por unas tías abuelas que la golpeaban hasta con piedras, según su testimonio. Una de esas tías abuelas, monja, la entregó al ICBF hace diez años y el instituto la dio en adopción sin consultar si sus bisabuelos, a quienes la niña quería, podían cuidarla.

El ICBF, al interpretar el fallo, decidió que debía buscarse a la familia hasta el sexto grado de consanguinidad y se ha convertido en una especie de coco para los defensores de familia, que son los que deciden si los niños deben ser entregados en adopción o no.

Nadie sabe explicar muy bien cuál es ese grado y hay quienes dicen que va hasta los primos en cuarto grado. Hasta ese momento, antes de encontrarle un nuevo hogar a un niño, se buscaba a los abuelos, tíos y primos, pero desde entonces toca hacer casi un árbol genealógico para cumplir con la tarea. En su momento, el genetista Emilio Yunis comentó que “la relación familiar en sexto grado de consanguinidad es la misma que hay entre dos completos extraños que se cruzan en la calle”.

Esa directriz del ICBF se comenzó a dar luego de que el programa Séptimo Día emitió una serie llamada ‘Niños made in Colombia’. En ella mostraba historias dramáticas de colombianos adoptados por extranjeros que, supuestamente, habían sido quitados a sus padres de manera irregular por el ICBF.

Tal vez ningún programa ha provocado tantas protestas en el país. Hubo marchas, cientos de mensajes de personas que habían sido adoptadas –las cuales escribían a las casas de adopción preguntando “si a ellas también las habían secuestrado”– y hasta una demanda que ganó el ICBF. Fue tanto el rechazo que el último programa de la serie no fue emitido. 

Como la historia de cada niño es reservada, el ICBF nunca pudo defender a los defensores de familia que habían tomado esas decisiones de adopción y el programa nunca pudo mostrar la realidad de por qué los adoptaron. La imagen que quedó en la mente de muchos colombianos fue la de unos padres que hoy lloraban porque les habían arrebatado a sus hijos. Pero nunca se mostró en qué condiciones se los tuvieron que quitar.

Los directivos del ICBF han asegurado que pueden certificar que en ninguno de los casos de adopción que presentó el programa hubo error alguno. Que en todos los casos los niños se dieron en adopción para protegerlos como lo exigen la Constitución y los tratados internacionales. 

Como le dijo la directora de La Casita de Nicolás –una casa de adopción en Medellín– Pilar Gómez, en una dura carta a Manuel Teodoro, director de Séptimo Día: “Después del daño que con sus programas puede hacerles a los niños colombianos (…) lo invito a que venga y contacte a un pequeño de 9 años, a quien un juez noveno prefirió privarlo de unos padres extranjeros con los cuales llevaba tres meses, para que sea devuelto a su madre expendedora y drogadicta, que lo maltrata y lo abandona”.

El tercer episodio fue un duro informe de diciembre pasado de la procuradora delegada para la defensa de los niños, Ilva Myriam Hoyos. En él acusa al ICBF de “negligencia” por no ejercer la supervisión del programa de adopción y recomendó abrirles investigación disciplinaria a algunos funcionarios.

Todo eso desembocó en que las adopciones estuvieran paralizadas durante algunos meses y en que hoy cunde el pánico entre los defensores de familia del ICBF. “El programa produjo una molestia muy fuerte. Los defensores quedaron como los malos del paseo, como que se quisieran saltar las normas para entregar niños”, cuenta la directora del ICBF.

Y eso se ha traducido en un miedo paralizante que en ocasiones va en contra de los niños. En una casa de adopción, por ejemplo, una niña ya va a cumplir dos años sin resolver su caso que está hoy en la gaveta de un defensor de familia atemorizado. En otra casa, cinco hermanitos ven pasar los días sin saber qué va a ser de ellos. Ya llevan dos años ‘pidiendo auxilio’ porque sus papás ni los ven ni tienen cómo verlos. Ya los devolvieron una vez a su familia y regresaron al llamado ‘sistema de protección’ con todo tipo de maltratos. 

Ahora, la búsqueda hasta los tíos abuelos o hasta los primos cuartos, para ver quién de ellos se quiere hacer cargo de los hermanitos, puede tomar otro buen tiempo. Como dijo Ricardo Silva en su columna de El Tiempo, se convierten en “víctimas de un enrevesado sistema de protección de menores que a la hora de la verdad es otra trampa”.

Dos casas de adopción, la de Nicolás en Medellín y Chiquitines de Cali, decidieron cerrar temporalmente las solicitudes de adopción porque tienen represadas muchas y “cada vez son menos los niños que logran tener una autorización legal para ser adoptados”. También el ICBF suspendió la recepción de solicitudes de extranjeros porque tiene casi 3.300 pendientes y algunas de ellas completan incluso seis años sin ser atendidas. Además, quiere privilegiar a las 325 familias 
colombianas que esperan por un nuevo hijo.

Sin duda, son bienvenidos todo tipo de controles para que se proteja como es debido los derechos de los niños. El problema de fondo es que se termina por crear un cierto estigma sobre la adopción, que es reconocida por los tratados como una manera adecuada de garantizarles a los niños la protección de sus derechos. “El sistema, con estas nuevas decisiones, tiende a privilegiar a la familia sobre el niño”, se queja un directivo de una casa privada de adopción.

Y otra directora, la de la Casa de Nicolás, escribía: “Estamos de acuerdo: lo ideal sería tener que cerrar las casas y el programa de adopciones, pero esto sucedería si no hubiera abandono, desamor, niños indeseados y maltrato en Colombia”. Cada día 45 niños llegan al ICBF por maltrato. Tres de cada cuatro por culpa de sus padres. Para que lleguen hasta allí es que no se trata de simples palmadas. En un año, ingresan cerca de 6.000 niños al programa de restablecimiento de derechos que es la antesala del programa de adopción.

La directora encargada del ICBF, Adriana González, dice que el fallo de la Corte y el informe de la Procuraduría han servido para que se revise todo el proceso de adopción, están fortaleciendo a los defensores de familia y poniendo en práctica nuevas estrategias para que los niños de difícil adopción (por edad o por salud), que ya suman casi 8.000, encuentren una familia.

¡Que diga algo la senadora Gilma Jiménez desde su tumba!