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Del proceso 8.000 al ‘ñoñomil’

El senador de Córdoba puede ser el primero de una serie de congresistas que terminarían en una telaraña de corrupción más allá de Odebrecht. ¿Prenderá el ventilador?

13 de agosto de 2017

Cuando a Santiago Medina le informaron que podía tener problemas judiciales por la narcofinanciación de la campaña de Ernesto Samper, su primera respuesta fue señalar que el día que él pisara el primer escalón de la Fiscalía no iba a caer solo. Cumplió su promesa. Tan pronto le imputaron cargos su confesión se convirtió en la bomba que desató el proceso 8.000.

Algo parecido parece estar sucediendo por estos días con el senador Bernardo ‘Ñoño’ Elías. El gran barón electoral de Córdoba fue detenido el pasado jueves por orden de la Corte Suprema de Justicia. Está acusado de cinco graves delitos: lavado de activos, concierto para delinquir, cohecho propio, tráfico de influencias e interés indebido en la celebración de contratos.

Esas acusaciones están relacionadas con el escándalo de Odebrecht. El exsenador Otto Bula, la garganta profunda de esta telenovela, lo señaló como uno de los parlamentarios que recibieron coimas por la vía Ocaña-Gamarra adicionada al megaproyecto de la Ruta del Sol 2. Textualmente Bula afirmó: “El 2 por ciento para el senador Bernardo Elías Vidal y su grupo de personas, el 1 por ciento para otro senador y su grupo, el 0,5 por ciento para Otto Bula y el restante 0,5 por ciento para Federico Gaviria, monto que pagaría una vez alcanzado el objetivo, es decir, se firmara el contrato adicional y se obtuviera el cierre financiero, lo cual efectivamente sucedió”. Eso en plata blanca significaba que al Ñoño “y su grupo” les entraría la impresionante suma de 32.000 millones de pesos.

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De ser condenado por los cinco delitos objeto de acusación, la pena podría alcanzar entre 20 y 26 años de prisión. Normalmente las condenas máximas son topes teóricos que pocas veces se imponen. Sin embargo, en el ambiente histérico que vive el país frente al tema de la corrupción, la justicia seguramente no va a ser suave. Más aún si se tiene en cuenta que las condenas tienen que ser más severas en la medida en que quien comete los delitos haya tenido a su cargo importantes responsabilidades públicas. Como pocas responsabilidades públicas son más importantes que ser senador de la república, el panorama que vislumbra el dirigente político cordobés es bastante oscuro.

De ahí que para mejorar sus perspectivas se está diciendo que el parlamentario contemplaría encender el ventilador. Su lío judicial arrancó en febrero cuando la Fiscalía hizo una primera compulsa de copias a la corte con evidencia que lo comprometía en el reparto de las coimas. Hace dos semanas el fiscal general amplió la compulsa con nuevas evidencias, ante lo cual el Ñoño sorprendió con su reacción. Pidió que fueran llamados a declarar el presidente de la república, y también Germán Vargas,  Mauricio Cárdenas, María Ángela Holguín, Aurelio Iragorri, Alejandro Gaviria, Mariana Garcés, Simón Gaviria, Juan Fernando Cristo, Juan Carlos Pinzón, Tomás González, Gina Parody, Luis Felipe Henao, Natalia Abello, Yesid Reyes, Lucho Garzón, Cecilia Álvarez, Gabriel Vallejo y Diego Molano.

Aunque esa lista parece una burla, detrás había una estrategia jurídica. Lo que pretendía el senador, antes de ser detenido, era demostrar que la aprobación de un proyecto tan importante como la adición de la vía Ocaña-Gamarra dependía de múltiples instancias y de muchas personas importantes. El mensaje entonces era que no tenía lógica atribuirle a un personaje de su nivel, un político de provincia, la capacidad de ser determinante en una decisión de ese tamaño.

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La Corte Suprema de Justicia accedió a esta solicitud y ordenó llamar a testimonio a todos estos personajes. En esa diligencia no va a haber nada muy emocionante. Prácticamente todos los citados son o han sido altos funcionarios que no tienen acusaciones de corrupción. Están en la lista por haber sido miembros del Conpes, el principal órgano donde se tomó la decisión sobre esa carretera. Su firma en el documento de aprobación será seguramente justificada con base en estudio técnicos de funcionarios subalternos que mostraban la conveniencia de la obra.

La estrategia de poner a declarar a medio gobierno era la que tenía el Ñoño cuando aún conservaba la esperanza de no ir a la cárcel. Ahora, en una celda del búnker de la Fiscalía, las cosas pueden cambiar. Por la actitud resuelta de la corte se puede inferir que las pruebas contra el senador son contundentes. Si no fuera así, podrían haberlo citado a indagatoria sin detención preventiva.

Por lo tanto, se puede anticipar que el senador Bernardo Miguel Elías va a negociar. Sus defensores todavía no lo reconocen explícitamente, pero las declaraciones que han dado abren una rendija. Silvia Margarita Rugeles, de su grupo de abogados, le dijo a SEMANA que “es prematuro hablar de una negociación, eso se decidirá luego de estudiar el expediente”. Algo parecido manifestó el penalista Iván Cancino, el peso pesado que se sumó al equipo de la defensa después de la detención.

Todo lo anterior ha dado pie a la posibilidad de una nueva estrategia: prender el ventilador. El senador llegó a donde llegó en la vida en parte por ser un buen amigo, pero cuando se enfrenta a la eventualidad de 20 años de cárcel, el instinto de supervivencia prima sobre el afecto. Aunque uno de los temas del momento es el fracaso del sistema penal acusatorio, se ha demostrado que de este lo que funciona es la negociación en busca de rebajas a cambio de delaciones. Veinte años pueden convertirse en menos de siete u ocho al echar al agua a los socios. Eso lo tiene claro Otto Bula y seguramente empieza a considerarlo el Ñoño.

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 Bernardo Miguel Elías es uno de los cuatro congresistas mencionados por los directivos de Odebrecht en su negociación con la Justicia en Brasil. Los otros son Musa Besaile, Antonio Guerra de la Espriella, Ciro Rodríguez y  el exsenador Plinio Olano. Cada uno de los casos es diferente y no se puede inferir automáticamente que todos van a tener la misma suerte. Pero aunque esos son los nombres que por ahora están en el radar de la Fiscalía, el campo de influencia de la corrupción es tan extenso que puede haber sorpresas. En el Congreso hay manzanas podridas, pero las hay más a nivel departamental, municipal y distrital. Un senador como el Ñoño Elías debe tener muchísima información sobre el modus operandi del sistema.

Elías puede no haber escogido todavía sus cartas, pero las consecuencias políticas del terremoto que produjo la captura del primer congresista del caso Odebrecht están a la vista. Las consecuencias no son solo a nivel regional, sino que alcanzan la política nacional. En Córdoba, Elías y su colega, Musa Besaile, controlan el poder. El gobernador es de ellos, así como varios alcaldes de la región. Unidos constituyen el bloque electoral más grande del país en la actualidad, con más de 300.000 votos. Hasta hace poco esa fuerza era santista incondicional. Ahora está cargada de tigre contra el gobierno por supuesta ingratitud. “No sabía que desde el gobierno me odiaran tanto, qué lástima no haberlo sabido antes”, trinó el Ñoño. El presidente en la rueda de prensa del balance de su último año manifestó su desconcierto y sorpresa ante esta afirmación.

Para el Partido de la U lo que suceda con los Ñoños es un golpe muy duro. Aunque sacaron la mayor votación en las últimas elecciones al Congreso y tiene la mayor representación parlamentaria, la mayoría de los analistas políticos consideran a ese partido un enfermo terminal. La razón es que después del gobierno de Juan Manuel Santos no tiene razón de ser. Fue un partido creado por él para reelegir a Álvaro Uribe y los dos pronto serán parte del pasado. Los congresistas tienen la tendencia a agradecer no tanto a quien les hizo el último favor, sino a quien les pueda hacer el próximo. Esa es la verdadera razón por la cual hoy pocos analistas creen en el futuro del Partido de la U. En mentideros políticos se asume que la mitad se va a ir con Germán Vargas y la otra mitad con “el que Uribe diga”.

Comparar este escándalo con el proceso 8.000 puede ser un poco apresurado, pero lo cierto es que hasta ahora se conoce apenas la punta del iceberg de una trama compleja, cuyas implicaciones aún son del todo impredecibles.