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Paro agrario: la estrategia que le salió mal al Gobierno

El novelón que se armó en Cauca en torno de la apertura de la vía Panamericana es consecuencia de los diálogos regionales que intentó activar el Gobierno para disolver la protesta. Esta es la historia.

10 de junio de 2016

El paro agrario ya completa 11 días y pese a que existen por lo menos un centenar de sitios de concentración y protestas en varias regiones del país, toda la atención se la llevó el departamento de Cauca.

Y para medir ese impacto, basta recordar que prácticamente se fueron a vivir dos ministros a esa región (Interior y Agricultura), sus viceministros y hasta existe una delegación transitoria con voceros del Congreso, la Defensoría del Pueblo, la ONU y la Iglesia católica.

La razón de la presencia de tanta institucionalidad es que desde cuando arrancó el paro, los manifestantes bloquearon por completo la carretera Panamericana, la principal arteria vial del suroeste del país que une a los departamentos de Valle, Cauca y Nariño.

Y por cuenta de ese bloqueo ciudades como Popayán y Pasto comenzaron a sentir los coletazos del paro a tal extremo, que sus hospitales se quedaron sin oxígeno para atender a los pacientes, el combustible empezó a escasear y el precio de los alimentos se disparó porque no hay como abastecer las plazas de mercado.

Todo ello sumado a que cientos de viajeros nacionales y extranjeros quedaron atrapados en las terminales de transporte porque el servicio de buses intermunicipales es casi nulo. Algunos catalogaron la situación que padecen Cauca y Nariño, como una crisis humanitaria.

En el suroeste del país el paro agrario se sintió con mayor rigor debido a que sólo en Cauca la convocatoria a protestar la acataron cerca de 10.000 personas entre indígenas, campesinos y comunidades negras. De hecho, en esa zona del país las manifestaciones ya dejaron un saldo trágico de tres comuneros muertos y decenas de heridos.

De ahí que todo el esfuerzo del Gobierno se concentrara en ese departamento. Pero sus buenas gestiones quedaron en entredicho debido a que en menos de una semana se anunciaron tres desbloqueos de la vía Panamericana.

Al comenzar la semana se dijo que ya existía un acuerdo para despejar completamente esa carretera. Luego, que se haría solo por seis horas y para un solo carril. Este viernes, finalmente, se concretó el anunciado despeje, pero por 36 horas.

Todo ello acaloró los ánimos y llevó la protesta a un punto de crispación. Incluso el presidente Juan Manuel Santos alzó la voz: “No vamos a permitir que sigan bloqueando las vías”, dijo, a la vez que anunció que hará respetar los derechos de los ciudadanos a movilizarse. Dicho en otras palabras, usarían el Esmad para recuperar las vías.

Mientras los indígenas, por su parte, alertaban sobre un supuesto ataque indiscriminado de la fuerza pública contra las comunidades que protestan. Y en medio de ese cruce de frases salidas de tono, las únicas voces de cordura que se oían venían de los delegados de la Iglesia, la Defensoría y la oficina delegada de la ONU, “la Oficina exhorta a las partes a redoblar esfuerzos para disminuir las tensiones y adoptar gestos de buena voluntad para recobrar la confianza y el diálogo”.

¿Por qué tantas salidas en falso?

La verdad es que los ni ministros Juan Fernando Cristo y Aurelio Iragorri mintieron al anunciar los fallidos acuerdos en Cauca, ni los indígenas faltaron a su palabra.

La razón del novelón alrededor del despeje de esa importante carretera se debe a que el Gobierno optó por la estrategia de realizar mesas de diálogos regionales, pero omitió sentarse a hablar con la Mesa Única Agraria, donde tienen asiento los 13 voceros de las organizaciones que convocaron el paro.

Por eso cuando los líderes del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) firmaron una especie de acuerdo humanitario para despejar la vía, se enfrentaron a un pequeño dilema: si bien los indígenas son mayoría en la protesta, no son los únicos y en los bloqueos también participan campesinos y comunidades negras que les responden a las directivas nacionales de la Cumbre Agraria y no al CRIC.

De ahí que ese acuerdo fue visto por los dirigentes del paro como una forma de fraccionarlos y así acabar la protesta sin comprometerse a cumplir los ocho puntos centrales que originaron las manifestaciones.

“Dicho en otras palabras, quisieron hacernos conejo reuniéndose con nuestros voceros regionales para atender sus problemas locales, pero ignorando la vocería de la Mesa Única”, explicó Robert Daza, coordinador Nacional de la Cumbre Agraria.

El dirigente explicó que esa misma estrategia quisieron imponer en otros departamentos como Chocó, Arauca, Casanare, Huila, Nariño, Putumayo y la región del Catatumbo (Norte de Santander), donde existen puntos de concentración del paro.

Luis Fernando Arias, consejero mayor de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) y quien también hace parte de las directivas de la Cumbre Agraria, aclaró que la única mesa regional que le aceptaron conformar al Gobierno “fue la del resguardo Piendamó-La María, en Cauca, para tratar temas puntuales de los incumplimientos en otros acuerdos, pero no para definir el futuro del paro”, explicó.

Pero el novelón en torno al despeje de la vía Panamericana sirvió para que ambas partes pusieran las cartas sobre la mesa y se arrancara desde cero el diálogo entre Gobierno y manifestantes, pero esta vez a través de la Mesa Única donde tienen vocería todos los líderes del paro agrario.

Y así lo entendió el propio ministro Cristo, cuando al pronunciarse este viernes sobre el despeje de la Panamericana no dudó en explicar que “el anuncio del desbloqueo de la vía por 36 horas facilita avanzar en el diálogo con la Cumbre Agraria”.

El paro sigue, pero, a diferencia de los otros diálogos, en esta ocasión el Gobierno se sentó a conversar con quienes lo convocaron y lo lideran. Ahora hay que esperar a que surja humo blanco antes que se vuelva a bloquear la vía Panamericana.