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Gustavo Petro criticó las sanciones que los órganos de control han impuesto en su contra. | Foto: Carlos Julio Martínez

DISTRITO

“Solo falta que me peguen un tiro en la cabeza”

Gustavo Petro, alcalde mayor de Bogotá, reaccionó con vehemencia tras una semana crítica.

5 de septiembre de 2014

La cosa no parece fácil para el alcalde mayor de Bogotá. A medida que avanza su gestión aparecen innumerables obstáculos con los que debe sortear. La lista de esta semana es larga: el Consejo le hundió dos proyectos, la Superintendencia de Industria y Comercio ratificó la multa por irregularidades en el cambio del esquema de recolección de basuras y, por si fuera poco, su hijo Nicolás Petro, protagoniza un escándalo por presuntas irregularidades de contratación.

Las opiniones continúan divididas. Hay quienes apoyan ciegamente las políticas públicas del alcalde y piensan que es víctima de persecución política. Otros aseguran que lo sucedido es resultado de sus decisiones arbitrarias que terminan perjudicándolo a él y a la ciudad.

Lo cierto es que el pulso entre el gobierno Petro y los órganos de control parece un calvario sin fin en el que la mayor perjudicada ha sido Bogotá.

Este jueves, el alcalde le salió al paso a las recientes medidas y criticó las sanciones que los órganos de control han impuesto en su contra. Pues, es una historia que ya lleva varios años.

“Solo les falta que me peguen un tiro en la cabeza, es lo único que les falta. Lo que hay que hacer es continuar, más rápido de lo que lo hemos hecho”,  le solicitó el mandatario distrital a su equipo de gobierno.

Petro se llenó de valor y durante la entrega del nuevo jardín Acunar modular Gabito, en la localidad de San Cristóbal, le dijo a sus funcionarios que continuarán con las metas que se trazaron solo que  ahora a unos pasos acelerados. Sin temor a las sanciones penales o disciplinarias que se desencadenen por la ejecución de su plan de gobierno.

“Que nos amenacen con cárcel por poner jardines infantiles con nueva tecnología, pues que nos amenacen, pero los ponemos. Que nos amenacen de cárcel por pavimentar más barato las calles, pues que nos amenacen pero las vamos a pavimentar”, agregó.

Y es que para el alcalde las recientes medidas corresponden, una vez más, a una condición de persecución política de la que es víctima.

"Nos amenazan con cárcel porque rebajamos las tarifas de Transmilenio, ¡Pues que nos amenacen!. Nos amenazan porque le quitamos el negocio a unos empresarios y se los entregamos alos humildes recicladores de Bogotá, ¡Pues que nos amenacen!. Esa es una revolución social pacífica", afirmó.

Semana difícil

La semana empezó mal. El martes la Corte Constitucional le ordenó a la Administración Distrital disponer de lo necesario para garantizar la realización de la fiesta brava en la capital. Una medida que coarta una de las banderas de su gobierno. Pues, poco después de llegar al Palacio del Liévano el mandatario distrital terminó el contrato de arrendamiento con el argumento de que no volvería a prestar la plaza para espectáculos “alrededor de la muerte”.

El miércoles, la Comisión de Presupuesto del Concejo hundió el proyecto de modernización tributaria, que buscaba reformar toda la estructura de impuestos de la ciudad, reducir el sistema sancionatorio y simplificar trámites. Un día después, la corporación le negó, en primer debate, la creación de Auditoría Fiscal, con la que el Distrito buscaba que se le hiciera una auditoría al organismo de control.

Ese mismo día se conoció que, frente las versiones que circulan por una supuesta injerencia en contratación de su hijo, Petro le solicitó personalmente a la Fiscalía que haga la investigación necesaria.

Pero eso no es todo. Este jueves, la SIC tumbó el esquema de basuras y le impuso a Petro una sanción de 410 millones de pesos por considerarlo "inconstitucional e ilegal", dinero que, además, tendrá que sacar de su bolsillo.

Para la secretaria general de la Alcaldía, Marta Lucía Zamora hay una persecución terrible al alcalde por parte de los medios, organismos de control y de las corporaciones de la ciudad.

“Es un asedio tan grande, que pasamos todo el día preparando respuestas para los organismos de control y  recibiendo sus visitas. Es nuestro diario vivir y genera pánico interno. Estamos en un estado de zozobra y eso afecta terrible a las personas. El Concejo nos hunde proyectos necesarios para la ciudad y los medios tampoco nos dan la oportunidad de contar las cosas buenas de la Bogotá Humana”, afirmó.

Sin embargo, hay quienes dicen lo contrario. El exalcalde de Bogotá Jaime Castro dice que fue una pésima semana para Gustavo Petro y que, para los bogotanos, han sido 32 meses de desgobierno.

“Gustavo Petro decidió convertir el Palacio del Liévano en un trampolín para aspirar a la Presidencia de la República. No ha gobernado ni administrado la ciudad, no ha sido alcalde sino candidato y eso explica todos los desaciertos en los que ha incurrido. Todo eso repercute en las condiciones y en la calidad de vida de los bogotanos. La ciudad está petrificada y no ha inversión pública”.

Al mismo bus se sube el analista político Héctor Riveros. “El alcalde comenzó con una gobernabilidad precaria por el hecho de que fue votado por una minoría. No tenía suficiente apoyo en el Concejo ni la capacidad de convertir sus proyectos en realidad. Con el tiempo, ha venido empeorando. Los proyectos se los frena un juez, el Concejo, o quedan ahí porque su equipo no tiene capacidad de ejecución. Es una Alcaldía paralizada”, argumentó.

Por su parte en diálogo con Semana.com el concejal por la Alianza Verde Carlos Vicente de Roux precisó que, respecto a los proyectos presentados al Concejo, sí hay una oposición en el cabildo que sólo quiere perjudicar al alcalde.

“Hundir la modernización tributaria es una mala noticia para la ciudad. Luego, negaron la creación de la auditoría fiscal, ahí perdió la ciudad porque es necesaria. Pueden ser muy opositores pero esas son iniciativas productivas para la ciudad. Lo que hay en el cabildo es un ejercicio inadecuado de la oposición, sobre todo, porque no se ofrecen alternativas. La idea siempre fue hundir el proyecto y mostrar al alcalde en una posición de derrota”.

Sin embargo, el presidente de la corporación Miguel Uribe contradice lo expuesto por De Roux. “El alcalde se ha caracterizado por victimizarse y responsabilizar a terceros. El Concejo le aprobó proyectos importantes para la ciudad como el del cupo de endeudamiento y el de valorización, no obstante, él no ha podido arrancar una sola obra. Cuando se niega un proyecto hay complot, pero cuando se vota favorablemente simplemente es por el bienestar de la ciudad”, dijo.

El contralor de Bogotá, Diego Ardila, dice que el común denominador de la Bogotá Humana es la baja ejecución y la contratación a dedo, lo cual deja mal parado a Petro y perjudica a la ciudad. "Nos encontramos en un estado social de derecho y cada institución cumple su rol. A la administración se le ha otorgado el aval en cupos de endeudamiento para que saque los proyectos adelante, pero nada. El grueso de la contratación en Bogotá se selecciona a dedo y algunos funcionarios hacen malabares jurídicos para evitar la selección objetiva que exige la Ley 80.

Tenemos detectado un catálogo de situaciones interminables en la que no existe transparencia. Tanto rumor sobre sus familiares y consanguíneos en la selección de contratistas no es bueno ni para él ni para la ciudad”.

Por ahora, la suerte está echada. El pulso entre el gobierno Petro y los órganos de control ocupa la primera plana de los diarios mientras el futuro de la capital continua siendo incierto.