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POR DECIR "NO"

Nueve mujeres fueron destituidas de sus cargos en la Comisión Nacional de Valores.

30 de agosto de 1982

Fueron llegando una a una, graneaditas, a su debido tiempo. Las encontraban sobre el escritorio o las recibían de manos de un "patinador". Eran resoluciones de despido. Nueve en el curso de un año. En cada uno de los casos no había fallas en el trabajo, no había errores, ni malos manejos, ni irresponsabilidad. Pero sus cargos fueron declarados insubsistentes. En el fondo, la verdadera razón era sólo una: haber dicho no a los requerimientos de un jefe de libido efervescente.
El cuento completo, con pelos y señales, lo conoció Daniel Samper y lo publicó en su columna el domingo 27 de junio. Denunciaba los atropellos y la persecusión de que eran objeto algunas mujeres en las oficinas de la Comisión Nacional de Valores, por parte del presidente de la institución, Enrique Roldán. Las mujeres, arbitrariamente despedidas, se quejaron ante el ministro de Desarrollo, entidad de la cual depende la Comisión, enviaron una carta al presidente de la República y otras al presidente electo, Belisario Betancur. Una nueva carta, entregada a los medios de información, no ha salido a la luz pública. No ha habido respuesta. Una cortina de humo se ha corrido sobre el asunto.
Gladys de Gómez ha sido, durante 24 años, una secretaria eficiente al servicio de diferentes entidades oficiales. En la Comisión de Valores atendía los asuntos más delicados. Su habilidad la señalaba como la persona clave para sacar adelante las cuestiones más urgentes. Sus problemas empezaron el día en que no quiso aceptar una invitación del jefe para cenar, los dos solos, en un lujoso restaurante. La doctora Amparo Ojeda, economista de la Universidad Jorge Tadeo Lozano y con una especialización en Lovaina, ocupaba el cargo de Profesional Especializada de la División Técnica. Su camino hacia el asfalto comenzó el día en que se negó a firmar una carta de apoyo a su superior. La idea de la carta surgió después de la publicación de la columna "Reloj" en "El Tiempo", la piedra del escándalo. Con ella se intentaba desagraviar al presidente de la Comisión y hubo presiones para que el personal la firmara. Pero Amparo dijo no y la destitución no se hizo esperar.
Claudia, la atractiva recepcionista, empezó a perder piso desde un día cuando no aceptó una proposición de viaje que le hiciera Roldan. Se le hacían reclamos injustificados por cosas perdidas, se le contabilizaban faltas no cometidas, en un intento de hacerla sentir culpable. Antes de la consabida destitución que veía venir, renunció.
A Silvia Monteiro, una abogada, encargada de atender asuntos relacionados con los fondos de inversión del Grupo Grancolombiano, se le reprochó el no haber asistido a una cita en el Consejo de Estado. Ese día, coincidencialmente estaba dando a luz un hijo. La disculpa, sin embargo, no fue suficientemente convincente y fue despedida.
Laura, al borde de la crisis nerviosa por el ambiente de la oficina, salió llorando el día en que le comunicaron su destitución. Blanca Cecilia, fue nombrada reemplazo, padeció la misma situación de asedio. Fue correteada por el jefe Roldán en la oficina y cuando vio que era inalcanzable la echó. Son apenas algunos de los casos y no es, naturalmente, la primera vez que una mujer pierde el puesto por decir no. Sin embargo, tal vez sí es la primera vez que las mujeres atacadas denuncian valientemente esa clase de atropellos.
El miércoles pasado, en la Casa de la Mujer, en medio de un grupo de activistas feministas, con voz temblorosa pero con decisión 3 de ellas contaron sus casos. En el transcurso de la reunión hablaron de tensiones, presiones, tratamiento despótico, injusticias, irrespeto... Destaparon la "olla podrida". Aun a sabiendas de que, por regla general, la sociedad casi siempre termina por reprochar a la mujer que se ve envuelta en este tipo de situaciones, con el argumento de que si sucedió fue por "algo", porque, como dicen las señoras, "dieron motivo".
Salvo una honrosa excepción, ante los oídos sordos de la mayoría, enfrentadas a una situación de franca desprotección, sólo unas pocas mujeres las oyeron y las están apoyando. Por primera vez, un grupo de mujeres valientes es capaz de acusar de atropello sexual a un alto funcionario oficial. Amparo, Claudia, Gladys, Laura, Blanca, Luisa Fernanda, Silvia, Nohra, Patricia. Nueve mujeres en el asfalto, resueltas a ganar la pelea para lograr la restitución en sus cargos. Nueve mujeres que supieron decir no.