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La sequía azota a casi todos los departamentos del norte de Colombia. | Foto: Climaco Rojas/Archivo SEMANA

SEQUÍA

¿Quién se robó el agua de La Guajira?

La plata para los acueductos se giró, los pozos donde estaba el agua se hicieron. ¿Entonces qué pasó con el líquido?

4 de agosto de 2014

“Señor ministro, esto es sequía y muerte de animales. Es sequía y dolor de tanta gente. La sequía ha hecho tantísimos estragos, pero hoy, el pozo que usted le está entregando a esta comunidad es una realidad y esto en La Guajira es una maravilla”. 

Con esas palabras la rectora del colegio Internado Camino Verde de las hermanas capuchinas, a sólo tres kilómetros de la cabecera municipal de Uribia, recibió al saliente ministro del Interior, Aurelio Iragorri, el pasado viernes 25 de julio.

El ministro Iragorri viajó ese día a entregar seis pozos a seis comunidades wayúu en cuatro municipios: dos proyectos en Riohacha, en los corregimientos de Cerro Plano y Juriakath; el Caimito, en el municipio de Distracción; la Paz, en Maicao, y Camino Verde y Zapatomana, en Uribia. Con esos seis pozos se beneficiaron 300 familias que fueron seleccionadas teniendo en cuenta lo siguiente: que no tuvieran agua, que tuvieran vocación agrícola y que pertenecieran a una comunidad indígena.

Lo más sorprendente de todo es que el proyecto del Ministerio del Interior se decidió en febrero y entre marzo y junio, sólo cuatro meses, se exploraron los seis pozos y se halló agua potable a profundidades que variaron entre 100 y 150 metros. “El Instituto Geográfico Agustín Codazzi nos dio las directrices de dónde está el agua subterránea y lo que estamos viendo es que en el interior de La Guajira hay un río profundo que tenemos que empezar a explotar”, declaró el ministro a los periodistas a su llegada a Juriakath, donde entregó el primer proyecto, que además incluye la adecuación de una hectárea de tierra sembrada de plátanos, yuca, maíz y pastos de corte para la cría de caprinos. Es decir que con un poco más de 160 millones de pesos por proyecto, 50 familias comenzaron a ver cómo reverdecían sus ‘estériles’ tierras y además tenían un proyecto sostenible.

Estas 300 familias recibirán asistencia técnica de Korderos, la empresa que exploró los pozos, importó los ovinos y les construyó un sistema de riego por goteo que en dos o tres semanas comenzó a mostrar resultados. Luis Fernando Echeverri, representante legal de Korderos, dijo a Semana.com que cuando comenzaron la exploración de los pozos encontraban agua a 50 y a 70 metros, pero era salobre, perforaron más profundo y encontraron agua de óptima calidad. Pero para que no se contaminara la potable con la salobre, sellaron los pozos por donde corría el agua salobre. En los sitios más cercanos al mar se encontró agua potable a más profundidad.

Lo sorprendente de esta historia es que durante 20 años La Guajira, como departamento productor de gas, carbón y sal, ha recibido aproximadamente cinco billones de pesos por concepto de regalías y esos recursos se debieron destinar a salud, educación, agua potable y reducción de mortalidad infantil, pero ni los municipios ni el departamento cumplieron las metas de disminuir los índices de necesidades básicas insatisfechas.

Un día antes de que llegara el ministro Aurelio Iragorri a La Guajira para entregar estos proyectos productivos, el departamento fue declarado en emergencia por calamidad pública ante la incapacidad para atender las necesidades de 523.000 personas, el 60 % de la población, según manifestó el secretario del interior, Wilson Rojas a Semana.com. 

Hace varios meses, en febrero, el secretario de Planeación departamental del gobierno de Juan Francisco Gómez, César Arismendi, denunció que entre el 2008 y el 2013 en La Guajira murieron 4.112 niños por desnutrición y ahora, ante la sequía, hay sectores interesados en hacer creer que la mortalidad infantil se debe a factores como la falta de lluvia, la dispersión de las comunidades indígenas y las dificultades del territorio.

Lo cierto es que los gobiernos que se han sucedido desde comienzos del año 90 tuvieron suficientes tiempo y recursos para mejorar las condiciones de vida de la población. La administración de Jorge Pérez Bernier (2008-2011) tuvo como bandera el programa de nutrición Guajira sin Jamusiri (Guajira sin hambre), en el que se habrían invertido 400.000 millones de pesos. Sin embargo, la denuncia del secretario de Planeación indica que en esos años fue en los que más niños murieron.

Adolfo Meisel Roca, miembro de la Junta Directiva del Banco de la República, en un estudio publicado en el 2011, cuando se desempeñaba como gerente del Banco en Cartagena, además de hacer una síntesis histórica de la península desde la conquista, la dificultad de las relaciones entre riohacheros y wayúus, el negocio de las perlas, los comienzos del pastoreo de ovinos y caprinos en la alta y la media Guajira, y de cómo los primeros comerciantes estuvieron vinculados al contrabando, hace especial énfasis en las sequías continuas debido a la escasez de agua y a la aridez del terreno. Afirma Meisel que entre 1912 y 1951 hubo un estancamiento demográfico por las sequías. En 1949, cita Meisel al columnista y escritor Eduardo Caballero Calderón, quien escribió entonces: “El principal problema de la región es la sed”.

En otro estudio de la Universidad de La Guajira del año 2011, donde se analiza el volumen de regalías recibido por el departamento y los municipios, las distintas entidades recibieron entre el 2002 y el 2010 entre 2,4 y 3,2 billones de pesos, el 54 % para el departamento, el 8 % para los municipios no productores y el resto para los productores: Uribia 10 %; Albania 9 %; Barrancas 8 %; Hatonuevo 6 % y Manaure 5 %. Uribia, el municipio que más recibió en ocho años –$235.000 millones–, donde el ministro entregó dos de los pozos, no estaba certificado en ninguno de los indicadores de calidad en salud, educación, saneamiento básico, coberturas mínimas en acueducto, por eso es uno de los municipios donde hay más alto índice de analfabetismo y mortalidad infantil.

Pero no es el único, ni el departamento ni los 15 municipios estaban certificados en los indicadores de superación de las necesidades básicas insatisfechas en el momento de publicarse el estudio realizado por la Universidad de La Guajira. 

El pasado viernes, en un consejo especial realizado en Riohacha convocado por la Unidad Nacional de Prevención de Riesgos, al que asistieron cuatro gobernadores de la costa, se autorizaron 28.500 millones de pesos para la construcción de pozos profundos en los siete departamentos, aero desalinizadores, maquinaria para construir jagüeyes, suministro a través de 104 carrotanques, instalación de 412 tanques de almacenamiento, suplemento alimentario para animales, motobombas, y plantas potabilizadoras para poder enfrentar la crisis que se está viviendo.

La experiencia que tienen las poblaciones con el manejo de estas emergencias no es la mejor. En La Guajira conocen muy bien la corrupción en la distribución de agua por carrotanques; en principio, dicen veedores y líderes sociales, que los carros cisternas son fantasmas y siempre atender la población vulnerable es una excusa para los gobiernos que se terminen robando la plata a través de fundaciones o contratos con amigos y familiares y pagando favores políticos.

En un municipio como Uribia, donde es más extrema la sequía y a donde nunca llegan las autoridades para verificar si se entregaron las ayudas o si se invierten las regalías, ha habido años en los que se han gastado 4.000 millones de pesos repartiendo agua en carrotanques. Con ese presupuesto se podrían construir 24 pozos profundos con agua potable como los que entregó el ministro Aurelio Iragorri el pasado 25 de julio. La jurisdicción indígena es otra excusa para que las autoridades hagan y deshagan. En el casco urbano de Uribia hay 13 pozos, de los cuales sólo funcionan cuatro; si eso ocurre en la cabecera, quién les hace mantenimiento a los 17 microacueductos que hay en los corregimientos y veredas del municipio más extenso de Colombia con más de 8.000 kilómetros cuadrados. Pero la pregunta que se hacen es de dónde va a salir el agua para llenar los carrotanques que van a llegar hasta la alta Guajira, si los jagüeyes y los pozos están secos.

En su intervención ante los estudiantes del internado Camino Verde, en Uribia, el ministro dijo: “Me harté de hacer estudios, hay que hacer obras, voy a llevarle el proyecto al presidente para ver si hacemos 60 pozos más en los próximos meses”.

Es cierto, La Guajira tiene los suelos con menor humedad; es el departamento con  mayor luminosidad, con 2.900 horas de sol al año, por eso hay mayor evaporación que precipitación pluvial, razón por la cual el clima en casi toda su extensión es árido, pero, como le dijo el IGAC al ministro, por debajo del suelo guajiro hay ríos de agua dulce y con la entrega de los seis pozos en cuatro municipios se demostró que en La Guajira sí hay agua y que la mortalidad infantil no es por la sequía sino por los malos gobiernos que manejaron billones de pesos durante dos décadas y no resolvieron las necesidades básicas insatisfechas.