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Pudo haber salido por razones personales, pero es absurdo descartar sus roces con Petro

BOGOTÁ

¿Quién le teme a Navarro Wolff?

El retiro del secretario estrella, apenas tres meses después de haber comenzado, provocó una segunda crisis en la alcaldía de Gustavo Petro. Las razones son más complejas de lo que hasta ahora se ha dicho.

31 de marzo de 2012

La buena estrella que ha acompañado a Gustavo Petro en su carrera política parece estar perdiendo brillo. Como si los problemas que afronta el alcalde de Bogotá fueran pocos, el viernes pasado renunció el secretario estrella de su gabinete.

"Me voy triste por dejar el trabajo", fue lo primero que dijo Antonio Navarro al anunciar su renuncia a la Secretaría de Gobierno. Y visiblemente agobiado añadió: "Y como son razones personales por las que me voy, no las voy a decir".

No es usual que para una renuncia se cite a una rueda de prensa con alcalde a bordo. Pero en este caso no solo no era una renuncia cualquiera, sino que en vista de que se habían creado tantas especulaciones sobre un rompimiento Petro-Navarro, decidieron salir juntos a atajar la avalancha.

Más allá de la presentación que quieran darle a la renuncia o las interpretaciones que se hagan de ella, una cosa sí está clara, y es que la salida de Antonio Navarro tiene un efecto simbólico de alto impacto sobre la Alcaldía. Navarro es el político de izquierda con más pergaminos en la historia de Colombia. Ha sido senador, ministro, presidente de Constituyente, gobernador y alcalde. Podría decirse que nunca antes Bogotá había tenido un secretario de Gobierno, de cualquier vertiente ideológica, con esa experiencia a cuestas.

Y esa hoja de vida se hizo aún más cotizada cuando en el resto del gabinete Gustavo Petro escogió figuras con reconocimiento académico pero -tal vez con excepción de Guillermo Alfonso Jaramillo- sin mayor experiencia en administración pública.

Por todos esos motivos, sumados a que el arranque de la administración ha tenido días difíciles, su renuncia cayó como un balde de agua fría para muchos bogotanos.

La pregunta que todos se hacen es por qué renunció. SEMANA consultó con varias fuentes cercanas a Navarro y ratificaron que era una situación personal delicada. El mismo exsecretario descartó que sea un problema de salud -"no me duele ni una muela", dijo con énfasis-.

Muchos, en primera instancia, no dieron crédito a esa explicación. Y tenían razones para dudarlo: en estos tres meses han trascendido varios agarrones de mediana intensidad entre Petro y Navarro.

Desde el primer mes las diferencias fueron evidentes para quienes estaban cerca de ellos. Desde temas administrativos como si el Fondo de Seguridad debía comprar carros o alquilarlos (Petro era partidario de la compra y Navarro del alquiler), pasando por el manejo del Concejo (Petro se oponía a los acuerdos y Navarro los anunció públicamente), hasta el control de crisis (Petro quería que la Policía se metiera de lleno para evitar el bloqueo de TransMilenio y Navarro proponía otro manejo).

Las diferencias llegaron a tal punto que cuando Petro viajó a Ecuador tuvo dudas en dejar a Navarro como encargado. Sin embargo, al final desistió porque no tenía explicación lógica que no fuera él quien quedara al mando en su ausencia.

Las tensiones que se estaban viviendo por dentro afloraron vía el abogado Alex Vernot, que es muy cercano al mandatario. En una entrevista con Dinero, hace dos semanas, Vernot predijo su salida. "¿Cómo es la relación actual de Petro y Navarro?", le preguntaron. Y él dijo: "El alcalde va a terminar sacando del gabinete a esos funcionarios que vayan en contravía de su política". Y cuando le replicaron si Navarro podría salir pronto del gabinete, respondió: "Creo que Navarro está pensando más en él y en su agenda que en la de Petro. De hecho, muchas de sus declaraciones parecen las de un alcalde y resulta que el que manda es Gustavo Petro".

No era fácil, sin duda. Antonio Navarro se quitó el 31 de diciembre su camiseta de gobernador de Nariño, donde hacía de jefe supremo, y el 1 de enero se puso la de secretario de Gobierno de Bogotá, donde tenía que seguir las directrices del alcalde.

Y sin duda, algo pasó. El Navarro que empezó con un notorio protagonismo fue poco a poco bajando su perfil. Al principio se le vio padeciendo inundaciones con habitantes de Bosa y Kennedy o montado en una carreta de caballo con megáfono en mano para sumarse a la protesta de más de 200 recicladores en la plaza de Bolívar. Y después, cuando comenzaron los roces con Vernot, a Navarro se le vio malhumorado e incluso escribió en Twitter, refiriéndose a Vernot: "se está portando como un chupamedias, como un lambón desinformado".

Puede que sea cierto que Navarro sale por razones estrictamente personales, pero sería absurdo descartar que los roces con el alcalde Petro pudieron tener sus efectos. En la rueda de prensa, ni Navarro hizo mayores expresiones de gratitud y de deseos de buena suerte ni Petro tampoco pasó más allá. Lo más lejos que llegó fue decir que Navarro había sido su "secretario bandera". El concejal Juan Carlos Flórez recuerda que fue "sorprendente" ver cómo "el alcalde no tuvo ni un solo trino para respaldar la gestión de Navarro luego de que Vernot lo descalificó".

Ahora bien, aunque Navarro era visto como un jugador clave en esta Alcaldía, también es cierto que su balance en los primeros tres meses no fue descollante. Navarro fracasó en su intento de crear una coalición en el Concejo. A finales de enero, les dio a entender a los partidos políticos que si entraban a la coalición tendrían participación en la burocracia. Eso no salió bien. Aunque aclaró que se trataba de hacer alianzas transparentes, sus contradictores aprovecharon el 'papayazo' y lo calificaron de clientelista. Los adversarios políticos de Petro lograron armar una coalición en su contra que eligió las cabezas de los organismos de control (Personería y Contraloría Distrital) y en las mesas directivas del Concejo puso a los contradictores acérrimos de la Administración.

"Cuando creyeron que tenían 'cuadrados' a unos 25 concejales, se desbarató todo, les salió al revés. Eso Petro no se lo ha perdonado, pues era la tarea número uno de Navarro para sacar el Plan de Desarrollo adelante", explicó Jorge Gaitán, analista de Razón Pública.

Aunque Gustavo Petro ha tenido fama de no ser bueno para trabajar en equipo, en este caso pudo ser Navarro el que no encajó. Y el drama personal que está atravesando no es tal vez el mejor estado de ánimo para ayudar a llevar las riendas de una ciudad tan difícil.

Ahora queda por ver qué efectos tiene lo ocurrido para el futuro del Movimiento Progresistas que, luego de su triunfo en Bogotá, pinta como uno de los más interesantes jugadores en la contienda presidencial. Tanto Petro como Navarro son pilares claves de ese movimiento y cualquier divorcio entre ellos podría tener consecuencias fatales. ¿Podrá ser ahora Navarro el candidato de Progresistas para la Presidencia de 2014, como se especuló cuando llegó a Bogotá?

Ya son dos las crisis que le ha tocado enfrentar al alcalde Gustavo Petro. Sin embargo, a diferencia de la primera -el bloqueo de TransMilenio-, cuando recibió una lluvia de críticas por el manejo que le dio, esta vez el alcalde maniobró bien: se anticipó a las especulaciones que crecían sobre el porqué de la salida de Navarro y dio vuelta rápidamente a la página.